Ésta en la
puerta de la casa de su viejo maestro de la Panamericana. No tiene la certeza, pero cree en lo más
profundo de su corazón que él lo va a entender. Son momentos muy difíciles para
su familia. Sus padres acompañaron ese amor al dibujo que puso de manifiesto a
sus jóvenes 12 años. Su padre financió el costoso curso, pero los bolsillos
comenzaron a vaciarse y fue insostenible de pagarlo. Desde ese día, Pipiolo, lo
recibe en su casa, para que le muestre sus dibujos y pueda seguir creciendo en
el oficio.
Pero hoy es diferente a los anteriores encuentros. No tuvo tiempo de sacarse la ropa de laburo, está lleno de grasa y aceite. Al abrir la puerta, no duda y dice sin rodeo: "Don Alberto, estoy yendo a trabajar y mire como tengo las manos, en una fábrica de mierda, me corroe la piel, tengo que estar limpiando rejillas y canillas que llegan todas en metal basto y tengo que trabajarlas con líquidos”.
El viejo,
lo mira como escuchándose a él mismo a los 20 años cuando decidió no trabajar
más en un frigorífico y apostar al dibujo. De algún modo sabe lo que le va a
decir, José;
“Don Alberto ¿sería posible conseguir algún
lugar donde yo puede ganarme la vida y llevar un plato de comida y un poco de
dinero a casa a través del dibujo?
-Mirá, justamente
Pereyra, el otro día me dijo que Solano López está buscando un ayudante.
Siente que
son cómplices, que pertenecen a lugares similares, a la pobreza.
Pero, tiene
nervios. No se siente preparado para ser el ayudante del dibujante de El Eternauta.
Es ahí que Breccia le vuelve a repetir lo que
años atrás le dijo: “Oye Muñoz, los cómics son como un tablero de ajedrez. Un
cuadrado negro, un cuadrado blanco, un cuadrado negro, un cuadrado blanco “.
Encuentra en
esa simplificación del oficio, la fuerza necesaria para animarse a ir a ver a Solano.
Los nervios, no le impiden ver que la seriedad de Don Alberto ese prototipo del
tanguero: bien peinadito, todo trajeado, bigote fino, casi un dibujo de Divito,
le estaba sonriendo con orgullo. Ese viejo le había enseñado respetar el tiempo
y el dinero que sus viejos gastaron mandándolo a aprender a dibujar. El joven tiene
ganas de abrazar a su maestro, siente que va a poder abandonar los ácidos que
le carcomen las manos. Pero no estira sus brazos, solo lo mira con alegría. Es ahí
que Breccia entre risas, le dice; “Pensar que solo querías aprender historieta
con Hugo y te caí yo, como vos decís; la suerte de la desgracia”.
El pibe se
pone colorado, no sabe dónde esconderse y su maestro lo invita a tomar unos
mates en el taller.
Al día
siguiente arranca haciendo los decorados de las páginas de El Eternauta.
Su viejo
maestro, ve en su intimidad de Haedo, ese trabajo y siente que vale la pena
haber enseñado el oficio a otros jóvenes.
Ese día, su
alumno, dejaba de serlo y se convertía en colega y amigo.
FUENTE:
https://www.youtube.com/watch?v=R6XQopNhonU
http://www.alberto-breccia.net/breccia-20-ans-apres-entretien-jose-munoz/
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-3087-2006-06-25.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario