Por Pavla Ochoa
-¿Vas a ir
a Madrid, Juan?
-Sí. Aunque
no lo creas "Gordo", soy un pelotudo de 40 años que aún no viajo
tanto.
-Tranquilo
che...Solo te pregunto para que le lleves un par de Crisis a Onetti.
Juan,
levantó la mirada y pudo ver enfrente a ese hombre. Él que ama a su "Negro
Vení". Él hincha de San Lorenzo de Almagro. Él que escribe de noche hasta
que llegan las primeras luces del sol. Ese hombre, le estaba hablando sin
chicanas, sin rodeos.
-Sí se las
llevas también entregale esta carta con los ejemplares de la revista. Asi las
lee y quizás tiene ganas de tirarnos alguna cosita-le dijo el Gordo Soriano.
No lo puede creer. Va a conocer a su ídolo y le va poder mostrar la adaptación de su cuento "Las Mellizas" que hizo con su suegro.
Le explota el corazón por ese encuentro.
Ya en Madrid, convenció a su amigo, el dibujante Juan Giménez, que
lo llevó en su moto BMW a la casa de Onetti.
Al llegar,
tocó el timbre y abrió la puerta, Dolly, la ultima compañera de vida del
escritor uruguayo.
El enviado de
Buenos Aires, le resumió su misión a cumplir y le mostró la carta y los
ejemplares de la revista.
-Ah...
Crisis-dijo la mujer-Juan Carlos está muy enojado con lo que hicieron.
El silencio
rodea por algunos segundos el living desolado, inexpresivo.
-Le voy
avisar a Juan Carlos que usted está acá-
-Bueno...espero.
La simplicidad
del encuentro se hace complejo. Juan pensó para sí mimo; “¿Le digo que fui yo
quien realizó esa irresponsabilidad juvenil o escuchó todo lo que me diga, hago
como que tomo nota, le doy la mano y me voy?”.
No paraba
de imaginar el horror más terrible que como un punzón le picaba la conciencia y
lo lleva a la angustia. Luego de unos minutos, apareció el escritor, con un pijama
claro y medias azules y obviamente, con sus gruesos anteojos algo ladeados. Lo
saludó sin registrar su nombre. Se sentó a su lado, lo miró fijamente y enojado
le cantó sin filtro alguno:
-Es
tremendo lo que hicieron con mí cuento...
-Maestro yo
....
- Jamás
hubiera permitido hacer esa basura con "Las Mellizas"....
-Maestro....
-Es un texto
personal, algo privado. Es un aviso de confianza imperdonable, una vergüenza.
Por más de
quince minutos, Onetti no lo dejó hablar al mensajero ocasional, siquiera
escuchó las reiteradas ocasiones en las que pidió disculpas. Onetti, no lo
registro, solo cumplió su actuación soberbia de la honra por el texto
mansillado, lo que importaba era su enojo.
El autor
del "supuesto" sacrilegio literario, salió como un sobre debajo de la
puerta. Tenía vergüenza de si mismo. Estaba impregnado de humillación. Lo que
iba a ser un encuentro memorable con su ídolo termino siendo un infierno no
encantador.
Al volver a
Buenos Aires, les contó en la redacción de Crisis al Gordo Soriano y a Zito
Lema, lo sucedido y comenzaron a reírse. Le trataron de minimizar lo sucedido
relatando otros cortes de rostros similares por parte de Onetti.
Al encontrarse
con el viejo en su casa de Haedo, le contó lo sucedido en España. Sin mirarlo,
le dijo: "¿No le gustó el laburo? ¿Quién carajo se cree ese viejo
pelotudo? No le des bola, Juan".
Ahí, se dio
cuenta que a ninguno de los dos uruguayos les entraba una bala y que en el
medio estaba él. Decide dar un paso al costado al cambiar de tema de
conversación. En ese instante, una mueca de sonrisa se dibujó en su rostro,
mientras le aceptaba un mate al padre de Patricia, no paraba de reír de pensar
en los dos cabrones charrúas, tan llenos de talento y de tan poca pulgas.
FUENTES:
https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-74290-2006-10-11.html
-Charla debate
de Juan Sasturain y Mariano en la Biblioteca Nacional el 17 de mayo de
2019.
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