miércoles, 12 de febrero de 2025

Entrevista con Silvestre Szilágyi

 Por Pavla Ochoa 

El dibujante de historietas, Silvestre "Frank" Szilágyi, es un claro ejemplo de lo que significa ser un trabajador de viñetas en nuestro país. Una industria local inexistente, con trabajos por encargo para editoriales de Europa y una ausencia de políticas públicas que fortalezcan y resguarde la actividad historietista es a lo que se enfrenta actualmente un trabajador del lápiz al no ser considerado como un oficio ser dibujante.

Desde que cumplió los 18 años de edad, Silvestre Szilágyi comenzó a recorrer las redacciones de las editoriales con sus dibujos bajo el brazo. En Columba le dijeron “que le faltaba” y lo mandaron a estudiar con Breccia en el Instituto de Arte (IDA), donde logró perfeccionar su trazo. Cuando Breccia decidió abandonar el IDA, sugirió a sus alumnos que no se desperdiguen; que, si conseguían un lugar apropiado, él seguiría con las clases. A partir de ahí nace el “Estudio Géminis”, un “refugio de creadores”, que fundaron junto a Gaspar González y otros, que mantuvieron, una experiencia única en la historieta argentina que duró casi 24 años. Consiguió trabajo en la revista Intervalo donde ilustró relatos bélicos, aventureros, históricos, policiales y hasta romances. Su amor por la historieta lo llevó a dibujar a un personaje que consumía en su niñez; El Fantasma (The Phatom) para la editorial norteamericana Moonstone Publishing.




Con la perspectiva que dan los años y la experiencia, Szilágyi mantiene el amor a una profesión que nunca le garantizó un sólido ingreso económico pero que nunca lo hicieron retroceder a ser protagonista de ese mundo de viñetas que solía disfrutar de niño como lector.

El domingo 31 de agosto de 2014, en el programa de radio “Nunca Es Tarde” que hacía en FM Moreno 90.1, le realice esta entrevista telefónica en la que hablamos del duro oficio de dibujar y de cómo fue estudiar con Alberto Breccia:

 

-¿Qué significa en la actualidad ser dibujante de historietas?

Para mí, es muy importante esta profesión, porque puedo contar una historia con dibujos. Cada uno que quiere contar historias a veces cree que necesita utilizar un set de filmación para hacer una película, pero en realidad un lápiz y un papel es mucho más barato.

 -¿Cómo llegó a ser dibujante?

 -Desde antes que tenga memoria, un abuelo me decía que yo dibujaba desde chico, cuando aún no sabía hablar, ruedas, que era lo que me llamaba la atención. Después seguí dibujando trenes, autos y a los 8 años comencé a leer historieta y copiar personajes. Luego empecé a contar otras historias, dibujando guiones ajenos, aunque también escribí algunos. Pero como profesional arranque el 15 de agosto de 1971 que me llamó Lito Fernández para preguntarme si quería ser su ayudante. Y me acuerdo de la fecha porque dos días más tarde era el feriado del 17 y fue el día que fui al estudio que él tenía en Belgrano y comencé este oficio, pese a ganar la mitad de plata de la que ganaba en otro trabajo, porque yo quería dibujar.


¿A quiénes rescata de esa historieta de la época de oro?

  Los mejores dibujantes de esos años son Hugo Pratt, Arturo Del Castillo y Alberto Breccia. Un italiano, un chileno y un uruguayo, pero que se formaron e hicieron su carrera acá. Además, Arturo Del Castillo, tiene muchas historietas románticas que fueron publicadas en INTERVALO, que son más de una vez mejores a las obras más conocidas que tiene.  Él y Alberto Breccia, hicieron trabajos para Inglaterra que están bastantes buenos pero que acá fueron muy pocos difundidos, solo algunas páginas, una lástima para quienes amamos la historieta.




 -¿Conoció  personalmente a Alberto Breccia?

 -Sí, fui alumno de él. Una vez fui a la Editorial Columba con dibujos de aficionado y ahí me recomendaron que vaya a perfeccionarme en algún curso de dibujo y me mandaron al Instituto de  Arte (IDA), ahí también  daban clases Ángel Borisoff y Pablo Pereyra, que antes habían enseñado en la Escuela Panamericana de Arte. Pero la verdad es que yo no sabía quién era Breccia. Pensé en primera instancia que hacía humorismo porque cuando él decía Mort Cinder, yo no conocía al personaje y creía que era un personaje cómico llamado “Morcilla” y cuando vi los dibujos me di cuenta que era otra cosa. Son esas cosas que pasan por no conocer.




 

-¿Cómo era  Breccia como maestro? 

-Era bastante estricto y muy serio. Decía lo que pensaba sin anestesia. Es decir, si algo no le gustaba decía: “Esto es una porquería…Rómpalo y quémelo”. Él pensaba realmente lo que decía y casi siempre era algo que estaba acertado. Esa honestidad nos servía para esmerarnos en nuestro trabajo, para que no diga eso.


 ¿Qué concepto brindado por Breccia, le quedo en su dibujo?

 Qué hay que dibujar todo lo que pueda del natural, en especial figura humana, tanto vestida como sin ropa, para estudiar bien todos los detalles. También hacer bocetos de animales, autos, porque ahí se traslada lo que son las tres dimensiones en la que vivimos: ancho, alto y profundidad, donde la trasladamos a dos dimensiones en una hoja. Hay que tener bien claro la diferencia entre lo que es línea y mancha, pero nunca olvide que la historieta es contar una historia, más allá de ser un buen dibujante. Hay que aprender a mirar a nuestros alrededores y dibujar para comunicar una idea. Breccia, siempre nos decía; “Dibujen del natural” y tenía razón, es donde uno aprende a mirar, a observar.

 

Siendo usted lector de historietas ¿Cómo vivió ese momento en que dibujo a El Fantasma (The Phatom) para la editorial norteamericana Moonstone Publishing?

 Dibujé durante años a El Fantasma, hice 450 páginas. Imagínate que lo leía cuando era pibe y lo mismo me hubiese pasado si me tocaba Superman o cuando me tocó dibujar Dax que salía en Dartagnan y lo dibujaba Marchione que lo conocí cuando éramos alumnos de Breccia y que ya sabía del personaje de antes que se publicara porque iba a visitarlo y me encantaba ese personaje. Después me toco dibujarlo en un montón de capítulos. Obviamente, El Fantasma me sirvió para mostrar mis dibujos en muchas partes del mundo. Trate de hacer esa historieta lo mejor que podía para que la disfrute el que la lea.




 ¿Cómo es ser dibujante en este tiempo actual?

 Muy duro. Muchas veces la gente te dice porque no te buscas un trabajo en serio. En la actualidad hay editoriales que le exigen al dibujante que les pague para poder publicar, lo que es una locura porque uno está trabajando para ganarse la vida y tiene que pagar, es como decirle a un albañil levante una pared, pero me tiene que pagar, es un disparate. Lamentablemente es un abuso y no hay ninguna ley que resguarde a los dibujantes de historietas.

 

 


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