jueves, 28 de diciembre de 2023

El Dibujado

 

Juan frenó el tiempo en sus dedos que escribían sin rumbo. Dejó entrar los ruidos de viejas aventuras de las que salían en las revistas de Frontera y Hora Cero, las mismas  que había leido de purrete. Se detuvo esos segundos. Pensó en los argumentos  que había hecho de Perramus y su ambiente nada metafórico de sangrienta dictadura. Recordó en ese barullo mental, una frase del gordo Osvaldo Soriano:"En París hay un tipo que vendía los dientes de Gardel". Y ahí el círculo galopante de ideas, cerró. Era maravilloso pensar en rearmar la sonrisa con los dientes diseminados por el mundo y que el protagonista de esta peripecia sea un personaje de Oesterheld y Breccia, pero que no habían podido desarrollar.

Trabajar un eslabón perdido y que interactúa con otros personajes de historieta, le fascinaba. Se levantó de su silla, agarró unas hojas y trazo con birome los cuadros y los globos de diálogo.  Juan tenia brillos en sus ojos. ¿Qué hay más hermoso para un autor de ficciones que usurpar con respeto y fervor el universo de los autores que ha recorrido desde siempre? Más no podía pedir.

 

Al domingo siguiente,  fue a visitar a su suegro a Haedo.Al llegar, avanzó directamente para el taller del dibujante. Estaba demasiado apurado para detenerse. Lo saludó, se acercó  a donde estaban ordenados una pila de  discos y tomo en sus manos uno de "el hombre que canta cada día mejor". Lo miró al viejo y le dijo:"Hoy es 24 de junio¿Te acordás que sucedió hace 50 años?"

 

-¿Cómo me voy a olvidar del día que murió Gardel y yo empecé a laburar?-respondió Tito.

 

-¿Cómo te acordás de eso?

 

-No me puedo olvidar nunca de eso. Quedé con la mano hinchada.me acuerdo de los diarieros voceando Crítica: ¡La muerte de Gardel! Tenía quince, dieciséis años...

 

-Bien, porque tengo una idea para una historieta y un nuevo personaje y ese día tiene mucho que ver con todo...

 

-Desenbucha, che...

 

-Se trata de El Dibujado. Se llama así porque el personaje es un personaje de historieta. Es tuyo y de Héctor pero que no llegaron a desarrollar.

 

-¿Y que tiene que ver Gardel en esto?

 

-Hay un personaje testigo que un día se cruza con tipos que son los ojos de plomo, Docy Morgue...

 

-Veo que no me escuchaste ¿Y Gardel?

 

-Es que lo de Carlitos es un dato que aparece en los diarios de Buenos Aires mencionando que han profanado la tumba de Carlos Gardel. Cómo en las viejas novelas ese dato lo llevan a una casa que resulta ser la casa de El Eternauta y que es la casa de Juan Deveras, "El Dibujado"...

 

-¿Juan de qué?

 

-Deveras. A partir de ahí lo invitan a participar en la tarea que solo los personajes de historietas pueden hacer.

 

-¿Y el cuerpo de Gardel?

 

-Es que han descubierto el cráneo del zorzal pero le faltan los dientes. Los que están dispersos por el mundo, no se han perdido, los han robado.

 

-¿Quiénes?

 

-Uno lo tiene implantado Frank Sinatra, otro lo tienen los japoneses, otro lo tienen en Montevideo y otro en París. Cada aventura es la recuperación de uno de los dientes .

 

-Es una historieta perfectamente potable. La historia es muy hermosa- dijo Alberto, en modo de devolución a su yerno.

 

Juan, buscó en su bolso las diez primeras páginas y se las dio. Se acercó a la valija que era el tocadiscos portátil  de Irma, lo abrió y encendió para escuchar la música de Gardel y sentir que podían atrapar al tiempo en sus manos.

 

 




 Finalmente, Alberto dibujó ese argumento detalladamente en lápiz, pero nunca llegó a pasar a tinta  esas únicas diez páginas de El Dibujado.

 

 Juan Sasturain, se refirió a los motivos que llevaron a Breccia a no avanzar con esa historieta:" A partir de la segunda y la tercera aventura de Perramus, esa historieta se modifica, se hace más en tono de comedia grotesca. Entonces lo que Alberto advirtió es que los medios que él había elejido y utilizado para contar una tragedia, apenas le permitía hacer pequeñas modificaciones para que encajara con el registro que yo escribía. Por eso cuando nos ponemos hacer El Dibujado, donde se suponía íbamos a hacer algo más de aventuras recuperando sus personajes,Alberto la dibujó solo en lápiz y creo que ahí se dio cuenta que tenía que hacer un estilo más clásico y  no tuvo ganas de hacer eso".





