sábado, 8 de marzo de 2025

Alberto Breccia: El proletario del lápiz

 Por Pavla Ochoa

 

Amalia Gemelli, tomó la taza de mate cosido, se limpió el delantal y quedó inmóvil viendo el sol por la ventana mientras el sonido de los aviones del ejército sobrevolaba  la ciudad, alentados por un grupo de personas excitadas en las veredas. Miró entre las sabanas a su hijo de once años y sin titubear interrumpió el sueño: “Hoy no vas a ir a la escuela, porque hay un golpe de estado”. Alberto no entendió bien pero pudo deducir que algo había cambiado a su alrededor. En su corta vida lo más importante hasta ese momento había sido atravesar la odisea de hallar la figurita “difícil” y  llenar el álbum de Nestlé. Luego decidió no reclamar el premio; la pelota número 5 de cuero, para  poder quedarse con la colección completa, su más preciado tesoro.

 

Esa tarde salió a las calles adoquinadas y ató al manubrio de su bicicleta unas temperas, unos vasos y  pedaleó de Mataderos hasta San Miguel para hacer paisajes en cajas de cartón de envoltorio de alimentos. De regreso a su hogar, entre paredones de ladrillos, calles de barro y profundas nubes en el cielo que daban la sensación de estar al alcance de las manos, de tan bajas, escuchó los gritos de un joven canillita que difundía la edición extra del diario “Crítica” insistentemente: ¡Revolución! Revolución!  Esta mañana el Ejercito Nacional, al mando del General Uriburu, se levantó contra el gobierno inconstitucional del señor Yrigoyen”. El niño Breccia supo que una etapa oscura había empezado en el país y se juró así mismo estar atento a la realidad política  y contarla a los demás con su arma de fuego, el dibujo.



El pájaro sin jaula


-Estás loco, te dije que no

- Dale, firma.

-No, Rafael y ya no insistas.

 

La secuencia se repitió una y mil veces, pese al esfuerzo descomunal de uno de sus mejores amigos de la infancia, volvía  a rechazar la idea de estampar su apellido a  la ficha de afiliación del Partido Comunista, porque creía que ninguna estructura política partidaria representaba sus ideales.

 

Rafael, ese gomia que lo hizo reír a carcajadas cuando se pinto las medias con pintura negra para entrar a los bailes del rioba, vio en su mirada un rayo en la oscuridad cuando le dijo sin filtro alguno; “Quiero ser periodista”, entre la gente amontonada que esperaba como ellos llenar el plato con “puchero misterioso”, una especie de bolillero de lotería en la cocina del hambre donde el premio era un trozo de carne y el líquido caldoso solo un amargo consuelo.

El 24 de junio de 1935, Tito le comentó que había comenzado a trabajar con su padre de tripero, mostrándole sus manos que estaban hinchadas de esfuerzo pero que iba a comenzar a dibujar. Tres años después, le obsequió el primer número de una revista que hizo con su hermano Miguel llamada simplemente “Acento” con fuerte influencia de la revista Claridad.

Rafael, distinguió que los dibujos estaban bajo el nombre de “Veritas” y se detuvo a leer dos artículos literarios que si tenían la firma de Alberto Breccia.

“Éramos jóvenes e idealistas, con inquietudes sociales (…) Eso sí, la revista la regalábamos porque nadie la quería comprar”; recordó años después el dibujante sobre esa experiencia. En ese momento, Rafael comprendió que él no tenía miedo de fracasar como artista  porque no se consideraba como tal, sino que él se veía a si mismo como un trabajador, lo que le daba libertad, esa era su ideología.





 

Metamorfosis de tinta

Las primeras reuniones con sus pares  del dibujo fueron en la casa del “Tano” Pratt,  donde el vino y la milonga eran los elementos esenciales de esas jornadas nocturnas.

 En medio de risas y anécdotas inventadas por los nuevos camaradas de aventuras, Tito distinguió una voz que rezaba un deseo: “Junto a mi hermano Jorge vamos a crear una editorial de historietas y van a venir todos ustedes a dibujar los argumentos”, pero no prestó mucha atención, porque era algo más que decoraba la situación de algarabía.

 Se sentía feliz, todo era logró del esfuerzo de aprender a dibujar, estaba orgulloso de que la gente lo reconociera por su trazo en Vito Nervio y de poder dejar atrás las moscas del frigorífico.

  Días después en el barrio de Palermo, enfureció al escuchar el sermón del anfitrión de esas tertulias: “Vos sos una puta barata, porque estás haciendo mierda pudiendo hacer algo mejor”.Con rabia en la mirada aceptó la propuesta de Héctor Gérman Oesterheld de incorporarse a esa idea que había escuchado murmurar pero que se había concretado en la  Editorial Frontera  El resultado fue “Sherlock Time”, un cambio rotundo en su grafica, al  extremo que sus lectores no podían creer que fuera el mismo dibujante que hacía "Vito Nervio" meses atrás, la única explicación que algunos aceptaban era que se había “vuelto loco”.

 

 Gozó al escuchar al dibujante de Ernie Pike decir:”Me dio tanta rabia ver tu historieta que la tengo acá escondida. Pero es muy buena”.  En ese instante sintió que podía remontar vuelo a sus 40 años de edad.

 Luego de esa explosión enunciativa, volvió a trabajar con Gérman en 1962. El guionista venia de cerrar su editorial por problemas económicos y retornaba a trabajar bajo contrato en la segunda etapa de la mítica revista Misterix, de la Editorial Yago, mientras que Alberto manifestaba  la angustia de padre y de hombre por la enfermedad de su esposa, Nélida García.

Todo estaba contaminado de angustia.

  Estos universos en crisis fueron parte de la retórica de Mort Cinder. Sintió en ese tiempo el dolor en las uñas, en sus hijos, en el mundo de panzas hambrientas. Abandonó su rol de docente en la Escuela Panamericana de Arte  y se sumergió en una oscuridad digna de ser trabajada por sus propios pinceles.

 

Su cuerpo se inclinaba al subsuelo.

