miércoles, 17 de enero de 2018

Breccia por Breccia

 Por Pabla Ochoa


En el 2013, Patricia Breccia, accedió a una entrevista realizada por mail para hablar sobre su padre; Alberto Breccia.

 A continuación compartimos las  preguntas y respuestas breccianas.



Ilustraciòn de Patricia Breccia publicado originalmente en http://salvajeando.blogspot.com.ar/2014/11/alberto-breccia-mi-padre.html



 ENTREVISTA A PATRICIA BRECCIA

-En el articulo de Laura Vázquez  publicado en la revista Fierro número 72 del mes de octubre de 2011 (luego editado en su libro “Fuera de cuadro”) la periodista señala: “ Más de una vez pensé en sus hijos dibujantes que tuvieron padre acaso dos veces”. Lo que me lleva a preguntar ¿Cómo era Alberto como papá? ¿Qué recuerdos tiene de él y su mamá?

-Mi padre fue el mejor de los padres. El mas amoroso, el que nos guiaba siempre. De mi madre recuerdo poco, ya que cuando yo nací, ella ya estaba enferma. Pero si me acuerdo de las noches de invierno, todos sentados al lado de una gran chimenea, mi viejo asando batatas en el fuego, y mi vieja tejiéndonos a mi hermana y a mi, ropita de lana para las muñecas. Casi una postal. La mejor de todas.

-¿Qué anécdotas contaba Alberto de su niñez y juventud  en Mataderos?

-Bueno, ha contado mucho a través de los años. El tuvo una infancia y una adolescencia feliz, si bien tuvo que trabajar desde muy chico, creo que sus mejores momentos los pasó en el mataderos de su infancia…Siempre hablaba de cuando, con mi tía, se iban al fondo del enorme patio de su casa (casi una selva trópica) para leer, entre plantas y animales, la colección de los libros de Calleja….

-En los Mitos de Cthulhu tu papá le dedicó esa obra a tu abuelo: “A mi padre a quien todo lo debo” ¿Qué  mencionaba de tus abuelos? ¿Qué relación tenía con ellos?


-Él se llevaba muy bien con sus padres. Los quería mucho. Mi viejo fue un buen hijo. Cariñoso, y atento a las necesidades de mis abuelos.

-¿Cómo fue tu niñez en tu casa de Haedo donde constantemente había visitas de personas del ambiente artístico?


-La recuerdo como una infancia feliz, llena de aventuras…Haedo era como una ficción, una historieta, o un cuento de Bradbury.Siempre ocurrían cosas mágicas, entre ellas, las visitas de personajes maravillosos.

-Todo lo que rodeo Mort Cinder fue difícil para Alberto, según él mismo declaró en la entrevista realizada por Antonio Martín, Carlos Giménez y Luis García en mayo de 1973 para Bang ¿Percibían la situación económica que atravesaba tu papá? ¿Cómo vivieron con tus hermanos ese momento en que él  dejo de dibujar?

-Claro que la percibíamos. De hecho, la sufrimos todos. Hubo épocas en que no teníamos ni para comer (literalmente) muchas veces yo iba al colegio si haber probado un bocado…Por eso mi viejo se hartó de una profesión que no le daba ni para pagar los remedios de mi madre. Estaba endeudado, y tenía que sostener tres hijos chicos el solo. Largó todo y se asoció con otra gente para armar un instituto de arte. I.D.A   El mismo que sacó a generaciones de dibujantes. Un referente de la cultura de esos años, junto con el Di Tella.

 -La constante búsqueda de formas de expresar hizo que las editoriales argentinas no editaran su trabajo, lo contrario a lo que sucedía en Europa ¿Cómo vivían esa convicción ideológica de tu papá de no transar con la industria?

-Bueno, de manera natural. Nosotros, siendo chicos, lo acompañábamos en sus decisiones, porque era lo que siempre habíamos escuchado, mamado, fue la educación que nos dio. Una escala de valores inalterable. No traicionarse jamás.


-¿Qué pensaste en su momento de la obra de La Vida del Che, trabajo en conjunto con tu hermano? ¿Cómo viviste la censura de la dictadura de Ongania y las amenazas de bomba?