 

Los autores recuperaron el argumento original de esa historieta que quedó trunca y se convirtió en la última aventura de Perramus. Juan Sasturain, explicó la transformación de ese argumento sobre los dientes de Gardel:"A mí me encantaba esa historia, por eso con Alberto  decidimos canibalizar ese argumento original de El Dibujado, que se convirtió en el episodio "Diente por Diente" de Perramus. Era tan linda la historia que sobrevivió, ni Alberto ni yo, tuvimos dudas de recuperarla".

Entrevista con Lautaro Fiszman


Lautaro Fiszman, es dibujante, ilustrador y pintor. Lo destacado de su andar como trabajador del lapiz, sucedió entre los  15 a los 18 años, cuando estudió en el Taller de Historietas del maestro Alberto Breccia en Haedo, provincia de Buenos Aires. En 1994, junto a lxs alumnxs de ese  taller, comenzaron a autoeditar la revista “El Tripero” en homenaje a quien lxs habia formado en la profesión. En un dialogo donde intercambiamos preguntas y respuestas, nos habló de su vinculo con Breccia y la importancia de su influencia .

 

¿Cómo fue estudiar esos tres años  con Alberto Breccia?

Estudiar con Alberto fue de lo mejor que me pasó en la vida. Empecé en el taller un poco antes de cumplir 16 años, y me partió la cabeza, tanto los laburos de Alberto y lo que se hablaba en el taller, como los dibujos de otros alumnos que ya estaban hace tiempo y eran tremendos.

¿Cómo eran sus clases?

Al principio de la clase mostrábamos  los dibujos que habíamos hecho en la semana poniéndolos en un caballete, Alberto los miraba y comentaba y por lo general les preguntaba a los demás o a algun@ en particular qué le parecía.  Algun@s  dibujaban  en clase,  pero la mayoría llevábamos los trabajos y en la clase charlábamos sobre los laburos y lo escuchábamos. En el último tiempo a los más nuevos les daba ejercicios y trabajaban en clase.  Por lo general, en un momento salíamos a comprar facturas y tomábamos mate hasta tarde. Las clases arrancaban a eso de las 17 y terminaban de noche.

¿Qué te dejo Alberto como docente?

Él siempre decía que para dibujar hay que poner las tripas sobre el tablero, y eso es lo más importante que nos dio, y no solo lo dijo sino que es lo que él hacía, cuando uno ve un laburo de Alberto siente que puso el corazón y las tripas ahí.

También nos decía que éramos dibujantes, no historietistas nomás, o sea que teníamos que poder resolver cualquier laburo de dibujo. Esto también fue muy importante porque muchos después empezamos a laburar de ilustradores, ya que era imposible para la mayoría laburar de historietista.

¿Qué obra de Breccia es la que te gusta? ¿Por qué?

Podría elegir Mort Cinder, pero en realidad no tengo una en particular que sea la que más me gusta, toda su obra me parece increíble.

Si bien los mitos de Chtulu no es el mejor laburo desde el punto de vista narrativo, como por ejemplo el Corazón delator que es una genialidad, por otro lado, en la imagen de “Los Mitos” experimentó  un montón, usó collage, logró dibujar cosas que eran  indibujables  y descubrió cosas y abrió camino para los que venían después. Alberto para mí fue un tipo valiente, que se bancó que los giles lo critiquen, no ser reconocido como se merecía  en Argentina  siendo de los más capos del mundo. Y no dio pelota al qué dirán y laburó como el sentía que se labura, investigando experimentando fue un abre caminos, un tipo que hace que el mundo sea mejor para los demás.

¿Hablaba de Mataderos con ustedes?

Claro que hablaba de Mataderos, era de las partes de la charla que yo más disfrutaba, nos contaba historias de sus amigos, de la murga, de una vez por ejemplo que se iban a pelear con otra murga en la gral Paz, que era un descampado, con perros cimarrones, y llegó la cana y entre las dos murgas en vez de pelearse entre sí cagaron a palos a los canas, y al final terminaron todos presos.

¿.Qué significo para vos con tus 18 años  crear  junto a tus compañeros de taller, la revista de historietas “El Tripero”?

