sábado, 11 de enero de 2025

Cristina y Don Héctor

 

 

Por Pavla Ochoa


Un crujido en la puerta de la vieja heladera le llamó la atención a Cristina. En la oscuridad de la cocina, escondida en uno de sus rincones, observó a la bestia en acción. El hambre orientaba todas sus acciones. No podía distinguir a ese hombre, el genio que había renovado la forma de contar aventuras de historietas. Era evidente que ese manojo de huesos no era él.

Entonces el viejo se había habituado a estar sin un sope en los bolsillos y a comer de prestado en cada visita que realizaba a los dibujantes que tenían la responsabilidad de ilustrar sus historias. Ya no brillaba la estrella del éxito como años atrás con su emprendimiento editorial que había generado una revolución en el mercado pero que, por soberbia e inexperiencia, se había esfumado sin aviso, dejando a la familia Oesterheld un caudal de deudas que no podían pagar. Esa peripecia del hambre urgente se encontró en la casa de Alberto Breccia, que no estaba ni por asomo en mejores condiciones económicas que el guionista.



La niña seguía quieta. Atenta, en resguardo de lo poco que había en esa caja fuerte doméstica. Quería poder tirar algo contra el invasor. Quebrar el cuerpo de ese animal que se atrevía a romper esa burbuja de amor que con esfuerzo intentaba mantener su padre. Pero no pudo hacer nada ante el ataque. El monstruo comenzó a comer el queso y tomar la poca leche que había quedado en el sachet. Únicos alimentos que tenían Alberto, Patricia y ella, para comer esa noche. Y lo que más le molestaba era que no tenía siquiera la mínima consideración sobre la alarmante situación que se vivía en la vivienda de Haedo.

Rápida de reflejos, corrió al living donde estaba su padre leyendo el argumento y gritó:

- Papá, don Héctor se está comiendo la única comida que tenemos.

Alberto se dirigió al lugar del crimen y encontró a su amigo de espaldas, comiendo como un perro los restos del lácteo compactado. El hombre sintió la mirada y quedo de frente. Nadie dijo siquiera una palabra. Ambos sabían que se ahogaban en la miseria. Entonces, le murmuró casi en tono secreto:

- Te espero en el living para discutir el texto.

La niña no entendió la secuencia. Su padre le sonrió tibiamente y se fue. Ella sabía que esa noche su panza estaría vacía gracias a ese hombre. Pero, pudo entender lo que le quiso enseñar ese hombre al que admiraba por su templanza: “Siempre hay alguien en peores condiciones que uno”. Pese a la lección, la pequeña no pudo contener las lágrimas, mientras el sol comenzaba a esconderse, para dar lugar a la profundidad de la noche.



El primer encuentro entre Héctor y Alberto; Scherlock Time

 Por Pavla Ochoa


Las primeras reuniones con sus pares del dibujo fueron en la casa de Hugo Pratt, donde el vino y la milonga eran los elementos esenciales de esas jornadas nocturnas. En medio de risas y anécdotas inventadas por los nuevos camaradas de aventuras, Tito distinguió una voz que rezaba un deseo: “Junto a mi hermano Jorge vamos a crear una editorial de historietas y van a venir todos ustedes a dibujar los argumentos”, pero no prestó mucha atención, porque era algo más que decoraba la situación de algarabía. Pasaron más de dos años para que el hombre que concretó su sueño de editorial propia, Héctor Géman Oesterheld, lo llamara a trabajar para su empresa.

Al tiempo, el cartero le entregó la carta que contenía el argumento que lo haría dibujar por primera vez para la Editorial Frontera. Comenzó a leer y comprendió que la historia estaba escrita para él, pero, pese al entusiasmo, no pudo siquiera hacer un boceto inicial, porque tenía una gripe que lo obligó a estar en cama. Días después se acercó a la casa de Haedo un hombre de la empresa para ver si había adelantado el trabajo, para poder publicitar la historieta, y la respuesta fue una sincera negativa. Pero, sin dudar y pese a la fiebre, en un papel de galletita hizo el rostro de Scherlock Time por primera vez, ilustración que apareció publicada en el número 8 de Hora Cero Extra, y es ahí donde se encuentran, resultado de la improvisación pura, los rasgos imprescindibles del personaje central.




