miércoles, 29 de enero de 2025

Sergio Tarquinio: un amigo de la familia Breccia García

 Por Pavla Ochoa

 

Pinta con el corazón, cada línea del rostro de su amigo, que le abrió las puertas de la amistad y su familia.  Recuerda como en esa Italia desgarrante del fascismo, comenzó a escasear el trabajo para la mayoría, pero más complicado fue para los historietistas. No dudo en conectarse con la editorial Abril de Buenos Aires, que determinó su nuevo rumbo; abandonar su tierra y habitar el desarraigo. Todo fue doloroso, pero siempre se dijo a sí mismo; “¡la aventura es la aventura!”.

Por eso cada trazo del rostro que está pintando es importante para él. Porque esa persona fue abierta y sincera, no le interesó nunca averiguar su pasado, su nivel social u orígenes. Alberto y Nelly, son sus hermanos mayores.





 Le gusta tomar el tren de Ituzaingó a Haedo y dejar el tiempo volar.  

Por eso pinta con una sonrisa gigante que atrapa el universo entero.

Ríe al recordar a Enriquito, el sol de los Breccia, subir y bajar de sus brazos y marcharse con besos llenos de chocolate. Le gusta compartir con esas personas tiempo juntos.

Recuerda que apenas se conocieron, Alberto lo hizo socio del "Club Náutico Bouchard " y que iban a navegar en bote, a nadar, pescar, jugar al tenis. Jornadas inolvidables que guarda en su mente y en sus huesos. Esa tranquilidad de sentirse familia, no la encontró con sus colegas que también vinieron Argentina y solo visita los sábados . Quizás porque tIene un largo viaje del oeste del conurbano a la pensión de Acassuso y los Breccia García están a minutos de su casa.

Esa familia, lo sostuvo para no rendirse en esta tierra tan lejana de la suya. Por eso pinta ese retrato, como si se encontrará ahí los recuerdos, los deseos de tomar el mundo por las manos.

Piensa en volverse a su tierra en algún momento y le quiere dejar de regalo ese retrato a su amigo, su familia. Al terminar de pintar firma con un trazo su nombre; Sergio Tarquinio -1949”

Y de la nada, comienza a cantar con lágrimas y risas un tango que le gusta mucho;

 

“Cómo olvidarte viejo amigo, cafetín de Buenos Aires,

 

Si sos lo único en la vida que se pareció a mi madre.

 

En tus mesas milagrosas de sabihondos y suicidas,

 

Yo aprendí filosofía, dados, timbas y la poesía cruel

 

De no pensar más en mí.

 

Me diste en oro un puñado de amigos:

 

Que son los mismos que hoy alientan mis horas”

 

 

 

Fuente; https://www.tebeosfera.com/1/Seccion/RRP/01/Tarquinio.htm

 

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