Para mí fue siempre emocionante, más allá de la posibilidad de publicar nuestros laburos,  El tripero no sólo era una revista sino un grupo, durante un montón de años nos seguimos reuniendo todos los sábados, al principio en la casa de Sandra Lavandeira y después alquilamos un altillo, y ahí llevábamos los laburos y los comentábamos entre todos como hacíamos en lo de Alberto.

 ¿Qué anécdota podes contarnos sobre Alberto?

Una vez nos contó que cuando él tendría unos 15 años,  el Pampa Julio, que era un guapo de Mataderos lo fue a apurar porque decía que Alberto había hablado mal de él, no me acuerdo si el guapo sacó el facón, pero la cosa es que Alberto acarró un marronero, el martillo con que matan a las vacas y le dijo que si se acercaba le partía la cabeza. Alberto dijo que al guapo no le dio miedo(los guapos no tenían miedo), pero que le gustó su actitud y por eso lo perdonó.





Peras en almibar

  

 

El pibe entra con mucha timidez al cuarto de la clínica donde Tito estaba internado, después de una fuerte recaída. Y observa que el rostro de su maestro estaba iluminado por los pequeños rayos de sol que ingresaban por las ventanas del nosocomio. Sonríe y se lo queda mirando tontamente. Se acerca para darle un beso y el anfitrión comienza a poner cara de dolor y era porque con la rodilla le estaba apretando la sonda:

-Perdón, no me di cuenta.

-No te hagas problema, de vos qué voy a esperar. Lo decía con cierta complicidad hacia su joven alumno, que siempre que mostraba la tarea realizada era un terremoto andante, tirando los adornos artesanales de su mujer, Irma, o en muchas ocasiones el propio tablero contra él mismo.

- ¿Cómo anda, Alberto?

-Bien, pero me están dando de comer porquerías que no me gustan. Hoy me dieron pera en almíbar dietética, pero no me gusta. Cómetelas vos ¿querés?

-No, gracias…

-Dale, sino me la hacen comer a mí.

Sin pensar en demasía, el joven que admiraba a Breccia y que se tomaba el trabajo de transcribir en un cuaderno cada palabra y gesto desencadenante de la experiencia adquirida en el oficio de dibujar, no dudo mucho en obedecer esa orden implícita de su troesma.

Casi como una condena, la pera en almíbar dietética  comenzó a derretirse en su boca. Es ahí, justo en ese momento, que ingresa uno de sus viejos amigos de su rioba, Mataderos. El hombre vestía una campera de cuero negra, similar a la de los músicos de rock, lo cual no sorprendió mucho a Lautaro, que ya conocía a muchos integrantes de la barra y que había deducido por intuición que ellos eran como viejos jóvenes, viejos con onda.

El hombre, con mucha seriedad y sin emitir palabra alguna, suelta en su mirada una pregunta cómplice con su amigo que reposa en cama.

Sin movimiento alguno, Alberto le dice:

-“Mira al pibe, me viene a ver y me come la comida”.

Lautaro Fiszman, ese niño adolescente que había aprendido que ese hombre no les enseñaba dibujo sino que era un maestro de la vida, no encontraba escondite para ocultar su vergüenza, que lo transformaba en un radiante tomate humano. Mientras tanto, los dos tipos reían y se dejaban atrapar por sus peripecias en ese Buenos Aires de otro tiempo. 





Un tal Lito en la Escuela Panamericana de Arte

 

Al abrir la puerta de una de las aulas de la Escuela Panamericana de Arte, el pibe quiso retroceder, pero ya era tarde. Enfrente, un hombre lo miró y se quedó observándolo con cara de pocos amigos.

 

-¿Qué querés!- dijo, sin mover un solo músculo de la cara, sin pestañear.

 

Lito, miró a los alumnos e intento responder con voz temblorosa: "Estoy buscando...", pero el viejo no lo dejó terminar.

 

-¡Bueno ,pasa!

 

Ingresó a la habitación lentamente y se sentó en una de las mesas. Conocia a varios de esos estudiantes porque habían hecho juntos  clases con Ángel Borisoff de anatomía con modelo vivo. no podía dejar de decirse a si mismo:"¿Qué hago acá, si yo quiero ser ilustrador publicitario?". Era una obviedad que ese hombre no era Enrique Vieytes, pero nuevamente Tito lo interrumpió . Miró a la cara a todos y dijo con entereza:

 

-No soy un maestro, soy un piloto que mantiene los barquitos en ruta, nada más trato de sacar la fuerza que cada alumno tiene dentro.