 

 Los acreedores lo instigaban a pagar deudas, todo era un viajar por las profundidades de la soledad. El sonido del teléfono quebró lo estático, era Oesterheld que lo apuraba a terminar “Richard Long”, un encargo para la revista Karina. Sin entusiasmo alguno y con un dolor de muela, decidió usar el collage. La crítica elogió su capacidad de resumen del relato, obviando el motivo particular del uso de esa técnica. Después de esa situación, se lo escuchaba declarar algo de lo que realmente estaba convencido: “Éramos felices hasta que aparecieron los especialistas en historieta y ahí cagamos”.Tanto había cambiado su rumbo en comparación a sus primeros trazos  que resolvió quemar en el patio de su casa de Haedo los originales de Vito Nervio, sentía que él ya no era el mismo.

 




Llamas de furia

El otoño se mostraba demasiado frío. El miedo y el silencio tomaban protagonismo en la ciudad donde solo se respiraba aire de nefasta dictadura. Una mañana lluviosa, el colectivo en que viajaba fue detenido por un grupo de soldados en el marco de un operativo. Después de pasar la revisión del milico, al volver a su casa en el pulmón de Haedo, el infierno cívico militar ardía.


Estaba bañado de impotencia, se había enterado del secuestro de los jóvenes de enfrente por parte de los perros del orden. Los conocía de años y había escuchado la decepción en carne propia que les toco vivir en consecuencia de las acciones  ejercidas por Perón en su retorno al país. En muchas ocasiones rió al escuchar al loro de los muchachos cantar la marcha peronista con mucho ímpetu, ahora tenía miedo, pero no era paralizante, sino que lo provocaba a gritar en la afonía social.

 

Calentó la pava de mate y se cebo unos amargos. En la soledad de su taller de trabajo, frente al tablero pensó en voz alta: “Si el pueblo se hubiera revelado, esto no hubiese pasado. Quizás hubiera ocurrido una verdadera carnicería, pero en una lucha a cara descubierta; sin torturas, sin secuestros, sin robo”. Inmediatamente, la imagen de Rodolfo Walsh, Jorge Cafrune y de su amigo Héctor Oesteherld, secuestrados  por romper las mordazas impuestas por el gobierno de facto se le cruzaron por la cabeza y escribió; “Carnicería de estado” en la página de Drácula que estaba dibujando.

 

Especuló que si encontraban los militares esa leyenda manuscrita lo iban a fusilar. Sintió atracción por el riesgo, por el peligro, similar sensación que tuvo cuando Irma Dariozzi, su segunda compañera de vida, enterró en el jardín una escopeta, el libro de  Eduardo Galeano; “Las venas abiertas de América Latina” y una revista “La Vida del Che” que dibujo junto a su hijo Enrique en tiempos dictatoriales de Ongania. Esta vez todo era distinto, el llamado “Proceso de Reorganización Nacional” era un plan de muerte planificado y él no se iba a quedar quieto mirando hacia otro lugar.

 

El 30 de octubre de 1979, se enteró de la muerte de Oscar Conti (Oski), su amigo entrañable que vivía en Milán y que en  la visita a Argentina para una muestra internacional de humor  terminó operado de urgencia e internado en el Clínicas de Buenos Aires. Esta noticia junto a la de la desaparición del guionista de El Eternauta lo llevaron  a una  tristeza gigante, a un estado de introspección que plasmó en pinturas, una actividad plástica que le apasionaba.

 

A fines de 1981, en medio de una reunión familiar, Alberto comprometió públicamente al novio de su hija, Patricia:

 

-Juan porque no me haces un guión, una cosa aventurera, más o menos vendible, no una cosa hermética, complicada.

 

-Bueno maestro - respondió tibiamente el joven periodista que había intentando hacer algunos argumentos de historietas preguntando a su colega Guillermo Saccomano, pero con un resultado final no tan alentador.

 

Esa noche, Juan volvió a su casa con el desafió impuesto por el eterno proletario del lápiz. Golpeó la Olivetti durante horas, hasta que escupió cicatrices de sobreviviente. Era muy tarde cuando terminó el guión de Perramus.

 

A la mañana siguiente, sé dirigió a la trinchera de Haedo con las primeras ocho páginas. A Breccia le fascinó la idea, tanto le gusto lo escrito que se fue a dibujar bocetos a su cueva laboral. Salpicó con tinta aguada la hoja en blanco y percibió que de ese modo podía sintetizar la perdida del alma de la ciudad de Buenos Aires, donde todo era gris. Trazó con furia las figuras de los golpitas y el resultado fue una imagen simple y contundente, calaveras sin piel.

 

El coctel de literatura, política y metáforas era perfecto, estaba frente a la jaula y el pájaro hacia un repentino revuelo de plumas para que la denuncia explícita del terror se multiplicara en el aire.

 

El lector pudo ver las huellas del dibujante, percibir sus vacilaciones y su trazo y hasta pudo escuchar su respiración.

 

Años después, Tito sonrió con el prologo de su amigo Osvaldo Soriano y sus palabras de elogio a gran escala; “La primera obra cumbre de la historieta argentina está aquí (…) Sería insensato reducir esta epopeya de imágenes a una simple alegoría sobre los males de la represión y los mecanismos del olvido. A lo largo de estos cuadros pintados con ferocidad y ternura, Breccia y Sasturain recorren el universo de los perseguidos y los marginales. Los sonidos recodos de un mundo que cambia para no cambiar lo esencial (…)”.

 

Fueron épocas de ilustraciones urgentes y percepciones de un hombre que tomó coraje y se animo al mundo: “Me dí cuenta que con un arma ridícula, como un pequeño pincel, podía decir cosas muy graves, muy importantes (...) Yo creo en el fondo ser un romántico y no un dibujante negro. Soy alguien que muestra las heridas, siempre deseando que no existieran. Eso es un romanticismo puro, ya que las heridas van a seguir existiendo".


Pinceladas en la piel

Alberto Breccia, fue un desobediente a las reglas del mercado. Jamás olvidó su rol de comunicador sobre las realidades que lo rodearon: Me formé con la gente del suburbio, la gente que vivía al margen de la gran ciudad. Después, con mucho esfuerzo y mucho trabajo comencé a afinarme un poco. Pero en el fondo sigo siendo un hombre de barrio. El resto no es más que una pincelada de barniz “.

 


Todo elemento que lo rodeaba le revelaba un nuevo camino a transitar. Utilizó para trabajar: “los dedos, la palma de la mano, palitos, vidrio, cepillo de dientes”. Lo que estuviera al alcance de sus manos como el martillo al pincel, la gillette a la pluma o manubrios de bicicleta, servia para poder expresar sus ideas del mundo. 