-Bueno, yo era chica en la época de Onganía, y cuando dibujaron el Che. Lo viví mal, tuvimos que irnos de mi casa, exiliarnos por varios meses, y lo que recuerdo, fue verlos a mi viejo y mi hermano, quemando libros y dibujos del Che, en el fondo del jardín de mi casa, para borrar toda evidencia que nos pudiera poner en peligro. Fueron épocas espantosas. (pero eso ya fue en la época del proceso) después de haber recibido varias amenazas y antes de la visita de gente de los servicios de Inteligencia.


-Alberto declaró haber quemado los originales de Vito Nervio en el jardín de tu casa de Haedo. En un intercambio por mail, Carlos Nine me dijo al respecto: “Él era muy dramático, muy teatral, tiraba esos datos impresionantes que vos decís “¡A la mierda!” Pero anda a saber si lo hizo. Por ahí no lo hizo… ojala no lo haya hecho”. ¿Viviste ese momento? ¿Tu papá te dijo algo al respecto? ¿En  que época paso lo de la quema?

-No, Carlos, creo que se confunde. Es lo que cuento mas arriba. Tuvo que quemar esos libros, pero por un tema de seguridad. Nunca quemo ‘ningún original. Al contario, mi viejo fue un gran defensor de los originales, y siempre obligo a los editores a que se los devolvieran. Decía: los originales es lo único que tiene el dibujante” Siempre tienen que volver a el. Y eso fue los que nos enseñó. Nosotros siempre exigimos los originales a los editores. Yo conservo absolutamente todo.

-Tu hermano Enrique en una nota publicada en la revista Comiqueando número 43 de enero del 2000 ante la pregunta de que si él deseaba querer ser dibujante como tu papá respondió; “No, porque yo no lo veía dibujar a mi viejo, la primera vez que lo vi dibujar yo tenía 19 años. Él tenía un estudio afuera, se iba a la mañana volvía de noche y yo no lo vi dibujar nunca. Ni siquiera leía sus trabajos porque él no lo permitía que entraran revistas de historietas en casa” 


-Esto que dijo mi hermano, lamentablemente, no es verdad. Mi viejo siempre tuvo el estudio en Haedo, en nuestra propia casa. Por lo tanto, lo vio dibujar  ami viejo desde que nació, como nosotras. Lo de las historietas, también es una gran mentira. Siempre había revistas de historietas en mi casa, estaba llena. Yo me crie leyendo revistas de historietas...imagínate. Revistas nacionales y extranjeras. Linus, Charlie, Patoruzito, Hora cero, etc. De todo y para elegir. En mi casa había solamente una habitación, la Hemeroteca dedicada a revistas que mi padre traía de Europa cuando viajaba, las que le enviaba, y las nacionales. No puedo comprender porque Enrique declaró esto, ya que está faltando a la verdad. Cualquiera que conocía mi viejo y mi casa de Haedo, sabe que mi viejo trabajaba en su estudio, de la mañana a la noche, y todos los dias de su vida, hasta que se murió. También daba clases en su estudio. Supongo que mi hermano “vivió en otra casa en esa época”, porque está contando una realidad que solo existió en su imaginación…

-¿Qué viviste vos en tu niñez  a diferencia de tu hermano?

-Yo creo que los tres vivimos cosas diferentes, diferentes edades, diferentes maneras de vivenciar la niñez….aunque con el mismo padre. Yo fui ‘la más pegada a mi padre, y el a mi. Éramos muy compinches. Yo adoraba estar con el, acompañarlo, mirarlo dibujar, cebarle mate.

-Mencionaste a Christian Fellinger que muchas veces a vos y a tu hermana Cristina Alberto las hacía posar como modelo para dibujar. Incluso se dice que constantemente graficaba en caricaturas algunos momentos que lo rodeaban. ¿Podes puntualizar algunas de las historietas en la que posaron? ¿Recordas alguna caricatura particular que te haya tenido como protagonista?

-Con mi hermana fuimos las niñas y mujeres de El Eternauta, y yo, puntualmente, fui “Wilbur” (cthulhú) de las historietas que hizo de Lovecraft, “El llamado de Cthulhu”. Pero cada vez que necesitaba un modelo de nene o nena, nos ponía a nosotros. Y a medida que fuimos creciendo fuimos utilizadas en diferentes ilustraciones o cuadritos de historieta.

-¿Cómo le afecto la muerte de su amigo Oscar Conti (Oski)?


