Por Pavla Ochoa
Delius, tiene historias para contar de Alberto Breccia. Aunque su paso por el taller de Pipiolo en su casa de Haedo fue breve,ellx tiene mucho para decir. En el 2018, cuando lx contacté para hacer esta entrevista por mail , lo primero que me mencionó es que no creía ser la persona adecuada para ser un aporte sobre el dibujante ;” Te comento que yo entré al taller de Alberto unos 3 meses antes de que falleciera, e iba finde de por medio, con lo cual no tengo mucho y extenso para contar, pude experimentar y contarte más sobre las reuniones del grupo "El Tripero" que se desarrollaron luego de su muerte”.
Luego de las preguntas y respuestas, está claro que hay detalles que nos brindó con inmensa gentileza, que nos permiten seguir conociendo al troesma Breccia.
¿Qué
te llevo a estudiar con Alberto Breccia?
Me llevo a estudiar con él el deseo de hacer historietas,
yo había leído "El Eternauta" cuando tenía 13 años, mi papá se había
comprado la edición de editorial "La Urraca" y me encantó, me
parecieron muy alucinantes los dibujos, y como también leía bastante historieta
desde chica eso alimentó más mis ganas de aprender a hacerlas. Durante el colegio secundario
conocí a una amiga que estudiaba con él, y ella me pasó el contacto. Como había
que pagar una inscripción bastante costosa me pasé un año ahorrando, mientras
hacía en mi casa los primeros ejercicios que él les mandaba a sus alumnos:
tenía que copiar fotografías en blanco y negro sobre cartulinas de color y al
finalizar ese trabajo no debía verse nada del color de la cartulina de abajo;
así se comprendían tanto los problemas del dibujo, como también de los
contrastes de luces y sombras, y uno entendía que tanto el blanco como el negro
son igual de importantes, es decir, el blanco también es un color. En fin, logré
entrar al taller a mis 19 años, y hacer sólo unos 3 meses de clases antes de
que falleciera, pero agradezco toda la
vida haber podido vivir esa experiencia de ser su alumna.
¿Cómo
eran esas clases en el oeste del
conurbano bonaerense?
El estudio estaba en su casa, en Haedo, las clases eran los sábados de 16 a 19 y a veces nos quedábamos hasta las 19.30 inclusive alguna vez hasta las 20. Había que subir una escalera con muchos originales colgados en la pared, uno entraba y lo que veía primero de todo era su cara, estaba sentado en el escritorio. los alumnos trabajábamos en unos tableros-mesas que había alrededor de las paredes y las paredes con ventanas, y en el centro, hacia la derecha, adelante de todos, estaba su escritorio y un atril, en donde colgábamos lo que hacíamos. el corregía primero, pero luego cada uno podía opinar del trabajo de los otros, se trabajaba en clase, pero sobre todo en la casa, uno no podía ir sin nada hecho para mostrar; su pedagogía incluía no sólo el tema de la producción en sí, sino también el aprender a cultivar el propio método, a ser constante en el trabajo, a recibir, escuchar y en todo caso confrontar la opinión de los colegas, eso es muy formativo, porque modela el carácter, el estilo y estimula el pensamiento y el trabajo en grupo, te hermana. Se corregía tanto el dibujo, como la secuencia, la manera de narrar, los planos, el clima. También hacia las 17.30 comprábamos facturas y tomábamos mate, a él le gustaban las tortitas negras. Habían muy buenas conversaciones sobre arte y literatura, se comentaba lo que cada uno estaba leyendo, o las muestras a las que uno había ido, inclusive sobre música.
Si tendrías que describirlo como docente, aunque sea breve el tiempo que estudiaste con él ¿Cómo lo harías?
Un capo, muy sabio por todo lo que había trabajado y vivido, muy generoso para transmitir sus conocimientos, paciente y muy inteligente en la manera de plantear la dinámica de la clase que describí antes, ya que fomentaba mucho el amor al trabajo y la independencia, siempre decía que uno tenía que tener trabajo hecho, porque nunca se sabía cuando podía llegar la oferta de algún editor.
¿Hay
alguna anécdota que puedas contar sobre él?
Recuerdo que una vez dijo "el dibujo es el
hallazgo de pequeños aciertos", me encantó y lo anoté, porque me parece
que habla de esto del continuo trabajo, de que nada sale en el primer intento,
y también de la importancia de las pequeñas cosas. Otra vez nos contó que no
había podido dormir en toda la noche porque sufría mucho de sus dolores de espalda
y demases, entonces se había quedado dibujando hasta la madrugada, y luego nos
mostró las acuarelas que había hecho, recuerdo unas que eran unas señoras
viejas, se reía de eso. Y otra vez también nos dijo que había valido toda su
vida de docente para que existiera un José Muñoz, que fue su alumno.
¿Qué
dejó en tu obra ese curso de historieta con Breccia?
Muchos amores: al dibujo de todos los días, el
trabajo constante; al blanco y negro como síntesis de todos los colores;
también al color; a mis compañeros del taller con quien hicimos luego la
revista "El Tripero"; a la manera de enseñar y relacionarse con los
demás colegas.
¿Qué obra de Breccia es la que te gusta? ¿Por qué?
La verdad es que admiro toda su obra. Tengo especial
cariño por "El Eternauta"; "Breccia Negro" me parece una
obra fundamental; "Mort Cinder" me parece un faro (él decía que
recién a partir de esa época se consideraba un buen dibujante a sus 40 años),
también me interesan las adaptaciones de cuentos de Edgar Allan Poe con su manejo de color bien expresionista; y adoro toda
su producción para libros infantiles, tanto de lectura escolar como de ficción.
De ese grupo de jóvenes que estudiaron en Haedo surgió la revista El Tripero ¿Cómo fue ser parte de esa experiencia colectiva?
Fue lo más lindo que me pasó desde mis 20 a mis 30
años. El momento en que sentí que me gustaba esto de verdad y que tenía
posibilidades de vivir del narrar con dibujos, donde conocí a la mayoría de mis
colegas, en donde crecí como parte de esta tribu. Aprendí desde cuestiones que
tienen que ver con la edición, el diseño, la producción, los problemas de la
distribución, los proyectos colaborativos, las muestras. Un fogoneo de obra y
aventuras que no olvido.
¿Cuál crees que es la herencia que deja Alberto en la historieta?
Una vez Sandra Lavandeira, compañera del taller y del grupo "El Tripero", quien me recibió cuando llegué apichonada en mi primer clase (y quien luego comenzaría a llamarme por mi actual seudónimo) me dijo: "Alberto Breccia fue el Picasso del dibujo". Pienso que tiene razón, que fue un artista que revolucionó la manera visual de narrar en la historieta, él no tenía problema en entintar un manubrio de bicicleta o usar herramientas no convencionales o probar diversas técnicas para lograr el clima que estaba buscando, trabajó la mancha como nadie, tiene una potencia su trabajo que es difícil de olvidar, tampoco tuvo problemas en aletargar el tiempo repitiendo los mismos dibujos, como en el caso de "El corazón delator", toda su obra es un ejemplo de vanguardia, inteligencia, carácter; se sale de los convencionalismos, y nunca paró de investigar formalmente.
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