 En su vida se descubrió y se inventó cada vez que se enfrentó a la hoja en blanco para enunciar gráficamente un pensamiento o un sentir:” ¿Por qué debo continuar dibujando siempre del mismo modo? Cuando dibujo, soy yo mismo siempre, sólo cambio los signos con los que exprimo un concepto. Tener un estilo personal, este tipo de sello de garantía es simplemente pararse en el punto en que alcanzamos el éxito."

El rioba, el boxeo, la literatura y el tango fueron los cimientos  de su "cosmogonía" hasta el día de su muerte el 10 de noviembre de 1993;” En mis dibujos y mis pinturas hay siempre una callecita de barrio, siempre. Está siempre el suburbio (…) Mis amigos eran obreros, mis primeras novias eran novias de obreros, es decir. La música que se escuchaba era la que se escuchaba en las ciudades obreras, el tango". 


 La libertad fue la inamovible postura de vida de un hombre que retrato las heridas del ser humano y las de su propio ser.








“El Proletario del lápiz",  es una nota que escribi para la sección Malditos publicado en la revista Sudestada Nº 122, agosto de 2013.

 

Aclaración necesaria para no generar caos en lxs lectorxs ; en la nota gráfica aparece en la firma mi viejo nombre antes de la transformación del ser, en este posteo la modifico con el nombre de mi identidad autopercibida .

 

martes, 21 de enero de 2025

El Eternauta - Segunda parte (1976-77)

  Por Pavla Ochoa


En 1976 Editorial Record, decidió publicar una nueva aventura de El Eternauta. Para hacerlo, volvió a juntar a la dupla creativa original, a Héctor German Oesterheld y a Francisco Solano López.





En esos años Oesterheld, estaba trabajando para la Editorial Columba. Había llevado la propuesta de publicar en fascículos a El Eternauta. El encargado de materializar la iniciativa fue Antonio Presa.

Así lo recordó el mismo Presa en la entrevista que le realizaron en 2006, Cesar Carrizo y Luis Guaragna; “Oesterheld en ese momento me dice “tengo el Eternauta… ¿Columba lo publicara?” “¿cómo no lo va a publicar?” Yo me conocía el guion del Eternauta desde la primera letra hasta la última. Y lo adapto, lo divido en unidades de capítulos de Columba. Es decir, una unidad que empezaba y se cerraba con cada aventura, digamos, dándole una unidad temática. Porque en el fondo la tenía. Lo presento y me dicen “no. Esto no.” “pero mire que va a ser un éxito colosal” “y no. Pero después que ponemos si va a ser un éxito colosal. Con que lo continuamos” en la última reunión de directorio me dijeron “y si tiene éxito con que lo seguimos”. Me lo rebotaron. Oesterheld agarro todo el material, se lo llevo a Scutti. Al tal Scutti. Scutti lo publico en ediciones completas. Se cansó de vender. Hasta la decimocuarta, la decimoquinta edición”.



A partir del éxito de esa republicación de la primera aventura de El Eternauta en Record. Scutti, decide publicar la segunda parte en plena dictadura. Las condiciones de producción son muy distintas a las de 1957 y 1959, tiempo en el que se desarrolló la historieta, porque en 1976 estaba el Terrorismo de Estado como política estatal y Oesterherld era militante de Montoneros.




En esta nueva historieta, Juan Salvo, pierde algunos rasgos distintivos de la versión de la revista Hora Cero y se viste de un perfil más ideológico revolucionario. Ya no importa su mujer Elena y su hija Martita, sino que el pueblo está sobre todas las cosas.






ENTREVISTA CON SOLANO LOPÉZ


En el 2008, en Moreno, Francisco Solano Lopéz, describió esos años en los que volvió a trabajar con el guionista en plena dictadura eclesiástica cívica militar; “Era una época muy brava, en ese momento la historieta de El Eternauta y sus referencias políticas y sociales que tenía, indudables, pasó desapercibida para los represores, para los Ellos. Era una especie de metáfora de lo que nos estaba pasando a todos. Estuvo disimulada. Lo que ocurre es que Héctor Oesterheld tenía una militancia política, a raíz de que sus propias hijas habían intervenido en la militancia y acción comunitaria, él se plegó a ese movimiento con los jóvenes y estaba en el comité ejecutivo del diario Noticias, donde hacia una tira de ciencia ficción, donde de una manera más explícita hacia jugar a los montoneros contra los represores de forma muy visible”.






-¿Como fue trabajar con Oesterheld en plena sangrienta dictadura?


-En El Eternauta, él trabajaba de forma clandestina. Al guion a veces lo llevaba él en horarios extraños o se acercaban de la editorial, porque cambiaba siempre de domicilio, porque era una persona buscada por los militares. Y yo estaba en una situación delicada, porque estaba en un estudio de Belgrano que era peligroso. Gracias a esta situación que te cuento me parece que pase un poco desapercibido. Llego un momento en que me tuve que ir del país porque mi hijo estaba en la misma situación que Héctor. Fueron años muy duros para mi familia”.




 

-¿Cuál fue su reacción en 1969 al ver la versión de El Eternauta que realizaron juntos Oesterheld y Alberto Breccia?

-Para mí fue muy difícil juzgarlo, porque cuando Héctor y Breccia se juntaron para hacerlo, no estaba en el país sino en España. Estaba recién volviendo, por eso entendí que tuvieran la necesidad de reproducir la historia y lo que ocurre o lo que no había advertido era el cambio político y la nueva vuelta de tuerca que le estaba dando Oesterheld a la historia”.







El Eternauta II realizada en 1976 en plena dictadura es un giro argumental del propio guionista Oesterheld que sería un desaparecido de esos nefastos años (1977) y con un dibujo respetado por parte de Solano Lopez pese a no estar de acuerdo con esta versión a la que el mismo llamó "historieta montonera". 

El 27 de abril de 1977 el guionista fue secuestrado, torturado y asesinado por un grupo de tareas. Compartió cárcel en sus últimos días con Roberto Carri, se cree que fue asesinado en la ciudad de Mercedes a finales de ese año.


Fuente:

- Entrevista realizada por lx autorx a Francisco Solano Lopéz en Moreno- Septiembre de 2008.


https://unmalpensado.blogspot.com/2013/09/entrevista-antonio-presa-2006-cuarta.html



sábado, 28 de diciembre de 2024

El Eternauta y sus dos dibujantes

 Por Pavla Ochoa

Francisco Solano López y Alberto Breccia, fueron los dibujantes que Héctor Germán Oesterheld eligió para que fueran los responsables de darle corporalidad grafica al argumento de una historieta que transciende los tiempos. Una obra que se resignifica a medida que pasan los años y que se convierte en lectura imprescindible para hacerla dialogar con los hechos sucedidos en las últimas décadas en nuestro país.  