-Muy mal. Ellos eran muy amigos. Amiguísimos. Oski, además de ser un creador genial, fue un gran tipo. Yo tuve la suerte que el me eligiera para dibujar en sus últimos años. Oski venía todas las mañanas a dibujar a mi departamento…tuve ese privilegio, y ese Honor.

-Alberto tenía en su trabajo una clara concepción clasista, un proletario del lápiz

 ¿Intercambiabas ideas políticas con él?

-Mi viejo consideraba que la profesión de dibujante, era un trabajo como cualquier otro. Fue el tipo menos “divo” que conocí en mi vida. Nunca se consideró un “artista” y vaya si lo era; fue un revolucionario del Arte. Un creador maravilloso. Considerado como uno de los más grandes dibujantes del mundo. Y sin embargo, era un hombre tan humilde, tan sencillo. Generoso, siempre, con los otros. Mi padre se consideraba un hombre de izquierda. Pero no de las izquierdas conocidas, tenía una manera justa, sabia y sensible de considerar la vida y la vida de los demás. No toleraba los totalitarismos de unos ni de otros. Era un tipo amplio, democrático, siempre de lado del que menos tenía, con una enorme empatía por todos y hacia todo.
Sí, hablábamos de política, claro. Yo milité desde muy chica, y si bien el se angustiaba mucho, jamás me prohibió nada.
 

martes, 16 de enero de 2018

El arte de hacer reír

Por Pabla Ochoa 

Él no detiene el andar. Intenta, busca revertir la negativa constante de los encargados de los dibujantes de las distintas publicaciones periodísticas. Muestra una y otra vez su trabajo de caricaturas políticas y tiras cómicas. Cuando siente esa idea de bajar los brazos, aparece en escena Rafael, su hermano de la vida, que lo alienta en su rol de dibujante, mientras en su humilde hogar le ceba unos amargos con yerba secada al sol.
No abandona; al contrario, se empecina en salir de la mishiadura que lo rodea. Cuando llega la noche se enfrenta al tablero y transita el camino de aprendizaje básico, copiar a otros dibujantes que están publicando.

 Nacen de esas jornadas dos personajes, “Clodoveo y Rufilanchas”, que nunca mostró a nadie, y “Mu- Fa”. Las aventuras del detective chino llegan a publicarse en la revista “Berretín”. De esa experiencia no obtiene ningún beneficio económico, pero puede difundir su faceta de humorista. 



“La influencia del dibujo humorístico norteamericano es muy fuerte; él leía a todos los renovadores de los años 30, porque además era lo que el quería hacer cuando empezó, todo eso le quedo latente durante años”3, advierte Juan Sasturain, para entender el tratamiento gráfico de Mu-Fa.


 Carlos Garaycochea, humorista y amigo del dibujante, apunta a la observación como característica medular para la caricaturización de hechos de la realidad: “Creo que la tarea de un humorista honesto es dar observación, inteligencia, y dar humor que se pueda hacer delante de toda la familia 4”. 


En cambio, para el ex ayudante y alumno de Breccia, Horacio Lalia, el humor y la aventura no van de la mano: “ En el humor importa el chiste y el momento, pero es diferente a lo nuestro, dibujantes de revista. Por eso el humor no es como la historieta y, lamentablemente, no podemos hacer algo combinado. Somos como tribus diferentes”5.

 Esa asimetría en Tito nunca existió. Él era oriundo del humor y pese a ingresar al universo del dibujo serio, nunca abandono la pasión por esa forma grafica, sencilla pero a la vez compleja, que es el arte de hacer reír. En la entrevista realizada por su colega Oscar Vázquez Lucio (Siulnas) en 1989, confesó sin tabúes: “Siempre me gustó más el dibujo humorístico que el serio, aún hoy”.


3      Sasturain, Juan; “Breccia se reinventa todo el tiempo”, por Andrés Valenzuela, en Pagina 12, sección Cultura & Espectáculos, Buenos Aires, 8 de diciembre de 2013.

4     Garaycochea; Carlos; “Muestra de la historieta en Moreno”, en ParaUd!.., sección cultura, Julio de 2013.


5    Lalia, Horacio; “La historieta como medio de comunicación””, por Emilio González Larrea, en Proxima, diciembre de 2012


Mataderos y Breccia

 Por Pabla Ochoa

El barrio, la amistad de juventud, el boxeo, la literatura y el tango son los cimientos estructurales en la arquitectura de Alberto Breccia como artista . Componentes que escupió en su obra, como huellas y marcas de su propia existencia. En su carrera como profesional del dibujo viajó por su vida a golpes de interrogantes para llegar al latido de las cosas de sus orígenes. 