 

El pibe con sus 16 otoños en la piel, quedó inmóvil,  lleno de silenciosa sorpresa y con la única certeza; "quedarse en esa clase y aprender de ese hombre". Cada palabra lo empujaba a explorar las infinitas posibilidades de la historieta. Asi, sin aviso previo, se convirtió en alumno de Breccia  junto a Alberto Caruso, José Muñoz, Rubén Sosa, Di Benedetto, Flores y otros jóvenes.

 

 


 Un día, Tito dio ilustración y pidió un paisaje. El pibe hizo un dibujo de un cerro verde con árboles de manzana y flores rojas.

 

-Alberto, terminé-le dijo y le llevó el paisaje a su escritorio.

 

 Luego de mirarlo por dos minutos, el viejo fue lapidario:

 

-¡Esto es una ensalada de lechuga y tomate!- señaló en el dibujo los errores y le pidió que lo vuelva a hacer- ¡Por favor Lito, hace las cosas como son!

 

Con dolor y vergüenza, volvió a su mesa y en base a los aportes criticos, rehizo el paisaje. Esta vez, Tito, aprobó el trabajo.Pero el pibe, supo que gracias a esa honestidad brutal en sus devoluciones, él se estaba formando en un laburante de los cuadritos.

 

Con el tiempo, se convertiría en colega de su maestro. Ambos mantuvieron un respeto por el trabajo de cada uno. Tanto que fue el mismo Tito, que rescató su nombre y apellido para ponerlo a la altura de los grandes historietistas mundiales:"¿Quiénes son los creadores? ¿Frank Miller? Es mucho más creador Lito Fernández, quién Frank Miller le saca bastante".

 

Es el mismo Lito, quién rescata en la actualidad lo heredado por su troesma:"Él me enseñó que la historieta no es un pasatiempo para el dibujante. Nos decía :"Ustedes se van a tener que romper el alma como los esclavos en la época de Roma, que los tiraban a los leones. Asi es la historieta;luchando contra los los leones. El público son los los leones que no te van a perdonar una". Esto que me dijo literalmente, nunca se me borró de la mente y trate de hacerlo de la mejor manera en mí oficio".

 

Es esta frase final de Ángel Alberto Fernández, la que sirve  como síntesis de  esos años de Tito en la Escuela Panamericana de Arte.  Donde no enseñó a dibujar sino que enseñó los conceptos. Usando   todas las estrategias pedagógicas a su alcance que fueran el  instrumento;" para poder canalizar lo que cada uno tenía adentro".

 

Y vaya que cumplió ese objetivo y le dio al mundo historietistico , dibujantes de talla internacional y tipos muy valiosos que se reconocen con orgullo como  " un laburante de la historieta" . Obviamente, el mismo resultado final del mismo Breccia.

 


 

 

 

 

 

Breccia en Crisis

 -Alberto, estuve hablando con Vicente Zito Lema y me comentó que van a volver a sacar "Crisis" otra vez. 


-¿Qué tiene que ver eso conmigo, Juan?- le pregunta Tito, mientras deja de dibujar para prestar atención a la conversación.

-Es que me dijo que quieren incorporar historieta y quieren que seas vos el dibujante.

-¿Qué quieren hacer?

-Adaptaciones de cuentos latinoamericanos. Me dice que tienen los derechos de algunos...


-¿Cuáles ?


-Vicente me comentó que tienen uno de Güilmaraes Rosa y otro de Onetti, inéditos.


-¿De qué cantidad estamos hablando?


-Van a pagar bien, Alberto.


-No estoy hablando de guita sino de las páginas.


-Esta bien, entendí mal-y sin más rodeos, su yerno le respondió la consulta inicial -Entre seis u ocho páginas mensuales.


El dibujante se acercó a su biblioteca personal y  desempolvo viejos libros, porque le fascinaba la literatura latinoamericana y directamente le propuso algunos autores: "Podemos hacer uno de Rulfo y de García Márquez y obviamente a Borges".

Comenzaron, a tomar mate mientras husmeaban algunos cuentos.De esta forma, Breccia y Sasturain, se sumergieron  a adaptar los  cinco cuentos en total que se publicaron en la revista Crisis, en plena primavera alfonsinista. También harían el de Borges esos años, pero saldría en un libro de 1993 que junta esa producción bajo el nombre de "Versiones".

