Por Pavla Ochoa
Miércoles 1 de noviembre de 1993- Haedo.
Está
sentado frente a una hoja en blanco. Solo la mira.
-Llegó
Eduardo- lo interrumpe Irma.
- ¿Estaba
por dibujar, Alberto?
-Siempre
estoy dibujando…
-¿Qué estaba
por hacer? ¿estaba pensando que dibujar?
-Sí… o
resolviendo dificultades técnicas, problemas de composición …dibujar es mi
vida.
-¿Y estos
dibujos?- Le pregunta el visitante, señalando en la mesa algunas hojas sueltas.
-Los hago
cuando me despierto a las 2 o 3 de la mañana con terribles dolores y me vengo
acá y me pongo a dibujar. Este dibujo que tengo acá, lo hice anoche a las 2 de
la mañana.
- ¿Y eso
para que le sirve?
-Suelo
hacerme autorretratos con mucho dolor. Cuando se me pasa el dolor me vuelvo a
dormir…
-¿Le calma
el dolor?
-Sí, me
calma. El dibujo es una medicina…
Eduardo se queda mirando esos dibujos del rostro de ese hombre de 74 años que tiene enfrente. Todos fechados y con hora. Todos con trazos violentos. Piensa en la idea de trasladar el dolor al dibujo como algo mágico. Y se dice a si mismo: “Si los paleolíticos dibujaban el venado y lo capturaban… ¿Por qué no puede tener esa magia, Alberto? Ahí entiende que esos autorretratos no son una simple ilustración, sino que tiene una intención. Él interioriza su dolor en la espalda, dibujando.
Se queda mirándolo, sin decirle nada. Hasta que Pipiolo, le interrumpe el silencio, como si adivinara lo que está pensando; “Sigo dibujando y moriré dibujando". Y cambiándole el tema, le dice: “¿Qué trajiste para nuestro trapicheo?". Avanzando en ese intercambio de libros y folletines que hacen cada vez que se encuentran.
Eduardo se
lo queda mirando. Durante décadas, lo siguió mirando.
Fuente: Charla de lx autorx con Eduardo Orenstein- 09-02-2025
- Alberto Breccia; "El Hacedor" por Eduardo Orenstein para la revista: "Raf; Ilustración y Diseño"- Ediciones de la Urraca -1994
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