jueves, 16 de enero de 2025

El premio a la tenacidad

 Por Pavla Ochoa

 

Siente el deber de felicitarlo. Cree que ya paso el tiempo suficiente después del regreso de Italia del dibujante. Levanta el tubo del teléfono y marca el:”659-7325”. Del otro lado lo atiende Irma que llama a Alberto para que hablé con el creador de Sonoman.




Osvaldo, lo primero que hace es felicitarlo por el “Yellow Kid” y serle honesto porque demoró tanto en hacerlo: “Dejé pasar el tiempo para ser uno de los últimos en hacerlo y lograr que usted me recordara”.

-Oswal, uno de los últimos y uno de los primeros…

La respuesta lo sorprendió.  Debería ser un honor saber que uno de los nuestros es reconocido mundialmente. Evidentemente no solo a la prensa no le importo, ya que la noticia salió publicada en la “Hortensia” porque fue el propio Quino quién la mandó y en La Razón se lo menciono en un pequeño articulito, sino que a sus colegas tampoco les llamo la atención. Está indignado, no puede creer que un grande como él y su premio no enorgullezca a todos. No lo entiende, pero trata de disimular;

- ¿Qué siente haber sido premiado?

- No voy a negar que al principio la vanidad se siente halagada, pero ya al día siguiente volví a ser el mismo. Después de todo, pensé, jamás me dieron un premio por barrer el patio o hacer los mandados…



El joven que lo admira y quiere, comprende que sigue siendo el mismo tipo de siempre. El que en la Bienal del Di Tella, salió a los gritos a los organizadores a pedir que los trabajos de Oswal estén en la muestra, pese a no ser invitado a exponer. Siempre en defensa de sus colegas.

Le explota el corazón de orgullo de saber que ese tipo sencillo, que cagado de frio en la noche después de dibujar todo el día, se va a dormir temprano y se sueña tripero en su Mataderos, del que nunca se olvida. Por eso el premio a la “tenacidad” así como lo llama él mismo, fue el premio a quién deja todo en el tablero, la sangre, las tripas.

El joven se deja al mojarse con agüita fresca que emana del proletario del lápiz, el que siempre se consideró un trabajador y no un artista. Esa bocanada lo moja de lleno cuando le dice como cierre de la conversa: “Como ves, la mía no fue una carrera de éxito, pero galopar, galopé”.

 

 

 Fuente: Revista Ramona- Nº 36 – especialísimo Breccia. 46 autores en torno al maestro, noviembre de 2003

Breccia El Viejo : Conversaciones Con Juan Sasturain- Editorial Colihue

 

 

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