En las dos versiones de El Eternauta, encontramos a dos guionistas diferentes. El Oesterheld de 1957 es muy distinto al de 1969. En el argumento que dibujó Francisco Solano López, se alimenta de su formación humanista producto de su vida académica y de su contacto fluido con la literatura. En cambio, en la segunda reescritura, pone en juego su ideología y su adhesión política al peronismo.  El contexto personal y económico también hace la diferencia. En la primera el escritor es dueño de su propia editorial y de su libertad creativa, dispone de su tiempo para ir buscando la historia sin presión exterior. En cambio, en la nueva versión las cosas son diferentes, viene de quebrar su propio negocio editorial, vuelve a trabajar en condición de dependencia patronal y las deudas y parar la olla en su casa, termina siendo una fuerte presión a la hora de escribir.

Ahí reside la diferencia, en las condiciones de producción y en el contexto político social que determina sus rasgos ideológicos en el relato.

 

EL ETERNAUTA DE HORA CERO

Es el propio Oesterheld, en el reportaje publicado en la revista SIETE DÍAS, titulado “Mis 100 personajes y yo” , el encargado de valorar con  profunda honestidad intelectual a la saga que cambió la historieta criolla; “Creo, aunque peque de inmodesto, que fue lo mejor que se hizo en ciencia ficción en la Argentina y porque es una historia que no envejeció; al contrario, es vigente. Yo había trabajado en aquella extraordinaria colección que se llamó MÁS ALLÁ, y que editaba Abril. Desde entonces, me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos amigos jugando al truco mientras la ciudad se muere a su alrededor por la acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido, pero tuvo tal éxito que se convirtió en un folletín semanal que duró dos años. La dibujó Solano López, que se lució a lo largo de más de 350 páginas de 12 cuadros cada una, logrando una historieta popular de gran comunicación”.

El trabajo de Solano López se destaca por su carácter realista y de limitar su trazo a la necesidad del relato que propone una idea del héroe muy distinta a la marcada por las lógicas editoriales del momento que sostienen a un “héroe individual” sino que el acento esta puesto en construir al “héroe colectivo” con fuertes rasgos solidarios, humanos.

Una historieta que tiene un final imprevisible, según el propio Oesterheld; “El Eternauta es una historia con un final insólito, me lo han discutido tantas veces. Pero yo les dejo que lo discutan, porque si lo quiero explicar también entraría a discutirlo. Salió como salió, creo que es el final que le correspondía”.

 


Alberto Breccia, en la última entrevista realizada por el documentalista, Cesar Vidal en 1993 en su casa de Haedo, destacó la creación de una historieta que transciende generaciones y fronteras: “Como historieta, argumento, creo que El Eternauta fue lo más original que se ha escrito acá. Teniendo en cuenta los años que han pasado, que la ciencia ficción en aquel entonces no tenían la difusión ni la popularidad que tiene ahora, Héctor Oesterheld fue un precursor”.

 Además, Pipiolo, no dudo en destacar el trabajo de su colega dibujante; “Fue ilustrada magníficamente por Solano López que le dio el clima, es un especialista en climas. Es decir, le dio el clima adecuado, hizo un trabajo muy superior al mío, porque en esos momentos yo estaba en planos de investigación y la revista no me permitió concretar la misma porque la corto sorpresivamente. De manera que El Eternauta es la obra maestra de un maestro”.




 

EL ETERNAUTA DE GENTE

Héctor German Oesterheld, es contundente a la hora de definir la versión que hizo con Breccia: “El Eternauta en Gente fue un fracaso. Y fracasó porque no era para esa revista. Yo era otro. No podía hacer lo mismo. Y Breccia, por su lado, también era otro. Ese Eternauta tenía sus virtudes, pero también sus contras. Por un lado, su mensaje literario. Por otro, su mensaje gráfico”.




La versión de 1969 para revista Gente, fue criticada por su experimentación gráfica y su mensaje ideológico, motivos que llevaron a que fuera levantada bruscamente por la Editorial Atlántida. El escenario político y la enunciación especial de un texto movilizador para el destinatario, son elementos que rodearon a una obra maestra bastardeada por ser publicada en un medio de comunicación no adecuado para esa historieta, que llevo a que sea mutilada en su narrativa, siendo un final caótico, plasmado de extensos textos en sus últimas páginas, que en definitiva aceleraron el relato y la terminaron haciendo confusa e incompresible.



 

 En el año 2008, Francisco Solano López en una actividad realizada en el distrito de Moreno del conurbano bonaerense , pinceló las sensaciones encontradas por la sociedad del narrador de aventuras y el artista en contramano de la industria cultural: “Para mí fue muy difícil juzgarlo, porque cuando Héctor y Breccia se juntaron para hacerlo, no estaba en el país sino en España. Estaba recién volviendo, por eso entendí que tuvieran la necesidad de reproducir la historia y lo que ocurre o lo que no había advertido era el cambio político y la nueva vuelta de tuerca que le estaba dando Oesterheld a la historia”.

  



Sin dudar, Solano remarcó la ruptura de la aventura de sus dos colegas: “Tanto él como Breccia habían sufrido una evolución política que si yo hubiera estado cerca, posiblemente hubiéramos intercambiado ideas y a lo mejor salía algo parecido o no a lo publicado, pero la verdad es que fue una historieta hecha, vamos a decirlo, en complicidad con Breccia”.




La lógica de razonamiento de generar un binarismo enfrentado, un destello de la cultura argentina, puede encapsularnos en la pereza intelectual y obligarnos a entrar a esa lógica de convertir dos polos creativos en opuestos o podemos aceptar que ambas versiones son lectura obligatoria cuando hablamos de ciencia ficción e historieta argentina y sumergirnos en el profundo dibujo de Solano López y Breccia. Y no olvidar que Oesterheld, es una de las 30.000  personas desaparecidas en la última dictadura cívica, eclesiástica y militar en Argentina, victima del "Terrorismo de Estado".









lunes, 2 de enero de 2023

El héroe colectivo

 

Por Pavla Ochoa


 El 4 de septiembre de 1957, sin que nadie lo anunciara, un personaje revolucionó el mundo de la historieta argentina. Una aventura de tres páginas semanales logró atrapar la atención de jóvenes lectores que no podían dejar de perderles el rastro a los personajes creados por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López para la revista Hora Cero. Desde ese momento nada volvería a ser lo que era en el mundo de las viñetas hechas en estas tierras.




