En el 2018, realizamos una entrevista via
mail, en la que nos cuenta como fue la experiencia de estudiar con Pipiolo, lo
que le permitió codearse con gente maravillosa, chicxs en aquel entonces, que
ahora son dibujantes consagradxs y que juntxs crearon la revista El Tripero. También,
describió que lo magnífico de esas clases, era escuchar al viejo, porque siempre
tenía salidas insólitas o anécdotas riquísimas, destacando el gran don extraordinario
para la enseñanza, que con pocas palabras marcaba hacia dónde el estudiante
tenía que ir.
-¿Cómo
fue la experiencia de estudiar con Alberto Breccia?
Fue una gran experiencia, una experiencia
vital que marco mi camino como artista y como persona.
-¿Podes
describir como era él?
Recuerdo a Alberto como una persona
inteligente y fuerte. Como maestro era muy claro y contundente, no dejaba mucho
espacio para la confusión.
-Breccia
decía que “hay que poner las tripas en el tablero para dibujar” ¿Cómo fue esa
enseñanza en la práctica?
Es un concepto fundamental, básico, sino
enfrentas tu verdad interior no podés hacer nada que valga realmente la pena.
Es un camino lleno de belleza y muy interesante.
-Según
las entrevistas que fui realizando sobre él, señalan que Breccia tenía un humor
ácido ¿Eso aparecía en las clases?
Definitivamente sí.
--¿Cómo
recibiste la noticia del fallecimiento de Alberto el 10 de noviembre de 1993,
justamente el día del dibujante?
Estabamos unos cuantos de guardia en el
hospital cuando falleció, aún lo recuerdo de camino a la sala de operaciones
haciendo la v desde la camilla con los pelos revueltos. Alberto nos dijo muchas
veces que no temía a la muerte y yo siempre le creí. Fue muy duro para mi
perder a Alberto, en lo personal lo sufrí mucho, como la muerte de un familiar
muy cercano, todavía lo extraño y pienso en el a menudo.
-¿Qué
los motivo a varios de ustedes que estudiaban con Alberto a llevar adelante una
experiencia como El Tripero?
Fue en un viaje que Christian Montenegro y
yo hicimos a la Habana, invitados a la Bienal Iberoamericana que Se realizaba allí
( no sé si aún lo hacen) conocimos unos vascos que se autoeditaban en una
revista llamada “ Napartheid”, ellos nos motivaron a hacer lo mismo para
superar la escases de medios donde mostrar nuestro trabajo. Era mejor eso que
esperar a ser aceptados por alguna editorial, y era coherente con todo el
concepto que habíamos aprendido de Alberto.
-¿Qué
te sorprendió de la obra de Breccia?
Todo.
-A
Breccia ¿Se lo extraña en estos tiempos modernos?
Yo aún vivo en otros tiempos, soy un ser anacrónico.
Siempre nos hacen falta los grandes artistas como Alberto.
¿Cuánto
de Breccia absorbiste en tu propia obra?
No podría cuantificarlo, pero un montón
supongo.
¿Podes
contar alguna anécdota con Alberto?
Más que una anécdota , me encantaban sus
historias de juventud y de amistad, como la que tenía con Oski, del cual
hablaba con mucho cariño. Eran historias divertidas y muy bien contadas.
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