jueves, 23 de enero de 2025

Otro sábado en Haedo

 Por Pavla Ochoa

Es otro volver a volver. Les gusta llegar cada sábado a la casona de Haedo, tocar el timbre y esperar que él abra la puerta. Subir la vieja escalera esquivando gatos mansos y entrar a su guarida, que llama taller. Todo en el lugar destila magia arcana. El olor de los libros que se respira en su biblioteca nutrida de historia, de su propia historia, llena los pulmones de memoria activa.

 El retrato hecho por su hijo Enrique es imponente. Al verlo una y otra vez se quedan mirándolo, es el mismo anfitrión que desata siempre el mismo elogio;” Él sí que es un artista virtuoso, yo no".

Al entrar al taller, se sientan y toman mate acompañado de facturas. Es el maestro quien quiebra el silencio con una humorada; “Al final, el único que está haciendo honor a las facturas es Danilo”. El destinatario, se pone colorado e intenta disimular con sus amigos haciendo un comentario de su última lectura, los demás le dejan las tortitas negras a Pipiolo, saben que son sus preferidas y nadie se anima a comerlas.  Hay alegría en el lugar sobrio y acogedor. Luminoso. Rodeado de ventanas que dan al jardín. Al ver que un par se queda mirando sus flores, vuelve a decir una frase desopilante que hace reír a carcajadas al grupo; "Un duende no es un enano de jardín. Es una criatura horrorosa”.




Los pibes son felices, saben que el viejo no enseña dibujo ni técnica, sino que le gusta abrir mentes. Está convencido de que no es un maestro, que solo es un piloto que mantiene los barquitos en ruta, nada más, trata de sacar la fuerza que cada alumno tiene dentro, entendiendo que cada uno es un mundo distinto, los cuida como a sus flores, pero que en el tablero cada uno haga lo que quiera.


Para dar inició a la muestra colectiva de los trabajos, el viejo elige una frase; “El dibujo es el hallazgo de pequeños aciertos", a Delius, le encantó y la anota en una hoja. 

Cada uno en un caballete de pintor comienzan a mostrar frente a todo el grupo lo que hicieron en la semana. Todos opinan bajo la mirada y las palabras  de Alberto que parecen flechas disparadas con certeza; "el estilo es una cárcel"… dibujar es muy fácil, es como simular un tablero de ajedrez: al lado de un casillero blanco, siempre va uno negro…Primero muestre que domina la anatomía humana después rompala como quiera, o ¿creé que Picasso empezó cubista?...el talento derriba muros…el arte es una de las formas más eficaces de sacar provecho de la angustia existencial".

 Al ver una página en particular, dice en voz alta; “Vos pintás como tirando fideos al río”.



   ILUSTRACIÓN DE EDU MOLINA


                                                                                      

Nadie  puede contener otra vez la risa. Están maravillados de ese hombre que tienen en frente,que les exige trabajar seriamente, con compromiso, “con las tripas en el tablero de dibujo”, pero también con amor, con felicidad.

Luego se desata la charla, casi una ceremonia cotidiana. Hablan de Mataderos, de ese tiempo de felicidad que guarda su corazón, de Lovecraft,  Carlos Gardel, de Borges, Chaplin y el expresionismo alemán. Es una rayuela, de la que le gusta saltar y saltar.

 Antes de irse, algunos se animan pedirle un dibujo en sus ejemplares de Mort Cinder y Perramus. Mientras se dibuja la cara, les larga; "Tengo más arrugas que verija de vieja".


                   AUTORETRATO DE ALBERTO BRECCIA PARA EDU MOLINA


Todo es un cagadero de risa incontrolable. Los pibes y pibas, saben que otro sábado se va pero que tienen varios días para volver a esa cueva de Haedo con su troesma.

Ese volver a volver al oeste…

 


Texto escrito en base a posteos de Facebook de Eduardo Molina, Danilo Guida, Alejandro Blasi y las entrevistas realizadas por lx autorx a Daniela Kantor, Delius, Sandra Lavandeira, Lautaro Fiszman y Mariano Grynberg.



1 comentario:

lavandeira dijo...

Muy linda reseña!