Fue una avalancha de paisajes que lo sitúo inevitablemente en su propia niñez, una descripción perfecta de esa zona desconocida, su formación como ser humano. En cada entrevista que otorgó como profesional se encargó de recuperar la historia de esa otra ciudad que también se llama Buenos Aires: “Muy poco sobrevive actualmente de mi juventud. Todavía hay alguna murga, pero queda muy poco. Los guapos han desaparecido, se han convertido en asesinos sanguinarios. El guapo no era un asesino, sino un hombre que hacía del valor su religión; no se dejaba amenazar, insultar, era un hombre respetuoso, valiente, y probaba su valor ante sí mismo y ante los demás en un combate leal, a rostro descubierto. No era un asesino ni un ladrón, era un hombre con un trabajo; la mayoría de los guapos eran carreteros o troperos. Ahora sólo hay asesinos despiadados, enfermos, homicidas maniacos, la consecuencia de todos estos años de terrorismo de estado”. 1




Guillermo Saccomano, reconoce en Mataderos el lugar donde se encuentran los elementos fundacionales de su "cosmogonía" hasta el día de su muerte el 10 de noviembre de 1993; “Breccia, se enorgullecía de su origen tripero como si hubiera una clave ahí, Y la había, la hay. En la pobreza, en ese origen que respira el hedor del matadero y tiene el sonido de las vacas mugiendo hacía el mazazo, allí hay un efecto, una clave y no es otra que ese consejo que Van Gogh le escribe a su hermano Theo; Encuentra bellos todo lo que puedas”.2


Breccia, mostró sin rodeos sus recuerdos que tuvieron mate, telarañas de techos de chapas, una sonrisa, una voz que perdura por los siglos y que cantaba; mi Buenos Aires querido con un clavel invisible en la solapa. Mataderos es un barrio que llevó siempre en la sangre. Patricia Breccia, remarca como fundamentales esos años de niñez y juventud en la vida de su padre; “Si bien  mi viejo tuvo que trabajar desde muy chico, creo que sus mejores momentos los pasó en el mataderos de su infancia. Nunca olvido a sus amigos, ni se fue del barrio”.


 Juan Sasturain, rescata ese regreso desde su obra a su rioba que siempre fue para él “un mundo que esta vivo” y no un simple recuerdo de niñez: “Alberto Breccia supo evocar el clima y los personajes de ese mundo de su infancia y juventud al ambientar algunas de sus mejores historias en Mataderos. El barrio no podría haber tenido mejor cronista y testigo; nada menos que un artista, un laburante del dibujo absoluto”3.

En esa tierra del esfuerzo y la extrema pobreza, el artista moldeó a la libertad como postura de vida. Nunca perdió el rumbo libertario y esa convicción nacida es sus primeros años de existencia  lo llevó a quebrar las cadenas de la enajenación que impone el capitalismo salvaje y de atreverse a retratar las heridas del ser humano y las de su propio ser.



1 Imparato, Latino, "Sombras y Luces", París, Francia,  30 de enero de 1992.

2 Saccomano, Guillermo, “Desde las tripas”, suplemento Radar, Pagina 12, Buenos Aires, 5 de enero de 2014.


3 Sasturain, Juan, “Breccia; Mataderos de memoria”, Página 12, Buenos Aires, 21 de octubre de 2013


lunes, 15 de enero de 2018

Vito Nervio a fuego brecciano


Por Pabla Ochoa

El Viento desata la furia.
Siente los moretones climáticos en su rostro.
Nada detiene su paso.
 Todo le genera malestar.
Transpira.
Piensa.
Reflexiona.
 Gira sobre su metamorfosis como artistas y ser humano.

Es la encrucijada de su vida en tensión.
En sus manos reposan viejas ilustraciones.


Trazos impregnados de tinta y sudor.
Producto de su búsqueda de dignidad.

Se detiene en el viejo limonero familiar, ubicado en el fondo de su casa de Haedo.
 Por un momento se permite pensar la posibilidad de desistir de esa idea sembrada en su corazón.
Sabe que avanzar es seguir las huellas de un destino sin retorno que él mismo desconoce.
Ya no es el mismo. Junta las hojas caídas de los árboles y las amontona en un rincón.
 Forma una montaña con los residuos naturales y se queda quieto.