Juan Sasturain, calificó honestamente ese trabajo:"Ahí he cometido crímenes de lesa literatura, pero el laburo de Alberto es notable como siempre".






miércoles, 4 de enero de 2023

Berni y Breccia

 Por Pavla Ochoa-

Ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Río Gallegos, acompañado de su amigo, colega y vecino del viejo oeste, Carlos Nine. Caminó por el edificio sin buscar el aplauso  y se detuvo a mirar las obras que colgaban de las paredes. Su acompañante lo observó detenidamente cuando se acercó a las pinturas, se puso  las gafas y se alejó para contemplar el arte. Era un placer esa escena y por eso  aprovechó y le tomó una fotografías, porque sabía que al viejo le gusta el registro visual. Y es ahí que lo vió. Había algo familiar en él. Y sin dudar, se lo dijo:

 

-Alberto, no me lo va a creer, pero tiene un parecido extraordinario con mí tío Mario.

 

-Entonces...este Mario debe ser una buena persona.

 

Se quedaron mirando mutuamente, con ese amor de un hijo a un padre por parte del joven dibujante. Entonces, Carlos, lo recordó joven. Es especial,lo recordó en Córdoba. Recordó ese encuentro entre Breccia y Antonio Berni. Recordó al público arrojarse al pintor para pedirle un dibujo. Recordó que mientras tanto Alberto hizo bocetos de sus personajes, Vito Nervio, Scherlock Time, Mort Cinder. Recordó la sangre, el fuego que se desprendió de esa mano proletaria. Recordó especialmente, el crujir del público que se olvidó de Berni y que lo ponía a él en el centro de la escena. Recordó el porque lo admiraba tanto.

 




Al volver en si, se encontró con Pipiolo, que lo estaba mirando atentamente. Le sonrió sin decir nada. Esa era la señal para ingresar al lugar donde iban a realizar la charla. Apenas cruzaron la puerta, se sorprendieron de encontrar la sala llena de jóvenes.

 

Lo primero que contó Alberto al auditorio, fue que de pibe quería estudiar Bellas Artes, pero que su padre se opuso: "Era una cosa lejana, sostificada, incomprensible. Y mí viejo era un hombre humilde, un laburante".

 

Carlos, quedó hipnotizado al escuchar a ese hombre que podía hablar de novela, de poesía, de teatro, de cine, de historia, de pájaros y hasta de flores. Era bueno escucharlo con su voz densa y grave, hablar desde la experiencia, proponiendo su idea sobre el arte:"artista es aquel que transforma las limitaciones en posibilidades".

 




Inesperadamente, una joven, se levantó de su silla, se paró con firmeza y le dice directamente a Breccia:

 

-Yo creo advertir en su trabajo muchos elementos de la plástica.

 

-No, para nada. A mí me interesa un pito la plástica- replicó Alberto, como un rayo en la oscuridad .

 

-Sí, yo siempre discuto con ella . Yo creo que usted es un verdadero historietista- comenta un joven, como esperando un guiño del dibujante.

 

-Pero,¡ni loco! Yo lo que quiero realmente es  pintar...

 

El aula quedó en silencio. Ese silencio que aturde e incomoda. Su acompañante, miró para otro lado, intentando ocultar su sonrisa por las respuestas de Alberto.

 

"Hemos ido juntos a varios lugares y siempre armaba quilombo. Volvía loco a todo el mundo, tiraba datos falsos. Yo creo que él no quería que lo clasificaran. Y un tipo que no quiere que lo clasifiquen es porque tiene un compromiso previo con él"; recordó, Carlos Nine, sobre esos momentos en que al viejo Breccia se burlaba de esa definición de "dibujante de caballete".  Siempre tuvo claro que era "un trabajador" y no entraba en esas falsas definiciones sobre él mismo.

El Errante

 

Por Pavla Ochoa-  En mayo de 1967, aparece en las páginas de la revista “D’Artagnan”, la primera aventura de un personaje que con el paso del tiempo se convirtió en un verdadero clásico de la historieta argentina, Nippur de Lagash.


La creación de este personaje, es resultado de la amistad de dos jóvenes que compartían el interés por la sumeriología y por la historia de los pueblos de la antigüedad. El dibujante, Lucho Olivera y el escritor, Robin Wood, se pasaban horas y horas hablando de ese momento histórico que los apasionaba a ambos. Un día, Olivera cansado de los guiones que le entregaba la Editorial Columba para que los ilustrara, le pide a su joven amigo, a quien había conocido en un curso de dibujo, que le escriba algo. De esa simple forma, nace de la pluma de ese joven que vivía en una pensión y que trabaja en una fábrica en Martínez, el argumento de nombre “Historia para Lagash”. Lo asombroso, es que Wood se informó de que su episodio había sido publicado en la revista D’Artagnan número 151, cuando la vio exhibida en los kioscos. Inmediatamente fue a la editorial a exigir el pago y le pidieron que escribiera más aventuras del héroe errante.




