domingo, 8 de diciembre de 2024

José Massaroli:"Adorable puente"

 Por Pavla Ochoa

¿A quién no le gusta cruzar un puente? Eso es lo que hicimos junto al dibujante José Massaroli, en la tarde noche del 19 de septiembre de 2014 en la Biblioteca Nacional. Si nos detenemos en unas de las  definiciones de diccionario  donde dice:“Persona o cosa material o inmaterial que sirve para poner en contacto o acercar dos cosas distintas”. Es justamente lo que hicimos; un puente entre la Editorial Columba y Alberto Breccia. Parafraseando a Gustavo Ceratti,”adorable puente”.

 

                                   



Usted, estudió en el IDA, pero no llegó a ser alumno de Breccia ¿por qué ?

 Cuando comencé a estudiar en marzo de 1971 en  IDA, el edificio se había mudado  de Florida al 700, donde lo había visitado a mediados del '70,  a la Galería Güemes, ahí estudie Anatomía Artística con Ángel Borisoff y al siguiente año me anoté en Dibujo Publicitario con Pablo Pereyra como profesor, porque ya no quedaba quien enseñara historieta, dado que Breccia se había ido; por eso no llegue a ser su alumno.

Cuando él decidió abandonar el IDA, sugirió que sus alumnos no se desperdiguen; que si conseguían un lugar apropiado, él seguiría con las clases. A partir de ahí nace el “Estudio Géminis”, un “refugio de creadores”, como lo llamó Gaspar González, quien fue una de las personas, junto a Silvestre Szilagyi y otros fundaron y mantuvieron, una experiencia única en la historieta argentina de la que tuve la suerte de formar parte años después, y que duró casi 24 años.




 ¿Cuándo comenzó a trabajar para Editorial Columba?

 Justamente, cuando fui a buscar trabajo a Columba, lo que me dijeron era que me olvidara de dibujantes como Breccia, señalando que si quería estar en la empresa, las caras tenían que ser “nítidas y lindas”.

 Llega a ser contradictoria esa postura, si se observa que unos de los alumnos de Alberto,  Lucho Olivera; a Nippur de Lagash le da un clima brecciano al relato del personaje estrella de Columba. Y si seguimos viendo revistas de esa editorial vamos a encontrar dibujantes como Lito Fernández, Mandrafina, Szilagyi, estudiantes del viejo.

 Sí, pero, por ejemplo, a Szilagyi lo tuvieron mucho tiempo haciendo historietas románticas para Intervalo cuando lo suyo eran las policiales y de ciencia ficción. Los otros maestros que nombraste ya estaban “consagrados” y podían hacer lo que querían, siempre dentro de ciertos límites  Aquella era una fórmula que para ellos funcionaba. Columba sostenía esa estética para que la respeten los dibujantes y guionistas y les imponía un concepto de aventura con fórmulas que fueron quedando retrasadas en cuanto al desarrollo de la historieta mundial. Se obligaba a los principiantes, como lo fui yo en 1975, a copiar a los autores más exitosos del momento, entre otras cosas, por la necesidad creciente de material apropiado a un público ya acostumbrado a determinados estilos.

 

En 1939, Alberto Breccia realizó una historieta cómica para “Páginas de Columba”, pero después no volvió a publicar más para esa editorial ¿Por qué cree que no volvió a trabajar para  la editorial de la palomita?

 En la época en que Columba se hace medio de comunicación masiva, Alberto estaba en su mejor etapa de experimentación y eso no encajaba en los parámetros de esa editorial, que buscaba un dibujo más simple, directo. Hoy en día, reconozco que la editorial conocía bien a su público, tenía una línea y supo mantenerla con éxito contra viento y marea y sólo desapareció cuando al par que se producía a devastación neoliberal de los '90, cambió totalmente el contenido de las revistas con un resultado desastroso para las ventas: perdieron su viejo público sin ganar uno nuevo.