 En el prólogo escrito para la reedición de esta obra fue el mismo Oesterheld quien recordó la idea inicial que provocó esta narración transcendente para la historieta argentina; “Yo había trabajado en aquella extraordinaria colección que se llamó Más Allá y que editaba Abril. Desde entonces, me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos amigos jugando al truco mientras la ciudad muere a su alrededor por la acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido, pero tuvo tal éxito que se convirtió en un folletín semanal que duró dos años. La dibujó Solano López que se lució a lo largo de más de 350 páginas de 12 cuadros cada una, logrando una historieta popular de gran comunicación”.




 Los escenarios de la aventura ya no eran de otros lugares del mundo, sino que, todo lo contrario, eran conocidos por los receptores; “las calles de Buenos Aires”. Esta ubicación geográfica hizo más real el relato. Sin dudas las peripecias de Juan Salvo y sus compañeros de resistencias, tuvo la frescura que la aventura se fue construyendo semana a semana y que el héroe no era individual como nos tenía acostumbrados la industria norteamericana, fábrica de súper héroes, sino que el héroe central era el héroe colectivo, un grupo humano.

La nevada mortal en Buenos Aires, la invasión extraterrestre, la batalla en la General Paz, el ataque a la cancha de River, los hombres robot, el terror en la Plaza Italia, el ataque de los Gurbos en las calles céntricas o la bomba atómica sobre el Congreso Nacional, fueron elementos narrativos de esta historieta de ciencia ficción que se transformó en una obra maestra del género.




 

Solano López, describió en muchas ocasiones, el conocimiento previo que poseía sobre la ubicación geográfica donde transcurrió la aventura y donde su efecto de realidad fue logro de su brillante pluma: “Con respecto a los lugares y edificios que aparecen en El Eternauta, eran dibujos que improvisa, porque yo conocía de pibe todos esos barrios. Toda la zona norte, del Tigre hasta Palermo, pasando por Belgrano y el centro. Nací en el Hospital de Clínicas, viví en Palermo y después en Belgrano. Tenía una tía en Vicente López, a la que iba a visitar con frecuencia y siempre me hacía una escapada al río, al puerto de Olivos. Por eso en El Eternauta todo sucede siguiendo los recorridos del colectivo 29 o del 60. Años después laburé en el Banco Nación, en Plaza de Mayo, y llegué a conocer muy bien la zona de Congreso. La única vez que tuve que documentarme para un dibujo de historieta fue para el cuadro grande con la vista desde arriba de la Plaza de los Dos Congresos, donde está la base extraterrestre. En una foto que ya ha perdido tenía una panorámica de esa plaza vista desde lo alto”.

 El Eternauta le brindó aire fresco y generó una revolución a la hora de hacer historietas en estas pampas.

 

EL DESPUÉS DEL DESPUÉS

 

Desde esa inocente llamada telefónica de Oesterheld a Solano López en donde el guionista le preguntó que quería dibujar y el dibujante contestó: “Una de conciencia ficción”, es evidente que mucha agua ha pasado del bajo del puente de la historieta argentina, pero nada aún ha superado a El Eternauta. Varias reediciones en un solo tomo de la obra, una segunda versión dibujada por Alberto Breccia para revista Gente en 1969, la segunda parte de la historia para Ediciones Record en 1976, nuevamente con dibujos de Solano y guión de Oesteheld. El guión continuaba con la narración en el punto donde había terminado la historieta original. Se publicó en la revista Skorpio desde diciembre de 1976 hasta abril de 1978. Una deuda pendiente por parte del escritor fue trasladar esta aventura a la literatura, solo se publicaron algunos relatos en donde se intentó materializar esa iniciativa.




 

. El 27 de abril de 1977, en tiempos de dictadura militar, Oesterheld, fue secuestrado en la ciudad de La Plata, por su militancia activa en Montoneros. Estuvo detenido en Campo de Mayo y en otros centros clandestinos. Fue asesinado en 1978 y aún permanece desaparecido.

 A partir de ese momento el destino del personaje de historieta que se enfrentó al enemigo invasor proveniente de otro planeta fue utilizado comercialmente y económicamente por el editor Alfredo Scutti.

 



En 1981 se intentó seguir con la historia de Juan Salvo, Scutti le ofreció a Francisco Solano López que la dibuje una vez más, pero el dibujante no aceptó al no encontrar nada atractivo la idea de hacer una historieta sin su creador. Por ese motivo, el dueño de Ediciones Record le solicitó que realizara varios bocetos del rostro del protagonista. Esos dibujos se utilizaron para la historieta que se publicó sin nombres de los autores, ni de sus creadores intelectuales. Recién en el último cuadro de la historia de ciencia ficción se puede ver la firma de dos maestros de la historieta argentina; “Oswal, Morhain”.



En 1997, Solano López retomó al personaje con guiones de Pablo Maiztegui, en “El mundo arrepentido”, que fue publicado en la revista “Nueva” y donde la retórica estaba sometida a la tecnología emergente en esos tiempos, por el ejemplo el color fue aplicado por computadora. Este acercamiento de uno de sus autores de la obra publicada en 1957, de ninguna manera significó frenar el abuso de la editorial de Scutti.



En marzo de 1999 aparecía en los kioscos de diarios y revistas “El Eternauta; Odio Cósmico”, con argumento de Pablo Muñoz y Ricardo Barreiro y dibujos de Walter Taborda. El amor de los autores hacia la obra maestra de Oesterheld, se manifestó en los únicos tres números de esa historieta, pero no basto para ocultar la ilegalidad en la que se manejaba Scutti que nunca pagó los derechos de autor a Francisco Solano López, ni a la viuda del escritor, Elsa Oesterheld. La justicia argentina actuaria de oficio, reteniendo todos los ejemplares del personaje en las oficinas de la editorial Record y prohibiendo su circulación comercial.



