Por Pavla Ochoa
Francisco Solano López y Alberto Breccia, fueron los
dibujantes que Héctor Germán Oesterheld eligió para que fueran los responsables
de darle corporalidad grafica al argumento de una historieta que transciende
los tiempos. Una obra que se resignifica a medida que pasan los años y que se
convierte en lectura imprescindible para hacerla dialogar con los hechos
sucedidos en las últimas décadas en nuestro país.
En las dos versiones de El Eternauta, encontramos a
dos guionistas diferentes. El Oesterheld de 1957 es muy distinto al de 1969. En
el argumento que dibujó Francisco Solano López, se alimenta de su formación
humanista producto de su vida académica y de su contacto fluido con la
literatura. En cambio, en la segunda reescritura, pone en juego su ideología y
su adhesión política al peronismo. El
contexto personal y económico también hace la diferencia. En la primera el
escritor es dueño de su propia editorial y de su libertad creativa, dispone de
su tiempo para ir buscando la historia sin presión exterior. En cambio, en la
nueva versión las cosas son diferentes, viene de quebrar su propio negocio
editorial, vuelve a trabajar en condición de dependencia patronal y las deudas
y parar la olla en su casa, termina siendo una fuerte presión a la hora de
escribir.
Ahí reside la diferencia, en las condiciones de
producción y en el contexto político social que determina sus rasgos
ideológicos en el relato.
EL ETERNAUTA DE HORA CERO
Es el propio Oesterheld, en el reportaje publicado en
la revista SIETE DÍAS, titulado “Mis 100 personajes y yo” , el encargado de valorar
con profunda honestidad intelectual a la
saga que cambió la historieta criolla; “Creo,
aunque peque de inmodesto, que fue lo
mejor que se hizo en ciencia ficción en la Argentina y porque es una historia
que no envejeció; al contrario, es vigente. Yo había trabajado en aquella
extraordinaria colección que se llamó MÁS ALLÁ, y que editaba Abril. Desde
entonces, me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos
amigos jugando al truco mientras la ciudad se muere a su alrededor por la
acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido,
pero tuvo tal éxito que se convirtió en un folletín semanal que duró dos años. La dibujó Solano López, que se lució a lo
largo de más de 350 páginas de
12 cuadros cada una, logrando una historieta popular de gran comunicación”.
Una historieta que tiene un final imprevisible, según
el propio Oesterheld; “El Eternauta es
una historia con un final insólito, me lo han discutido tantas veces. Pero yo
les dejo que lo discutan, porque si lo quiero explicar también entraría a
discutirlo. Salió como salió, creo que es el final que le correspondía”.
Alberto Breccia, en la última entrevista realizada por
el documentalista, Cesar Vidal en 1993 en su casa de Haedo, destacó la creación
de una historieta que transciende generaciones y fronteras: “Como historieta,
argumento, creo que El Eternauta fue lo más original que se ha escrito acá.
Teniendo en cuenta los años que han pasado, que la ciencia ficción en aquel
entonces no tenían la difusión ni la popularidad que tiene ahora, Héctor
Oesterheld fue un precursor”.
Además,
Pipiolo, no dudo en destacar el trabajo de su colega dibujante; “Fue ilustrada
magníficamente por Solano López que le dio el clima, es un especialista en
climas. Es decir, le dio el clima adecuado, hizo un trabajo muy superior al
mío, porque en esos momentos yo estaba en planos de investigación y la revista
no me permitió concretar la misma porque la corto sorpresivamente. De manera
que El Eternauta es la obra maestra de un maestro”.
EL ETERNAUTA DE GENTE
Héctor German Oesterheld, es contundente a la hora de
definir la versión que hizo con Breccia: “El Eternauta en Gente fue un fracaso.
Y fracasó porque no era para esa revista. Yo era otro. No podía hacer lo mismo.
Y Breccia, por su lado, también era otro. Ese Eternauta tenía sus virtudes,
pero también sus contras. Por un lado, su mensaje literario. Por otro, su
mensaje gráfico”.
La versión de 1969 para revista Gente, fue criticada
por su experimentación gráfica y su mensaje ideológico, motivos que llevaron a
que fuera levantada bruscamente por la Editorial Atlántida. El escenario
político y la enunciación especial de un texto movilizador para el
destinatario, son elementos que rodearon a una obra maestra bastardeada por ser
publicada en un medio de comunicación no adecuado para esa historieta, que
llevo a que sea mutilada en su narrativa, siendo un final caótico, plasmado de
extensos textos en sus últimas páginas, que en definitiva aceleraron el relato
y la terminaron haciendo confusa e incompresible.
En el año 2008,
Francisco Solano López en una actividad realizada en el distrito de Moreno del
conurbano bonaerense en 2008, pinceló las sensaciones encontradas por la
sociedad del narrador de aventuras y el artista en contramano de la industria
cultural: “Para mí fue muy difícil juzgarlo, porque cuando Héctor y Breccia se
juntaron para hacerlo, no estaba en el país sino en España. Estaba recién
volviendo, por eso entendí que tuvieran la necesidad de reproducir la historia
y lo que ocurre o lo que no había advertido era el cambio político y la nueva
vuelta de tuerca que le estaba dando Oesterheld a la historia”.
Sin dudar, Solano remarcó la ruptura de la aventura de
sus dos colegas: “Tanto él como Breccia habían sufrido una evolución política
que si yo hubiera estado cerca, posiblemente hubiéramos intercambiado ideas y a
lo mejor salía algo parecido o no a lo publicado, pero la verdad es que fue una historieta hecha, vamos a decirlo,
en complicidad con Breccia”.
La lógica de razonamiento de generar un binarismo enfrentado, un destello de la cultura argentina, puede encapsularnos en la pereza intelectual y obligarnos a entrar a esa lógica de convertir dos polos creativos en opuestos o podemos aceptar que ambas versiones son lectura obligatoria cuando hablamos de ciencia ficción e historieta argentina y sumergirnos en el profundo dibujo de Solano López y Breccia. Y no olvidar que Oesterheld, es una de las 30.000 personas desaparecidas en la última dictadura cívica, eclesiástica y militar en Argentina, victima del "Terrorismo de Estado".
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