 

   


En un capitulo de Nippur de Lagash;  “La columna de los buitres”, aparecen varias caras del mundo de la historieta argentina. Por ejemplo el mismo Wood es Madheras y sus amigos; los hermanos Villagran, Jorge Zaffino, Lucho Olivera, entre otros y en sus enemigos puede verse a Horacio Altuna y Alberto Breccia.

 Si, ahí aparece Breccia como un personaje y lo matan, lo mismo que a Altuna (Ndr: comienza a reír al recordar la broma de Zaffino) y el que lo hace es el personaje Madheras que personifica Wood. En cierta manera eran conscientes de que había dos formas de encarar la hitorieta, y que estaban en “bandos distintos”, pero siempre con un gran respeto por el nivel artístico de todos ellos.

Igualmente para salir de la humorada de Woord y Zaffino, es en esa misma historieta donde hay un homenaje explicito en su composición a una pagina de “La batalla de las Termópilas” de Mort Cinder. Es decir, había una distancia entre la empresa y Breccia, pero no así con los dibujantes.

Si. Era la empresa quién no comulgaba con ese estilo de historieta, pero tampoco el mismo Breccia  coincidía con esa forma de producir. Alguna vez Alberto me dijo hablando de un dibujante de esa editorial;”No se puede hacer mierda por 20 años impunemente”, frase que podría haberse aplicado a muchos, dada la forma “industrial” de producir historietas, a veces en una noche, o en dos días.


 ¿Qué cree que le aportó Breccia a la historieta?

 Para mí, Breccia fue el equivalente a Piazzolla en el tango: cambió todos los parámetros de la historieta; la llevó a un nivel plástico nunca visto antes y al que fue muy difícil ignorar a partir de ahí. Mort Cinder, su versión de El Eternauta, Los Mitos de Cthulu, etc. convirtieron en antiguos a muchos excelentes dibujantes. De ahí en adelante hubo que tener en cuenta la necesidad de expresión del dibujante en la factura de las historietas.

 ¿Recuerda alguna anécdota con Breccia?

 La principal, que todavía me guía, fue la primera, cuando lo fui a ver a la IDA de Florida al 700, le mostré mis historietas de aficionado de 18 años que había estudiado por correo, y le pregunté “Le parece que puedo dedicarme a esto?”.  La respuesta fue, mirándome fijamente “Métale”. No necesité más para dejar mi pueblo, Villa Ramallo, al terminar la secundaria, venirme a Buenos Aires y empezar a recorrer editoriales y estudiar en IDA.

 ¿Cuál de todas las obras del dibujante es la que destaca usted?

 Mort Cinder, sin duda, y Sherlock Time. Pero creo que hay que hacerle justicia insoslayablemente a la última parte de Vito Nervio, la de fines de los '50, y a una historieta que también salía en la revista Patoruzito aunque creo que la había hecho para el exterior: Armas de Fuego, en las que lleva el arte de la historieta “clásica” al mayor nivel. Se comprende que habiendo llegado a ese nivel de excelencia, era  imperioso para él lanzarse a explorar nuevos caminos, nuevas formas de tratar el dibujo y el relato.

 Entendiendo que no llego a estudiar con Breccia en IDA. ¿Pudo tener charlas con él para sacarse dudas que aparecían a la hora de dibujar profesionalmente?

Sí, tuve la suerte, el privilegio diría, de acceder a su casa de Haedo en 1974, por medio de su hija Patricia, que fue compañera de trabajo en la editorial de García Ferré, y poder mostrarle en sucesivas visitas, mis “avances”, recibir breves pero contundentes consejos y observaciones que tenían un peso enorme y sin duda fueron muy importantes para el desarrollo de mi dibujo. Tal vez lo principal haya sido, sin embargo, que tanto él como su esposa Irma me brindaran generosamente su confianza, su comprensión y simpatía en aquellos momentos difíciles de mis comienzos.

 


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