En medio de un país en llamas, en el 2001 El Eternauta vuelve a las aventuras desde la pluma de uno de sus creadores; Solano López. La importancia de este personaje en la carrera profesional del dibujante lo llevó hasta los últimos días de su vida, a estar a cargo de elegir nuevas historias para publicar con guiones y dibujos de jóvenes trabajadores de la historieta argentina actual.



La utilización política y simbólica del Frente Para La Victoria que quitó de un soplido el rostro de Juan Salvo para ubicar en su lugar al del ex presidente Néstor Kirchner y le borró de su espalda el fusil característico del personaje para que no se genere una interpretación de que el “Nestornauta” invita a una lucha armada, no logró deformar el espíritu de Oesterheld de entender al Eternauta como un héroe colectivo y no individual.

 

A 57 años de su primera aparición pública, El Eternauta mantiene su frescura narrativa e invita constantemente a interminables interpretaciones y significaciones en los nuevos y viejos lectores. Es una historia que no envejece, que tiene vigencia. Una de las obras gráficas reconocida mundialmente y la que logró que en la Argentina el 4 de septiembre exista; “el Día de la Historieta”.


Texto original publicado en 2014 en Desalambrar Noticias;

 http://desalambrar.com.ar/arc/El-heroe-colectivo-por-Fernando


domingo, 15 de abril de 2018

“Él es un antes y un después en la historieta mundial”




Por Pavla Ochoa-

El 15 de abril, Alberto Breccia, dibujante revolucionario  que influye aún en estos tiempos modernos en la historieta mundial, cumplió 99 años.


Sonia Olmo, directora de la revista “A Tiza y Carbón e  hija de Irma Dariozzi de Breccia, segunda esposa del historietista, recordó parte de su historia compartida con ese hombre que le aporto su arte a un género aún marginal como es la historieta.





Sonia Olmo, respira y sonríe , cuando se le pregunta sobre Alberto Breccia; “Lo conocí de muy chica en el Instituto de Directores de Arte (IDA), porque mi mamá, estudiaba dibujo y él era su profesor de ilustración. Yo tenía 12 años y me impacto cuando lo vi, era una persona deslumbrante por su forma de ser, mi vieja le tenía al principio miedo y a la vez un gran respeto porque era mal humorado…


¿Lo era realmente?

Lo que pasa es que él no era una persona careta, era muy frontal, no andaba con medias tintas.




Entendiendo que usted prácticamente se crió con Breccia ¿Cuándo dimensionó que era un artista reconocido mundialmente?

Nunca me lo puse a pensar, me sorprendió su pregunta. De grande tomé dimensión de quien era, porque siempre para mí fue primero el profesor de mi mamá, luego el novio y después el marido, pero siempre para mí era una persona especial. Cuando entré a su casa de Haedo fue entrar a otro mundo mágico, libros y pinturas en las paredes, era una especie de  “Disneylandia”, ahí leí una colección completa de libros de terror que él tenía. Pero cuando me di cuenta de lo que significaba Alberto Breccia fue de grande cuando él ganó el Premio Yellow Kid para dibujantes, siendo reconocido internacionalmente y ahí comencé a ver que era para los demás.


Es que ahí muchos lo dimensionaron.

Claro, imagínate que yo lo vi dibujar El Eternauta, para mí todo era mágico y después de golpe empecé a ver quién era la persona con la que me sentaba a tomar mate. Siempre fue extraordinario ser, yo me sentaba horas al lado de él mirándolo dibujar, cebándole mate.




¿Era una persona que tenía disciplina para su tarea de historietista?

Era su trabajo. No conocí a nadie tan metódico y riguroso como él. Se levantaba temprano, le daba de comer  los gatos, después desayunaba, se preparaba el mate y se lo llevaba al estudio y ahí hasta el mediodía estaba hasta que bajaba a comer algo o a veces recién a la noche cenaba. Trabajaba rigurosamente porque dibujar era su trabajo. No soportaba a la gente que ninguneaba el dibujo como oficio, los detestaba. En todos los aspectos de la vida era meticuloso y organizado.


¿Qué piensa que le brindó Breccia a la historieta?

¿A parte de la vida? La sangre, su vida le brindo. Él es un antes y un después en la historieta mundial. Abrió caminos a que todo es posible. Mostró que la historieta es un arte, eso hizo Alberto. Fue una apertura de  caminos a que todo es posible en el género de la historieta.


¿A usted que le dejó como aprendizaje?

A mí me marcó caminos en la vida. Yo me crie con él, para mí fue mi viejo. Mi mamá se separó de mi papá cuando yo era muy chica y realmente Alberto fue mi viejo, me marcó sobre todo la honestidad de decir lo que se piensa y obrar en consecuencia. Era una de las pocas personas que conocí así, es decir “hacer lo que uno piensa”, ese es el camino que me dejo. Buscar siempre en la vida soluciones, posibilidades nuevas, no quedarse, salir adelante. Hay una frase que decía Masetti ; “Voy hacia lo que no empezó, ahí me estoy esperando” ; eso lo describe a Breccia y lo que me dejó es buscar nuevos caminos.


¿La revista A Tiza y Carbón es parte de esos caminos?

Sì, ese es el homenaje, mostrar que la historieta es presente. Lo homenajeamos siempre, en la revista, en los talleres en la librería Lipi Bropos, generando espacios de libertad y creación para los pibes. Es nuestra obligación, apostar a la historieta como lenguaje para contar historias y crear espacios de libertad.


¿Cuál es la obra que destaca de Breccia?

A mí me gusta Mort Cinder, me partió la cabeza. El Eternauta, que sin desmerecer el trabajo de Solano Lopez, es la versión de Alberto la que más me gusta y claro la adaptación de “El corazón Delator” de Edgar Allan Poe, que es una obra maestra.




¿Hablaba en las reuniones familiares de su barrio Mataderos?

Sí, era su historia. Yo conocí a varios amigos de él, por ejemplo Rafael Pugliese, era como su hermano, era una gran persona, militante del Partido Comunista, lo amaba. Recuerdo que cuando falleció Rafael, Alberto estaba en Europa y cuando vino  a fin de año,  nadie se animaba a decirle que había fallecido y se enojó con todos porque no le habían avisado. Alberto era un hombre de una gran ternura, hay que desmitificar que tenía mal carácter, era todo lo contrario.  Cuando falleció (NdR; Breccia falleció el 10 de noviembre de 1993, el día del dibujante), él tenía 8 gatos que se fueron muriendo todos, se fueron uno por semana, quedó uno solo, entendemos que fue por tristeza porque él los amaba.




