Por Pavla Ochoa
Está deslumbrado. Es como que puede sentir las pulsaciones de cada trazo. Don
Alberto le muestra los originales de Mort Cinder, parecen terminados, pero solo
es la base a lápiz. No puede creer la perfección que está logrando. Lo recuerda
de cuando estudió por correspondencia en la Panamericana. Ese curso que tuvo
que volver hacer el examen porque no le había ido bien.
La historieta le entró a Gianni por su padre que compraba “El Rayo Rojo”, para manejar el castellano, pero todo cambió cuando llegó a sus manos el Sargento Kirk. Lo enloqueció el dibujo del tano Pratt. Y quiso también dibujar. Pero, lo que está viendo lo maravilla como loco. Obviamente, no es el mismo tipo que dibujaba a Vito Nervio. No lo es. Aunque ama con locura a Ugo, sabe que Breccia es el mejor dibujante de historietas del mundo. Esta impresionado por la retroalimentación que está logrando con el trabajo que está haciendo con Héctor, al que considera que escribe literatura pura y que es muy claro en lo que quiere en sus argumentos.
Al ver esa historieta, se siente un brote
verde y que Breccia ya es un árbol. Pero ese encuentro lo empuja a seguir.
Pipiolo está haciendo lo que siente y esa es una gran lección revolucionaria
que capta la atención del joven que está comenzando a trabajar en la Editorial
Yago. Siente que quiere vivir del
trabajo de dibujar y marca en su pecho una frase que lo acompañara siempre;
“Haz de lo que amas tu trabajo y no trabajaras nunca”.
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=i7hYIfM91Ds
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