jueves, 26 de diciembre de 2024

Liberando al monstruo

 Por Pavla Ochoa

“Empecé a leer a Lovecraft sin saber que lo estaba haciendo. Cuando era muy joven compraba una selección de cuentos que era muy buena. Se llamaba “Narraciones Terrorificas”. Salía por el año 1937. Me enteré posteriormente que era la versión castellana de una revista que dirigía el propio Lovecraft. Una noche viajando por Europa me compré un libro de terror, en el camarote leí al azar un cuento llamado “El horror de Lundwich”. Entonces me dije: ”Esto lo tengo que ilustrar. Pero no tenía la solvencia gráfica para hacerlo”, recordó Breccia sobre su encuentro con la obra del escritor.




Hasta la irrupción de Los Mitos de Cthulhu en el mapa del cómic, las adaptaciones literarias habían sido una transcripción fiel del texto original, con ilustraciones que acompañaban el relato. La historieta de la dupla Buscaglia-Breccia viene a romper en pedazos esa modalidad tradicional en el campo de las adaptaciones. Las versiones de clásicos abundaban en revistas como El Tony, Patoruzú o Patoruzito. Se destacan de esos trabajos La Isla del Tesoro, de Raúl Roux, y la relación que hizo José Luis Salinas entre la historieta y la literatura en su obra. Pero, Alberto incursionó en la adaptación literaria desde una perspectiva opuesta. La iniciativa surgió de una simple charla con su hijo Enrique:

- ¿Por qué no hacés cosas para vos?

- ¿Cómo voy a hacer cosas para mí? ¿Qué sentido tiene?

- La verdad, papá, es que vos estás mal acostumbrado. Si no te proponen algo, vos no dibujás nada por tu cuenta. Y creo que eso no te hace feliz.

Se quedó quieto, inmóvil frente a Churrique. Entendió el significado de su reflexión. Era hora de hacer un trabajo sin tener un editor fijo. Era hora de dibujar con placer frente al tablero. “En ese momento se me abre todo un panorama y yo me convierto no en un asalariado, sino en un profesional que le dedica el tiempo que le es necesario. Que empieza a sentir el gozo de dibujar de otra manera”, contó después.
Antes de llegar a Lovecraft, Breccia eligió a otro autor para adaptar en viñetas. “Conocí a Sábato en 1970. Durante nuestra primera charla me habló favorablemente de la historieta, que consideraba un muy buen medio de interpretación de una obra literaria. Le pedí permiso para adaptar Informe sobre ciegos. Su respuesta fue positiva. Comencé a trabajar con Norberto Buscaglia, que me ayudaba en la adaptación, le había pedido en vano a Sábato adaptar él mismo su novela”, confesó el dibujante más tarde. Después de meses de trabajo, le envió al autor la adaptación. Ernesto Sábato le respondió a través de una carta, con un autoritario requisito: “Estimado Alberto Breccia: Luego de haber leído el texto de Buscaglia, lo que le quiero solicitar es que, si va a dibujar mi obra, por favor no cambie ni una palabra de mi texto”.

 




Alberto no dudó en llamarlo por teléfono y dar su sólida posición: “Sí no intervenimos en el texto mi trabajo no hará más que repetir servilmente su obra y, la verdad, no tiene sentido hacer eso”. De esa simple manera se cerró la posibilidad de que su primera historieta independiente sea la adaptación de un capítulo de la novela “Sobre Héroes y Tumbas”.

En la casa de su hija Cristina, Alberto recordó a Lovecraft, un autor que en los inicios del 70 muy pocas personas conocían en Argentina y, sin dudar, le encargó a su yerno que comience a trabajar ese universo de terror. Es así que Buscaglia abandona a Sábato para respirar Los Mitos de Cthulhu, un texto donde ambos encuentran similitudes con el mundo de los ciegos.

“En las narraciones de Lovecraft el terror está sugerido, eficazmente, a través de cada párrafo, de cada oración, de cada palabra. Es más lo que se sugiere que lo que se presenta. Todo conduce a un objetivo: sorprender al lector con un final no esperado (o si). Sólo el vértigo que producen las palabras podrá generar la duda sobre la existencia real de los monstruos que se nos mencionan o sugieren. Una cosa es cierta, no se puede leer a Lovecraft con total tranquilidad. El horror cósmico, quizás, está enredado en nuestros genes. Resulta, entonces, evidente que transformar el relato en figuras que acompañen lo que nos ofrece un texto colindante con el delirio, no es tarea sencilla ni abordable por cualquier dibujante… Y Alberto Breccia no fue cualquier dibujante”, señaló Buscaglia, tiempo después, sobre la obra del escritor y el trabajo de su suegro.




Después de varios años de trabajo en conjunto, la obra que fue capaz de generar la hermandad de ideas de dos creadores como Breccia y Lovecraft, estaba terminada. Con algunos de los cuentos adaptados bajo el brazo, Alberto se fue a Europa y logró venderlos a la Editorial Mondadori . “Entonces descubrí que había que pagar derechos de autor. Tuve que convencer a los herederos para que me los cedieran. Lo hicieron hasta 1985. Luego se arregló pagarles el 35% de las ganancias. Me quedé con sólo dos mangos”, explicaría el dibujante después.

 



Cada viñeta es un mundo en sí misma. Breccia manejó la tinta china en estado puro, donde utilizó aguadas para lograr diferentes tonos de grises. La retórica estilística recuerda al romanticismo alemán, con esos paisajes infinitos y la soledad del hombre con la naturaleza. “Me di cuenta muy pronto de que el lenguaje tradicional del cómic no podía representar satisfactoriamente el universo de Lovecraft, de manera que empecé a experimentar con nuevas técnicas, como el monotipo o el collage. Estos monstruos eran uniformes, semejantes a los que había dibujado en El Eternauta, están hechos así porque no quería ofrecer al lector únicamente mi propia visión; también quería que cada lector añadiese algo suyo, que utilizara la base que yo le proporcionaba para vestirla de sus propios temores, de su propio miedo. Al principio fue casi como un reto: quería averiguar si sería capaz de dibujar lo que Lovecraft describía. No sé si lo he conseguido, pero puedo asegurar que durante los casi treinta años que he tardado en realizar este trabajo he vivido completamente inmerso en su mundo”, describió Alberto su explorar en esa brumosa región que se extiende entre la historieta y la literatura.
Los Mitos de Cthulhu es el primer trabajo donde Breccia se atrevió a romper la enajenación. Apropiándose de su destino proletario, adueñándose de sí mismo.

 

 

 


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