¿Cómo lo recuerda?

Lo quise mucho y lo quiero mucho, era un gran tipo. Para mí es” Pipiolo”, el que amaba a los gatos, el que escuchaba tango, el que limpiaba el jardín todos los días, el que revoleaba las botellas al mar, era hermoso y tierno Pipiolo. Él de las largas caminatas por Mar de Azul, él de las interminables y hermosas horas tomando mate y viéndolo dibujar. Con él hacíamos gimnasia en el galpón, él me enamoro haciéndome dibujos de chica y me conquisto para siempre.


miércoles, 11 de abril de 2018

Diccionario Brecciano



Por  Pavla Ochoa


Breccia traspasó en su carrera un profundo viaje de constante búsqueda, la de su propia identidad en la historieta, creando inesperados universos. En las múltiples entrevistas realizadas al maestro, se pueden encontrar definiciones, anécdotas, y posturas de vida de un hombre que retrato las heridas del ser humano.


EL DICCIONARIO DE ALBERTO BRECCIA








Adaptación: “Un día, cuando fui a entregar un trabajo, el gerente ( NdR; Se refiere a la época en que el dibujante trabajaba para la Editorial Manuel Láinez) me dijo que fuera hasta una librería de San Telmo y me comprara un libro “Rocambole”. Quería que lo adaptara. Incluso medio plata, porque el libro valía 40 pesos. Lo compré y empecé a leerlo Pero como la cosa era urgente iba dibujando a medida que leía y como en un momento había demasiados personajes, resolví matar algunos. Claro que como eran personajes importantes en los capítulos siguientes se armo una galleta tal que la gente no entendía nada y hubo que levantar la serie. Esto salía en Tit-Bits, revista de la que después me dieron la tapa”.



Buenos Aires: “Mantengo con ella una relación de amor y odio, como en todas las relaciones dignas de ese nombre. Es la ciudad donde me eduqué, donde me hice adolescente, luego hombre. En Buenos Aires conocí a las mujeres que he amado. Toda mi historia está allí. Y de Buenos Ares amo sobretodo los suburbios, Mataderos, los barrios”.


 
Credencial: “¿Cómo va a tener un tipo un diploma de dibujante? Para ser dibujante hay que saber dibujar, y para mostrar lo que uno sabe lo mejor es una buena carpeta, y no un diploma”.


 
Dios: “Lo religioso no me toca para nada. Es algo que para mí no existe”.


 
Estilo: “Durante años he hecho esfuerzos terribles para formar “mi” estilo y finalmente me di cuenta que el estilo es simplemente una etiqueta que no sirve para nada. Tener un estilo “personal”, esa especie de sello de garantía, es simplemente detenerse en el punto en el que se alcanza el éxito. Luego de la cima está el descenso; no se puede estar siempre en la cima, porque la vista se debilita, la fatiga comienza a hacerse sentir, uno se aburre haciendo siempre las mismas cosas. La mayoría de los dibujantes se detienen en el momento en que han alcanzado el éxito, se instalan confortablemente y no tienen más deseos de moverse. Hay que saber arriesgar todos los días su propio éxito”.


 
Fealdad: “Quizás fui elegido para dibujar la fealdad, o quizás veo la belleza a través de la fealdad. Por ejemplo debo hacer grandes esfuerzos para dibujar una mujer linda. No puedo dibujar mujeres bellas, casi siempre obtengo mujeres feas. Si debo dibujar gente, inevitablemente los dibujo feos. Paso el tiempo haciendo croquis en los café, tengo miles. Me siento en un café y comienzo a bosquejar a la gente que me rodea: le puedo asegurar que los que veo no son bellos. Quizás tengan toda una cierta belleza interior pero exteriormente... no hay demasiada gente que sea bella”.


 
Guionista: “Ese rol nace exactamente en Patoruzito, con Quinterno. Es el primero en tomar gente del staff de Patoruzú cuando decide fundar Patoruzito: Issel Ferrazzano, Mariano de la Torre , que firmaba Dante de Palo. A ellos les encarga los argumentos y se los da a los dibujantes, así nació el argumentista profesional (...) Lo que pasa es que entonces los argumentistas no eran buenos. Porque era gente que estaba escribiendo humorismo y de pronto el editor los pone a escribir aventuras (...) Lo hacían nada más que para ganarse la vida. Wadel era el único que creía en lo que hacía”.


 
Historieta: “Nunca me gustó la historieta, no me gusta y no creo que llegue a gustarme algún día. Me gusta mucho el dibujo: me ayuda a descargarme, sana mis enfermedades. También me gusta el dibujo aplicado a las historietas pero no me gusta el género. No las leo jamás, me limito solamente a mirar los dibujos”.


 
Ideología: “A mí me han ofrecido cualquier cantidad de dinero por dibujar historietas eróticas y no he aceptado, no porque sea un puritano, sino porque no me parece bien, no me interesa dibujar solo por dinero”


 
Julepe: “El miedo, el horror, son sentimientos, sensaciones, que nos acompañan toda la vida. Tenemos miedo de la enfermedad, de la muerte, de un asalto, de un accidente de tránsito, de un golpe de estado militar... Hablo del contexto en el cual vivo. Tenemos miedo de la crisis económica, de la guerra: cohabitamos con el miedo. El miedo está mucho más presente en nosotros mismos que el amor”.


 
Kamikase: “Cuando dibujo no me propongo ganar dinero, sino hacer lo que quiero. Si luego me da dinero o sucede que  muchas historias mías no se publican, es un riesgo que yo corro. Desde que comienzo a trabajar asumo esa responsabilidad”.


 
Literatura: “Mi interés por la literatura data de la infancia. Cuando contaba con siete u ocho años, leía a Breat, Poe, mezclados con Salgari y Julio Verne: las lecturas clásicas de los adolescentes. La literatura, los libros, son para mi una verdadera pasión. Cuando leo un relato o una novela que me llega, que me impresiona, soy presa de un deseo irresistible de ilustrarlos, de dibujarlos”.


 


Llamarada: “Yo estaba paseando una noche con Hugo Pratt por Palermo que me dijo, en un coche;  “Vos sos una puta barata, porque estás haciendo mierda pudiendo hacer algo mejor”. Me dio mucha rabia, pero tenía razón. Entonces yo estaba edificando mi casa y necesitaba plata, acepté una propuesta de Oesterheld que me había hecho antes y me dio un personaje, “Sherlock Time”, que era un detective del tiempo venido del espacio, un personaje muy extraño, en cuya realización tuve mucho éxito”.


