Por Pavla Ochoa
Es de público conocimiento que la resolución a la cara del hombre que regresa de la muerte" Mort Cinder" por parte de Alberto Breccia, fue colocarle la de su ayudante de esos años; Horacio Lalia.
En 2013, el dibujante que reside actualmente en Ramos Mejía, me recordó como llegó a ser el rostro de Mort Cinder: “Como estaba permanente conmigo, empezó a ver mi cara a la que estaba acostumbrado a dibujarla y la torturó para que sea la de un tipo de 40 años que venía de la muerte. Tenía la mitad de la edad del personaje creado por Oesterheld, por eso nunca imaginé que iba a quedar definitivamente mi rostro. Breccia nunca me comentó o me pidió permiso para usar mis rasgos, simplemente sucedió”.
Además, Lalia agregó sobre la inmortalidad de su rostro: “Cuando le preguntaron a él dijo, "de alguna forma es la cara de Horacio, pero lo que pasa es que sale un poco como Sherlock Time que es la idea de cara de lata, pero de cierta forma es la de Lalia. La verdad que si observan una fotografía mía de esa época, los perfiles de ambos son iguales solo que más sufrido y con ojeras”.
En su época de ayudante de Breccia ¿realizó
algún dibujo para la serie Mort Cinder?
No, él era
muy cuidadoso con su trabajo En esos años arreglaba historietas antiguas y le
posaba para el personaje. Tiempo después le empecé hacer algunos fondos, le
hacia algunos grises, pero no intervenía en su trabajo.
El año 1962 fue muy particular para Breccia y
Oesterheld ¿cómo observó usted esos días oscuros de los dos autores?
Lo que viví
en profundidad fue la enfermedad de Neli que estaba muy mal. Ella se acercaba
al estudio y él era una persona concentrada con su trabajo, tenía problemas con
los médicos porque a veces me contaba los problemas de salud de su compañera,
eran días muy duros pero la verdad que yo era muy pibe, sabía que ambos estaban
corriendo de un lado para el otro para revertir esa situación de pobreza, pero
la verdad que no estaba muy informado de lo que les sucedía a ambos, Además,
ellos eran muy reservados con sus vidas.
En la entrevista con Trillo y Saccomano,
Breccia mencionó que solo tenía ayudantes para que le cebaran mate y que le
posaran ¿Aceptó usted esa declaración o realmente le molesto?
Alberto era
de decir esas cosas, en realidad mi trabajo consistía en hacer el archivo
aparte de cebarle mate o de posarle en algún momento, algunos fondos había
hecho en Mort Cinder, pero él era muy meticuloso para que le tocaran el
trabajo, realmente no le gustaba que le metieran la mano en su trabajo. Hice
algunos fondos de retícula como el de la prisión, ahí me dejo meter un poco la
mano, pero no me tenía solamente para cebar mate.
Alberto era
un gran tipo, más allá que era una especie de coraza que tenía hacia el
exterior, cuando uno lo conocía veía a una persona muy sensible y no tenía tan
mal carácter. Simplemente era una postura que el asumía porque no le gustaba
ciertas cosas Y ponía un poco de distancia, pero realmente él era una gran
persona. Yo me inicié en la historieta con Alberto Breccia y Eugenio Zoppi, pero
principalmente con Breccia, con quien pasé casi todos mis estudios de dibujo.
Alberto fue muy importante para mí en términos personales y profesionales. Quizás
tengo algunas cosas de él, pero por sobre todo conceptos con respecto a la historieta.
Evidentemente fue más que un grande, yo lo considero un adelantado por muchos
años y creo que lo va a seguir siendo porque si realmente hablamos de Mort
Cinder de la que alguna vez dije que era una obra adelantada 20 años a lo que se
venía haciendo, pero pasaron 50 años y sigue siendo moderno. Alberto era de
vanguardia.
Siendo ya profesional ¿Le mencionó algo Alberto
sobre su trabajo publicado?
Hay una
cosa que siempre me gusto de Alberto, él no era mucho de elogiar, y un día me
dijo: ”Lo tuyo es importante, vos
tomaste el concepto, no la forma”. Viniendo de Alberto, tómalo y apuntalo,
porque era bueno. Porque lo que hacían muchos de sus alumnos era copiarlo y lo
importante no es que te sigan, sino que entiendan lo que estas explicando. Y
Alberto como maestro era bastante cerrado, cuando estábamos en el curso te decía;
“No me gusta”. Y no te decía por qué, te la dejaba picando y vos tenías que
empezar a buscar que era, eso era jodido.
Evidentemente en sus últimos años de vida algo
cambio. Los alumnos del taller de historieta en su casa de Haedo que luego
sacaron la revista El Tripero, señalaron que era más un ida y vuelta en
analizar las páginas de cada uno.
Sí, con
nosotros también, mucho después como profesionales varios le pedimos que diera
un curso para dibujantes avanzados, él mucho no quería y al final tanto le
hinchamos que se decide hacerlo en 1982 en la Escuela Panamericana cuando
estaba en la calle Venezuela y dio un “Curso superior para Profesionales”. Se
anotaron muchachos que ya estaban publicando y ahí hacia ese trabajo. Empezábamos
a trabajar sobre un cuento, lo teníamos que resolver, entonces llegábamos, hacíamos
dibujo, colgábamos la página y los otros hacían la crítica y Alberto acompañaba
la devolución colectiva. Yo fui hasta octubre y fui el que termino primero,
inclusive la pase a tinta. Un día cuando veníamos en el subte, porque viajábamos,
Alberto me dice; “Yo te tengo que agradecer Horacio, porque vos ya estás trabajando
como profesional y viniste a este curso”.
“No Alberto, el agradecido soy yo”, le respondí. Eso viniendo de Alberto
era todo un logro, porque era de poco hablar. Fue un curso bárbaro, salieron buenos
dibujantes como Eduardo Risso, por ejemplo.
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