Mira a la nada.

La lluvia golpea su sien. Enciende un fósforo como queriendo iluminar la noche, pero el único objetivo de esa acción es otra.

 El fuego se expande. Rompe las seiscientas páginas de Vito Nervio y las arroja a la fogata. Todo es verbo que devora al pasado y evoca al futuro, al mañana. Cree que “no existe nada rescatable antes de Mort Cinder” y que esa obra le marca el rumbo a seguir.


Su infierno se pierde entre las sombras del humo.

A partir de ese día, Breccia será el eterno buscador y no retrocederá su andar nunca más.

Fuente: Breccia el viejo, conversaciones con Juan Sasturain (Editorial Colihue/2013)



El Che en el jardín de los Breccia



Por Pabla Ochoa

En el 2012, Irma Dariozzi de Breccia,  me describió la supervivencia de una historieta revolucionaria sobre la vida de Ernesto “Che” Guevara, censurada por el gobierno de facto de Onganía.

 Irma Dariozzi de Breccia; puntualizó sobre la decisión de enterrar en el jardín de la casa de Haedo una copia de la historieta junto al libro de Eduardo Galeano; Las venas abiertas de América Latina” pese a la negativa del dibujante; “La dictadura de Onganía le quemó los originales de la historieta de El Che. Vinieron a nuestra casa personal del SIDE y se llevaron todo el material y lo incendiaron, así alegremente. No le hicieron nada a Alberto, pero siempre estuvimos con el ojo puesto encima Yo tenia dos ejemplares de El Che Guevara, en esos momentos Alberto comenzó a quemar libros y me negué terminantemente a que suceda lo mismo con esa historieta y Las Venas Abiertas de América Latina de Eduardo Galeano. Los envolví con papel enrollado, con papel metálico y con tubo de plástico de los que se usan para las hojas de dibujo y los enterré en el jardín. Permanecieron años en ese lugar hasta que todo se tranquilizo y saque todo. Gracias a esa decisión en España hicieron todo el retoque en blanco y la Editorial Ikusager lo publico y ahí nació otra vez el Che Guevara”. 


Esa decisión de cuidar la publicación de la colección Biografías de la Editorial Jorge Álvarez para que luego “Ikusager” en España lo editara con un formato de lujo, le brindó el 3 de marzo de 1986 una simple y profunda dedicación de su esposo; “Para Irma con todo mi amor. Alberto”.


Publicado originalmente en el número uno de la revista "A Tiza y Carbón"(2013)


jueves, 11 de enero de 2018

Anecdota imaginaria: Bienal 1976

Por Pabla Ochoa

Escucha atento las preguntas de Antonio Salomón, se detiene en un suspiro y responde en el clima cordobés de la Bienal de Historieta de 1976. No duda en recordar una vez más sus orígenes y reescribir el guión propio de su vida con su yerno, Norberto Buscaglia, como acompañante del acto de comunicación; “Empecé a dibujar por una cuestión genética. El dibujo en mi familia es una “tara”; mi padre, mi mujer, mis hijos, dibujan.., si yo no lo hago me muero, reviento”. 


Vuelve a mirar fijamente a los ojos del entrevistador y continúa el relato; “Me inicié en el humorismo porque tal vez en el fondo soy humorista y tengo conciencia que en humorismo es la única forma capaz de encarar ciertas cosas que de otro modo sería imposible. Después lo abandoné y me dedique a la historieta porque comprendí, después de muchos años, que es el medio de comunicación masivo y que con ella puedo llegar a infinidad de personas, y eso es lo que realmente me interesa”. 

Golpea con su puño la mesa donde está el grabador que registra su testimonio y finaliza sobre el índice de su carrera; “Me inicié como todos: copiando, muy humildemente, muy de abajo, sin darle mayor importancia a mi trabajo, considerándome como un empleado de oficina. Si esto que yo hice transcendió, soy inocente y si no hubiese trascendido también seria inocente”.