A la hora de trabajar el argumento en su taller, observa que el planteo de Héctor es muy diferente al de Leonardo Wadel, guionista con el que más había trabajado hasta ese momento. En el largo guión de la historieta que tiene el título de “La Gota” las indicaciones eran sencillas y complejas a la vez. Las marcaciones eran sólo de posición de cámara, es decir: mpp o pp, que significaba medio primer plano y primer plano. La libertad era el camino que dejaba Oesterheld a sus dibujantes para que la exploren y la vuelquen en su trabajo.

Su ingreso a la Editorial Frontera fue anunciada en un aviso publicitario bajo el título “Nace un personaje”, en un breve texto con bombos y platillos se informaba al lector la flamante incorporación al staff: “He aquí las dos últimas adquisiciones que enriquecerán aun más a Hora Cero. El incomparable dibujo de ALBERTO BRECCIA, uno de los pocos verdaderos señores de la historieta (creador de Vito Nervio, Pancho López, etc.) y SHERLOCK TIME, otro extraordinario personaje que, pleno de vigor y de originalidad, se incorpora a nuestro imbatible seleccionado de grandes héroes”.

Alberto sintió que era su oportunidad. Esa posibilidad de darle una lección a su amigo Hugo Pratt. No podía, ni quería, olvidar esa pequeña charla en el auto de Narciso Bayón, en los bosques de Palermo. “¿Sabes qué pasa? Pasa que vos sos una puta barata, porque te conformás haciendo una mierda, pudiendo hacer algo mejor”, le dijo esa noche, brutalmente, el tano Pratt. Por eso entendió que era el momento para cerrarle la jeta al dibujante de Sargento Kirk y volcar todo su cuerpo y alma en ese trabajo de nombre Scherlock Time.

Resolvió con velocidad que el rostro del coprotagonista de la serie, el jubilado Luna, sea su propia cara. No era la primera vez que se copiaba frente al espejo, ya se había utilizado en varias ocasiones como algunos villanos de reparto del “Triangulo Verde” en Vito Nervio.





Transpiró cada cuadro, con su pincel, su trazo grueso, su solución vigorosa, a contramano de la línea blanca. Buscó en su interior, hasta que logró el clima adecuado en esa vieja casona donde transcurre la aventura inicial. El resultado, una obra de vanguardia para ese momento.


Esa ruptura en su forma de hacer historieta fue contundente. El dibujante Roberto Fontanarrosa, incondicional de Pratt, señaló un aspecto estilístico central de esa primera colaboración entre Breccia y Oesterheld: “Un dibujante debía ser muy, pero muy valeroso para meterse en aquella casa. Fundamentalmente, porque allí dentro había desaparecido cierta referencia espacial y habían desaparecido, más que nada, las líneas. Y eso es desconcertante para alguien que dibuja y que, fundamentalmente, como yo, se había quedado pegado con el estilo nítido y lineal de Roy Crane, por ejemplo (…) Allí dentro, en la densa oscuridad de la casa, no había líneas. Sólo una colisión de blancos y negros. De delgadas franjas de luz que se filtraban por las rendijas de los ventanales cerrados e iban a chocar contra los polvorientos muebles, modelando las formas. Para colmo, la casa estaba llena de adornos, de jarrones, de candelabros, de objetos de arte. Y a todos los corporizaba Alberto contrastando los volúmenes”.




Ese cambio de timón fue de difícil comprensión para los lectores que lo seguían de su trabajo en la revista Patoruzito. Carlos Nine sintetizó con su experiencia personal la idea generalizada que se tuvo de su trabajo en Frontera: “La verdad que no podía creer que fuera el mismo dibujante que hacía Vito Nervio meses atrás. Pensé que se había vuelto loco”.