 
Mass media: “Los teóricos tienden a complicar la cosa con las historietas. En una punta hay un señor que trabaja para entretener al público. En la otra, hay un señor que quiere entretenerse. Lo bueno o lo malo que resulte del producto terminado depende del talento del que la hizo y también de las condiciones en que trabaja. Pero el público no es un ente pasivo. El público elige siempre lo que le gusta y en esa elección está su respuesta y está también su responsabilidad. Porque lo que elige, de una forma u otra, lo incorpora a la visión que tenga de la realidad. Sin proponérselo, en forma inconsciente, pero lo digiere según sus propios valores”.


 
Negro: “Si ser un autor “negro” quiere decir contar historias no muy alegres, entonces si lo soy (...) Creo que- en el fondo- ser un romántico y no un dibujante “negro”. Soy alguien que muestra las heridas, deseando ardientemente que no existan. Todo esto es puro romanticismo, ya que esas heridas van a continuar existiendo”.


 
Ñaupa: “Sucede que empecé a dibujar un viejo anticuario de muchos siglos (NdR; El compañero de Mort Cinder, Ezra Wilson) . Y me di cuenta que, sin querer, estaba dibujando mi propio rostro”.


 
Oesterheld, Héctor: “Era un hombre dotado de una enorme imaginación y una gran cultura: era geólogo de formación. Para él, en la vida, las cosas no eran tan simples, tan claras. No estaba simplemente el bien opuesto al mal; había matices, grises. Los hombres podían ser al mismo tiempo buenos y malos; hombres de carne y hueso. Él introdujo esa visión del hombre en las historietas en el momento en que el héroe estaba fuertemente estereotipado como un héroe positivo, sin debilidades –ni físicas-, sin defectos: ¡finalmente inhumanos!. Por ejemplo, un héroe típico podía luchar con diez adversarios... y vencerlos a todos; podía evitar todas las balas que le dirigían... ¡Podía recibir dos cuchilladas sin ninguna consecuencia! ¡El héroe clásico era así!
Con Oesterheld el héroe se humaniza: fuerte y débil, valiente y cobarde, bueno y malo al mismo tiempo”.


Proletario: “El dibujante se cree un intelectual y no sabe que es un trabajador. Yo admiro mucho más y respeto mucho más a un plomero que va a casa a cambiarme el grifo y me dice «mire usted esto vale 5.000 pesos y si no le gusta llame a otro». Y yo le digo, sí señor, cámbieme el grifo por favor. A un dibujante lo llaman de una editorial, lo hacen esperar cinco días, le pagan cuando quieren y lo basurean, y el dibujante se aguanta, porque está en el nivel del intelectual, el hombre que no discute precios. Pero el dibujante ha de ser un trabajador en el momento de los precios, después será artista”.


Quienquiera: “El editor es un señor  que edita historietas como podría fabricar chorizos. Es un señor que quiere ganar dinero.”


 Resistencia: La razón principal que me llevó a comenzar Perramus fue el deseo de testimoniar todo lo que pasó en Argentina en la época de la dictadura militar. Es mi deber hacerlo. El dibujo era y es todavía, mi única arma. Con esta arma, protesto. Perramus fue un grito de protesta, un grito de rebeldía. Ahora la situación de Argentina ha cambiado: no totalmente, pero en gran parte ha cambiado. Hoy también hay buenas razonas para continuar protestando, pero ya no es mi tarea... No habría que dejar de protestar”.


Socios: “Es como un matrimonio; tras unos inicios intensos y pasionales, la monotonía toma el relevo”.


Tango: “Amo la música, todo tipo de música., pero la única que me conmueve y logra conmoverme hasta las lágrimas es el tango. No hay otra. El tango tiene 120 años, yo tengo 73, he vivido parte de historias; he vivido directamente una buena parte de las historias que narra el tango”.


 
Universo: “No puedo ignorar el contexto político y social en el cual he vivido. No vivo en una bola de vidrio. Si, en un hermoso día, decido salir para ir al restaurant, detengo mi auto en un gran boulevard y dos pequeños de cinco años se me acercan para pedirme una monedita, no puedo impedir verlos. Todo eso acaba en mis dibujos: es el contexto en el cual vivo”.


 
Vanguardia: “Cuando la revista Karina nos propone Richard Long para su suplemento, yo hacía cinco años que no dibujaba. Acepté el trabajo por una cuestión de dinero, pero lo iba postergando porque tenía miedo. Hasta que un sábado me acorralan: había que entregar la historieta el lunes. Y justo ese sábado me saco una muela. La extracción es dolorosa, se me hincha la cara y tengo fiebre. Entonces para ahorrar tiempo recurrí al collage y suprimí veinte cuadros al guión. Estas decisiones se debían a la necesidad de terminar rápido y no a una genialidad (...) Ocurre que las cosas se mistifican y después se descubre que detrás del mito siempre hay una vulgaridad, un tipo en camiseta”.


 
Wadel, Leonardo: “Oesterheld siempre fue muy valorado, y los dibujantes lo buscaban. La queja se podría justificar en Wadel, que está injustamente olvidado y yo diría que fue aquí el inventor de la profesión de guionista”.


 
Xerografiar: “Me costó mucho aprender a dibujar, hasta los 30 años yo era un dibujante que... Yo copiando, intentando, sufriendo, como hacen todos, siempre cuesta aprender a dibujar; y se trataba de hacer esto o seguir en un matadero rasqueteando tripas hasta morir, así que me seguía con ello o copiaba a Hogarth”.


 
Yantar: “Todos los días comprábamos con mi mujer un litro de leche y un alfajor, y esa era nuestra dieta. Medio litro de leche y medio alfajor cada uno (...) aún en la miseria hay que mantener cierto esplendor”.


Zorro:Para ver si conseguía interesarlo a Héctor, me invento toda una mentira de que la King Feataures estaba interesada, porque yo me comuniqué con la King Features, realmente. Hablé con el que era el presidente de los corresponsales extranjeros y él la mandó a los EE.UU. Y entonces con esa carta le dije a Héctor que podía colocarse en los EE.UU. (era falso, porque no les había interesado) y que por favor me terminara Las Termópilas. Me la terminó; si no, hubiese quedado inconclusa”.