Enciende un pucho, mientras se toca su extensa barba blanca que cubre una gran parte de su rostro. Es la atmosfera retrospectiva, la cual lo hace detenerse en su primera obra en conjunto con Héctor Germán Oesterheld y en una reflexión sintética, señala el momento justo de cuando percibió que ese trabajo estaba teniendo un prestigio distinto a la historieta del detective porteño, Vito Nervio, que dibujaba con guiones de Leonardo Wadel; “Fue cuando Sapia, un gran dibujante argentino, que está en Brasil, vino un día a felicitarme por Sherlock Time, ahí me di cuenta que lo que estaba haciendo estaba trascendiendo”.

Repite hasta el cansancio que él no tiene necesidad de ser original en el género de historieta y con voz fuerte, le indica su parecer a Salomón; “¡NO! Eso de la originalidad no; el único hombre original es Adán…Lo de la expresión si, ésa es mi necesidad. Pero lo de la originalidad no. Por ejemplo hay un cuento la Pata de Mono, que yo tenía ganas de hacerlo desde hace 20 años y recién ahora que estoy viejo y domino ciertas técnicas me he animado hacerlo, y así por reflejar el ambiente que yo imaginé para el cuento. Pero no lo hago para deslumbrar a nadie; mirá, pensá que lo hago y no sé si lo voy a publicar. Lo hago para realizar un sueño de pibe; lo imaginé así y cómo puedo hacerlo me doy este pequeño lujo sin especular con el público, ni con editores”.


Sin rodeos, el troesma, se define; “No soy un historietista, soy un advenedizo, un aventurero que se mete en ella; no soy ni un dibujante, ni un pintor. Que estoy haciendo cosas que ya nada tienen que ver con la historieta. Es más, que soy un tipo que le está haciendo daño a la historieta. Soy un destructor. A mi hace poco, me dijeron una cosa que me molestó bastante. Me dijeron; “Usted es un historietista de caballete”. Por eso no sé si lo mío es válido. Los grandes maestros de la historieta fueron gente simple, pura, que creaba ilusiones… yo no sé si no las estoy destruyendo…”

Tito Breccia, sin pelos en la lengua señala que “la historieta argentina es una de las mejores del mundo” y es sencillo a la hora de describir su dibujo en los capítulos de Mort Cinder donde la aventura transcurre en una prisión; “Me gustó dibujar a todos por igual. El de la cárcel que todos elogian, a mí me aburrió enormemente”.

La última declaración es de principios y coherencia con sus ideas, cuando Antonio Salomón le pide una opinión de las bienales y particularmente de la de Córdoba¸” Vos sabés que yo he participado como jurado, presidente de Delegación, en varias Bienales, lo que no significa ningún mérito, sino sólo una experiencia y todo eso me sirvió para saber que todo aquello se maneja en forma muy fea; no quisiera que la Bienal de Córdoba se transforme en algo parecido a las otras Bienales. Me gustaría y me sentiría muy feliz si así fuera, que se mantuvieran limpia, honesta y justa”.

Termina el pucho, se levanta sin explicación alguna y se va a un rincón donde están Roberto Fontanarrosa y Caloi, entre otros colegas. Su silueta se escabulle en un universo de risas, mientras en el reportero de turno, termina de hacer algunas preguntas a Buscaglia, que aún permanece en el lugar.

FUENTE: Catalogo de la Tercera bienal, Córdoba 1976.

Tito Breccia


Por Pabla Ochoa

Trabajador. La acepción de una palabra es suficiente para definir la vida y obra de Alberto Breccia. Con vientos fuertes y profundas tormentas, siempre tuvo al esfuerzo y al aprendizaje constante como un horizonte claro y conciso que fue la brújula que guió su transitar en su trabajo gráfico.

 Las primeras historietas que ilustró y escribió fueron denominadas por él mismo como “trabajos para pucherear” o “tiros al aire para comer”. Esa lógica mental fue el motor que movilizó todos los movimientos estilísticos en sus primeros años de oficio: “El dibujante se cree un intelectual y no sabe que es un trabajador”. 

Guillermo Saccomano apuntaló la identidad proletaria de uno de los más grandes dibujantes de estas tierras con reconocimiento mundial: “Breccia se asumía, con una modestia un tanto sospechosa, como un laburante del tablero”.

En esa misma sintonía de pensamiento, Carlos Nine señaló en una entrevista realizada por mail, a Tito como un defensor del oficio de dibujante, tan menoscabado dentro del mundo de los “eruditos” del arte: “Él no tenía miedo de fracasar, porque no se consideraba artista.. El se veía a sí mismo como un trabajador. Los fracasos de los artistas son estrepitosos, los fracasos de los trabajadores, en cambio, pasan desapercibidos, no tienen sonido”. 




