Por Pavla Ochoa
Lo escucha, cada palabra, cada gesto es
dinamita pura que estalla en las entrañas de Alberto. El hombre que parece un
gigante a su lado no para de dar explicaciones de cómo se construye una página
de historieta. Lo hace con la experiencia adquirida. Él observa detenido y asombrado a esa persona
que solo le lleva diez años de edad y es uno de los editores y creadores más
reconocido del ambiente, abalado por su famosa creación Patoruzú. Sin titubeo,
Dante Raúl Quinterno con una amplia paciencia le explica de la importancia de
usar los primeros planos. Es la primera vez que le dan una lección. El señor
dibujante usa su propia página de “Jean de Martinica” que realizó para la
prueba de ingreso de esa editorial , para remarcar lo que no se debe hacer. El
pretendiente a ser el “Disney argentino”, después de haber producido el primer
cortometraje a color en la Argentina,
“Upa en apuro”, siente el olor de furia y tristeza que se desprende de los ojos
del joven aspirante a un puesto de dibujante en su empresa. Rápido de reflejo,
le da una nueva oportunidad. Tito, sin pelos en la lengua le agradece el gesto
pero le dice con profunda honestidad, que no se siente en condiciones de poder
dibujar lo que le exige. Se dan la mano y se cierra la entrevista laboral. Al
salir, todo es rabia e impotencia. Está sin trabajo y con un hijo que
alimentar. La milonga de la pobreza se descose e invade su herida. No hay
direcciones que le indiquen donde ir. Vuelve a llorar. Es un océano de lágrimas
que lo abarca todo.
LA REVANCHA
Con su traje de errante, llega otra vez a las
oficinas del editor del momento y presiente que todo será diferente en relación
al primer encuentro entre ambos. Desde hace semanas que no habla de otro tema.
La revancha se convierte en su sana obsesión.
Dibuja todo lo que aparece explicito en el
argumento y a la vez, también lo que no se menciona. Sangra cada trazo que da
sus manos. Borronea y amontona intentos fallidos. Nelida escucha, sentada en
una silla de madera, y abraza con su instinto maternal al pequeño Enrique.
Ambos, ven como la única salida a “Jean de la Martinica” para abandonar
ese mundo que los oprime sin descanso
todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches, sin separarse un momento
de sus cuerpos.
Editorial Quinterno fue la aventura de caminar
nuevos senderos con un horizonte artístico y comercial que invitaba a los
dibujantes a dejar de trabajar varias historietas en simultaneo, dejar la precariedad laboral y las
limitaciones en el plano económico por los tirajes pequeños del mercado
interno. En esas paredes se respira el aire renovador de una industria cultural
en alza, que genera que crezca el profesionalismo y la especialización.
Él percibe un antes y después en su trabajo de dibujar. Hasta ese momento lo que sucede en otros lados es que el dibujante hace los guiones, letra, color; no barre el piso de la editorial por casualidad. Acá Quinterno, que pretende dignificar el oficio, llama a guionistas y dibujantes y los hace trabajar en equipo.
Reconoce la transformación de un engranaje editorial patronal que solo veía a su obrero artista como una mercancía más de su propio capital. Y se sorprende que ese hombre joven pero con un enorme prestigio acepta, esta vez, sin rodeos su página de historieta.
-¿ Cuanto
cobraba en Láinez, muchacho?
-Por cada
página un peso y el trabajo incluía el guión, el dibujo y la máscara de color,
porque muchas de las historieta iba en la tapa de la revista Tit- Bits.
-¡ Eso es
un afano! Desde este instante toda va a cambiar, amigo. Confié en mí.
Sin rodeos,
ingresó a ese proceso de transformación de la industria del entretenimiento.
Siente que es la consagración ser parte del staff de una revista nueva pero que
pisa fuerte en sus lectores. Como por arte de magia, esa bandada de buitres que
siempre lo persigue, desaparece. Empieza a vivir mejor. Pero al estar dentro de
esa empresa, percibe las normativas inviolables de convivencia. El universo Quinterno posee personajes
paternalistas, xenófobas y clasistas, un nacionalismo conservador, sin
maquillaje. Tiene libertad para trabajar, siempre que no haya sexo, excesiva violencia, cadáveres mutilados.
“Patoruzito” es una revista que pretende ir dirigida a la familia y eso está
claro desde el inicio.
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