jueves, 16 de enero de 2025

Dos Indiana Jones de los libros

 Por Pavla Ochoa


Ama a su abuelo “el dibujante”, él que es maniático de la limpieza y  tiene la costumbre de barrer toda la casa y recoger la basura en un cartón más pequeño que la palma de la mano.

 Ama a ese hombre que saca sus dentaduras postizas como fuera Drácula y los corre por el jardín de la casa de Haedo y obviamente ríe mucho al verlo perderla entre las rosas sin encontrarla por varios días.

Pero lo que le llama la atención , es esa manía religiosa que tiene todos los domingos: ir a recorrer el Parque Rivadavia.




 Muchas veces lo acompaña y ve que entre los puesteros tiene dos preferentes, Juan Ferrari y Yoel Novoa, que le reservan el material que busca.

 Esas joyas más preciadas, como las Tit Bits donde él había dibujo y folletines y libros de la editorial Tor. Sobre todo, los de la "Colección Misterio" cuyas cubiertas fueron ilustradas por el artista Luis Macaya, una influencia muy fuerte en su andar como dibujante.

Pero lo que más le gusta ver de su abuelo es lo que sigue a esa visita casi rutinaria.

Pipiolo, llega  a la casa de Haedo y siempre saca un cuaderno de tapa dura que compró en Europa y anota sus reliquias conseguidas. Ese movimiento de ajedrez, le asombra, lo atrapa. Mariano, comienza  amar la literatura popular en base a esta complicidad generada por el viejo.

Son socios de esa aventura. Los jueves, tienen una cita obligada, cuando los visita a la casa de San Andrés. El pibe lo espera con ansiedad, no solo porque lleva turrones Namur que los compra de paso en Liniers, sino porque lleva el cuaderno de rayas y juntos repasan hoja por hoja, lo que tiene y los que les falta en su biblioteca personal.

Mariano se contagió de ese espíritu de Indiana Jones de los libros y sabe cada movimiento de la búsqueda de su abuelo. Un día decide hacerla una jugarreta maliciosa. Se va entre semana a una de esas librerías de viejo y haciendo uso de su memoria de elefante, compra libros que no tiene su abuelo. Y el domingo en la casa de Alberto, le muestra con impostada inocencia, las reliquias obtenidas. Solo para hacerlo sufrir y ver su cara de envidia que le genera de enterarse de la caza de ese libro por parte de su nieto, Obviamente, eso dura unos minutos, ya que al rato se los regala a cambio de algún dibujito que le hace a mano alzada.


Ama ver a ese lector voraz, ubicar su regalo en la inmensa biblioteca de la casona.

Ama que le comparta sus géneros favoritos; la novela policial y la de terror. Y le gusta que siempre vuelva a los folletines que leyó de pendejo, Ahí, entiende el secreto de su abuelo; “un coleccionista atesora sus objetos por nostalgia.

Ama a ese hombre que siempre vuelve a su Mataderos, el de su juventud. Pero ama a su abuelo, el que le enseña a querer día a día esa humilde literatura.

En simples palabras, lo ama.


 

Fuentes;

Revista Ramona- Nº 36 – especialísimo Breccia. 46 autores en torno al maestro, noviembre de 2003

https://www.infobae.com/cultura/2019/04/15/cien-anos-de-alberto-breccia-monstruo-de-la-historieta/

https://betina-pascar.blogspot.com/2019/05/mi-abuelo-alberto-breccia-era-un-tipo.html

https://www.youtube.com/watch?v=g1tO9bMfR_I&t=1603s

 


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