El coautor de este emblemático personaje, Robin Wood, describió la dificultad creativa con la que se enfrentó a escribir la primera aventura de Nippur: “Yo leía sobre sumeriología y había dos ciudades importantes; Nippur y Lagash. Y en ese momento cuando Lucho me dijo “hacete algo”, yo dije ”bueno”, un guerrero”; ahora, ¿cómo corno se llamaba un guerrero en la Mesopotamia? Pepe no se llamaba. Entonces se me ocurrió la idea; está la ciudad de Nippur y está la ciudad de Lagash y el padre de Nippur nació en Lagash o viceversa. Le puse a él el nombre de una ciudad y lo hice vivir en otra. Así de simple, fue una emergencia”. En esa sintonía de la inmediatez , Lucho Olivera, relató la idea inicial que desembocó en el personaje más reconocido de la Editorial Columba: “Queríamos hacer un hombre mayor, pero en un estado físico perfecto, un hombre vivido, extremadamente fuerte, salvaje, pero al mismo tiempo sensible, sumamente hábil, un gran cazador, un tipo fibroso, una especie de rastreador que sentir el pájaro…porque él es dentro de todo un príncipe destronado como Ulises…Él pierde su ciudad, pierde su mujer, pierde su rey y tiene que salir a andar por el mundo antiguo”.

Los lectores reaccionaron ante esa historia inicial y comenzaron a enviar cartas, preguntado sobre el futuro del personaje que los había deslumbrado. Y de un modo sencillo y sin rodeos filosóficos, Nippur y Robin Wood, comenzaron juntos en el mundo de la historieta argentina.

 

 

AGUAS DE LA HISTORIETA…AGUAS DE LA POLÍTICA

 

Las historias de Nippur de Lagash se publicaron sin interrupciones desde 1967 hasta 1998. Un personaje que era un guerrero, pero a la vez es un sabio, tiene voluntad y fuerza similar a un superhéroe pero es humano, al punto que sufre como tal. Incluso en el capítulo llamado “Laris sobre el espejo del desierto”, llega a perder un ojo. La ciudad de Lagash es traicionada y Nippur debe marcharse al exilio. Así se larga a los caminos desconocidos y recibe el nombre del “Errante”. Los infinitos caminos y la eterna soledad, lo convierten en el guerrero más duro, sabio y humano. Es el mismo Nippur, que con triste prosa se describió en una de sus aventuras: “Soy un viejo guerrero que se ha encallecido en el rugir de la guerra y el amor esteril de las mujeres de paso. Los hombres duros no somos más que ciegos tanteando en las tinieblas. Y fue ella quien surgió en mi noche. Ella la ciega veía mucho más lejos de lo que yo podía”.




La real humanidad del personaje lo convirtió en el pilar de la carrera de Wood, que tiene un estilo barroco, cargado de adjetivos y metáforas: “Yo creo en las cosas que mis personajes dicen. Pero el tono también depende de la época. Antes, es verdad, yo hacía unos discursos socráticos de la gran siete. Nippur te podía hacer dormir hablando del destino de la humanidad. Hoy aprendí que se pueden decir las mismas cosas pero con un poquito más de sal”. Además, de describir su estilo narrativo, Robin Wood, señaló los límites reales con los que se encontraba cada mes a la hora de crear historias en esa empresa: “Ramón Columba no permitía que se usara la palabra adulterio, tampoco se permitía tratar la homosexualidad y tampoco podíamos hablar de la inquisición, él era muy religioso. Respecto a la representación de la violencia, no teníamos ningún límite. Eso para ellos era normal. No nos dejaban suicidar a ningún personaje porque Columba entendía que era algo que iba en contra de la ley de la Iglesia”.

 




Nippur de Lagash, es la crítica más directa al poder escrita por Wood, una aventura que lleva al lector a un atrapante periodo de la historia de la humanidad poco visto en otras obras del género. Es la aventura sin fin, un contrapunto para ampliar el arte trazado por las vanguardias intelectuales y el de la cultura de masas. Todo el tiempo, el Errante del mundo de cuadritos, interpela al lector con un mensaje de resistencia y rebelión y esas son las características principales que la convierten en un clásico de la aventura.