"Se publica en el año 68 más o menos "Mort
Cinder" en un libro que edita Martínez Peyrou a 200 pesos el ejemplar. No
tiene éxito. No veo un mango. LD pública "Las Termópilas" y paga 3500
pesos. Se funde. Hago un paquete con esa historieta y "El Eternauta" y
lo meto en un ropero hasta que un día la posteridad le haga justicia. Ese día
llega encarnado en la figura magra y elegante de Coleta. Charlamos, me inspira
confianza y se lo doy. De todas maneras se me estaban apoliyando. De ahí para
adelante vos lo sabes todo. Como ves querido Marcelo, la mía no fue una carrera
de éxito pero galopar, galopé"
Fragmento de una carta de Alberto Breccia a Marcelo Ravoni
La mujer alta y elegante que se acercó al
Instituto de Arte (IDA) le dijo el motivo de su presencia:
- Señor Breccia, mi nombre es Coleta Goria, vengo
hasta aquí porque estoy muy interesada en llevar a Europa sus historietas.
- Le agradezco, pero no me interesa. Pero,
puedo recomendarle a algunos de mis muchachos que podrían serle más útiles que
yo.
- La verdad que sólo me interesan sus
trabajos -le remarcó con fuerte convicción la dama visitante.
- Mire que los dibujos de Lito Fernández o
mi hijo Enrique son muy buenos…
- A ver si nos entendemos, señor; yo llegué
a este lugar porque Quino y su amigo Oski me recomendaron hablar directamente
con usted. Yo estoy interesada en llevar sus dibujos para que se publiquen en
Europa. La pregunta es ¿está usted interesado?
Se queda pensando unos segundos y
rápidamente la cita en Floride House para seguir la conversación. Ahí ella le
cuenta que su esposo, Marcelo Ravoni, comenzó a ser representante de dibujantes
y que Oski y Quino le recomendaron su nombre cuando él les preguntó sobre un
dibujante de historieta seria. No puede creer lo que está viviendo. Es como si
la buena fortuna golpeara por primera vez a su puerta, tras años de mishiadura.
Anota el número de teléfono en una servilleta de papel y queda en llamarla para
decirle si acepta o no su propuesta laboral.
A la noche, en el comedor de los Breccia,
Alberto le cuenta a su compañera Irma. No sabe qué hacer. La desconfianza
determina todos los movimientos. Entonces ella, con voz tenue, le pregunta:
- ¿Qué perdés con probar? -Y se queda
mirándolo a los ojos fijamente.
Luego de un silencio que pareció eterno, él
respondió:
- Nada. No pierdo nada.
La abraza, y de esa acción se desprende el
amor. Luego sube a su taller y baja con unos rollos que contienen “El Eternauta”
y “Mort Cinder” completos. Se dirige a la fiambrería de la esquina, que tenía
teléfono, llama a Calota y acuerda en llevarle a la casa de la hermana de
Ravoni, ubicada en Paseo Colón, los originales. No le pide nada, ni un recibo.
Toda la confianza está depositada en esa posibilidad europea.
Un día, estando en la casa de Poli, la
mujer de su hijo Enrique, lo llama Quino y le dice que había noticias muy
buenas, que una revista muy importante de Italia había comprado su trabajo.
No podía contener la alegría. Fue a su casa
y compró un pollo para compartir con su familia. Y ahí, en pleno festejo, le
mencionó a Norberto Buscaglia, el esposo de su hija Cristina: “Voy a empezar a
jugar en primera”.
El éxito le sonríe.
Es la señal de un cambio.
Por la publicación del Eternauta recibe unos buenos mangos. Con ese dinero arregla la casa. No puede creerlo, después que los directores de la revista “Billiken” lo habían echado por no estar de acuerdo con sus últimos dibujos, ahora el reconocimiento llegaba como un rayo. En Italia comienza a hablarse del “boom Breccia”.
Es feliz, algo cambió en su vida, pero no lo
piensa demasiado, sino que lo vive en toda su plenitud.
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