Horacio Lalia, alumno y ayudante de Breccia, rescató en una nota realizada en Moreno, la disciplina de una persona que entendió que el oficio era una herramienta para subsistir en un mundo hostil: “Era un tipo que tenía una conducta, un esfuerzo de trabajo que era permanente. Algo que aprendí de él es que el dibujo es un trabajo como cualquiera, que no es la bohemia de creer que uno hace las páginas que debe entregar a la editorial y después tirarse panza arriba a descansar. Todo lo contrario, hay que empezar a las ocho de la mañana y terminar a las seis de la tarde, porque es un laburo”. 




Breccia se obligó a resistir los tiempos de chapa y cartón, no dejó que lo tapara la inundación de mishiadura que recibía por parte de las editoriales que contrataban sus servicios como trabajador del lápiz. Nunca se cansó de repetir: “Para hacer historietas hay que estar dispuestos a sacar las tripas para afuera”. 

Sonia Olmo, hija de Irma Dariozzi de Breccia,la segunda esposa del dibujante, apuntó en su lucha incesante contra la adversidad como una convicción de vida: “Alberto era el mejor, porque nunca se rindió, porque nunca se vendió, porque eligió el camino de la dignidad y la entrega sin límites. Porque era una de las pocas personas capaces de decir lo que pensaba y hacer lo que decía. Un lema que lo definiría en toda su magnitud es: Voy hacia lo que no empezó, ¡ahí estoy esperándome! Era un buscador incansable, sin duda ese es su gran legado”.

 La humildad fue una de las cualidades de un historietista que se hizo a sí mismo mientras el género descubría que lo era. 

Su hija Patricia describió esa postura: “Fue el tipo menos “divo” que conocí en mi vida. Nunca se consideró un “artista”, y vaya si lo era. Fue un revolucionario del Arte. Un creador maravilloso. Considerado como uno de los más grandes dibujantes del mundo. Y, sin embargo, era un hombre tan humilde, tan sencillo. Generoso siempre con los otros”.

En sus primeros trabajos puede respirarse, a través de su trazo, una época en donde los editores abusan de los ilustradores y le niegan derechos de autor y derechos laborales, convirtiéndolos en sujetos sujetados. La resistencia, la lucha y la superación existencial son parte de su cosmovisión como trabajador y tiene su anclaje en esos incipientes años de oficio.






lunes, 8 de enero de 2018

Breccia y su primer paso en la Editorial Dante Quinterno



Por Pabla Ochoa

 En 1945 Alberto Breccia  dibujó para la revista Patoruzito de la Editorial Dante Quinterno a Jean de La Martinica con argumentos de Izzel Ferrazzano


El creador de Patoruzú, le encargó dibujar un argumento de las aventuras del personaje Jean Bray, pero las primeras dos páginas que le entregó  Breccia no lo convencieron : “Quinterno las comienza a analizar y está dos horas hablándome. Ahí me abre un panorama totalmente distinto, me enseña a mí como es la historieta, me habla de planos, de cómo se construye una página. Es la primera vez que un señor dibujante me da una gran lección. Me sirvió para cambiar totalmente mis maneras de ver las cosas. Eso se lo debo a Quinterno”.



                                            
Como lo señalara Breccia, es la primera vez que un  jefe de editorial, pero a la vez colega dibujante le dio  una lección a Breccia, usando sus propias páginas de “Jean de La Martinica” para remarcar lo que no se debe hacer.


                                         
El pretendiente a ser el “Disney argentino”, después de haber producido el primer cortometraje a color en la Argentina, “Upa en apuro”, sintió el olor de furia y tristeza que se desprendió de los ojos del joven Breccia. Rápido de reflejo, le dio una nueva oportunidad.  

                                        
                                           
Un año después, Quinterno lo vuelve a llamar y esta vez Breccia pasa la prueba.

 Jean de La Martinica se convierte en la primera historieta de Breccia para la revista Patoruzito. Ahí comienza otra etapa profesional del dibujante; “Tuve mucha suerte de dibujar para Quinterno, era un honor dibujar para él. Era una revista nueva, pero que sale pisando fuerte. Por eso entrar a dibujar ahí era consagratorio. Empecé a vivir mejor, y mucho mejor cuando empecé a hacer el Vito Nervio”.