jueves, 16 de enero de 2025

Horacio; un tal Mort

 Por Pavla Ochoa


Intenta una y otra vez.  Hace bollos de papel de cada fracaso en la búsqueda del rostro de Mort.

Solo salen monstruos. Sabe que el personaje no tiene nada que ver con un monstruo. Se acerca la fecha de entrega del primer episodio y no estaría teniendo resultados en definir los rasgos del hombre que regresa de la muerte. No hay tiempo para dudar, tiene que actuar. Llama a Héctor y le pide tiempo:

-Escúchame necesito que inventes algo para que el protagonista no aparezca de golpe. Necesito que me des tiempo de meterme en el ambiente.

-¿Y el viejo?

-Que aparezca…el viejo voy a ser yo…

Logra prolongar la aparición de Mort Cinder.

Resuelve al anticuario envejeciendo su propio rostro.  Y comienza a explorar el clima. Convierte su casa en un set de filmación de cine.  Lo disfraza a su joven ayudante Horacio Lalia, como jugaba al futbol tiene un físico que le ayuda a Alberto a bocetar acciones requeridas en el argumento.

Apaga las luces y baja las persianas del estudio, queda todo a oscuras.

Prende lámparas y veladores chicos, que pone bajo la pera o piernas de Horacio.  Y ahí lo ve, como una revelación a la ceguera. Siempre tuvo enfrente a Mort Cinder. Solo que antes no lo sentía, no lo percibía, ahora todo es claro.




Comienza a dibujar la cara de su ayudante, la tortura para que sea la de un tipo de 40 años que viene de la muerte. Transforma la cara de un pibe de 20 años, en una más despiadada, torturada y deformada. Y ahí, en un movimiento, Mort sale de un cajón en el cementerio.

 

La noche negra, el futuro así de sombrío comienza a brotar de la tinta, de su propia sangre.

 

 

 

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