El mismo Tito comenzó a darse cuenta del cambio por una simple acción: “Todo indicaba que algo había cambiado cuando Sapia, un gran dibujante argentino, que estaba en Brasil, vino un día a felicitarme por Scherlock Time; ahí me di cuenta que lo que estaba haciendo había trascendido”.

Además, gozó al escuchar al dibujante de Ernie Pike decir: “Me dio tanta rabia ver tu historieta que la tengo acá escondida en el cajón, la puta madre, la miro… Me jodiste”. La batalla había sido victoriosa. En ese instante sintió que podía remontar vuelo a sus 40 años de edad. Que sus sueños comenzaban a tener alas.

 


Una obra maestra más allá de esa GENTE

 

Por Pavla Ochoa


No puede entender porque el rechazo de la GENTE a su dibujo.




Lee en voz alta con indignación; “Soy un antiguo lector de El Eternauta, lo seguí capitulo tras capitulo en el viejo y olvidado; “Hora Cero Semanal”. Los dibujos de Breccia son confusos, hay cuadros virtualmente inexplicables y los protagonistas se confunden entre sí. Las mujeres, por ejemplo, tienen la misma cara. Sería importante que Breccia dotara a sus ilustraciones de mayor sentido historietistico”.


 


Mira fijamente a Cristina y Patricia, sus modelos, sus hijas y después de las palabras de ese tal Mario Valenzuela. Sigue leyendo, esta vez con bronca;” Pidan al dibujante que no intente intelectualizar ese extraordinario guion de Oesterherld; Lo único que está consiguiendo es arruinarlo”.




Arruga la revista como un acordeón, pero lee la última carta de lectores; “Si bien en es cierto que los dibujos de Breccia son realmente excelentes desde el punto de vista artístico, les puedo asegurar que yo todavía no pude distinguir a los personajes. ¿No podrían hacerlos un poquito más claro, menos artísticos para gente normal como yo?.

La carta de Susana Fernández, lo hace detonar. No está dispuesto a cambiar el concepto que eligió para El Eternauta. Va a morir en la de él.




Así se lo hizo saber cuándo lo llamaron de la editorial y le pidieron que cambiara el dibujo, que lo hiciera más claro, más comercial; “Yo dibujo así, sino les gusta, pueden levantar El Eternauta”.

No hay paso atrás.

Al rato, el teléfono vuelve a sonar en la casa de Haedo. Está vez es Héctor que lo convence de hacer quince páginas más para abreviar el final y que termine la historieta.




Agudiza el clima, apuesta a los negros y a los blancos uniformes, a la iluminación con efecto de contraste y sigue usando el collage y los raspados con Gillette.

Escupe toda la bronca en cada página.




No puede entender como la misma GENTE, la que lo contrató y publicó una foto de él junto a Héctor y los directivos y las primeras páginas originales de la historieta, ahora finjan demencia y pidan disculpas a sus lectores por “ese dibujante” que los disgustó.




Tiene bronca, pero la certeza de haber sido fiel a lo que sentía.

El tiempo le demostrara que no estaba equivocado cuando lluevan los elogios en Italia y la consagren como una obra maestra.

Tal vez siempre lo fue.

Tal vez no era para “esa GENTE”.




Breccia por correspondencia

 Por Pavla Ochoa


No está de acuerdo con los cursos por correspondencia. Se le escucha decir abiertamente y sin rodeos a Enrique Lipszyc:

-Yo soy un profesor con alumnos en el aula. No enseño a dibujar, simplemente enseño los conceptos.

-Pero Alberto, este curso de los 12 Famosos Artistas de la Escuela Panamericana de Arte, es de prestigio…

-Los cursos por correspondencia, me parecen una porquería.

-Es materializar en forma sintética, como se hace, se trabaja en materia de dibujo.

-Para ser dibujante hay que saber dibujar y para mostrar lo que uno sabe lo mejor es una buena carpeta y no un diploma.




 

Se pone en posición de boxear y le explica gráficamente lo que le termina de decir;” Para boxear no te piden un diploma de boxeador. Te ponen en un ring y tenes que pelear”.

Lipszyc, quiere reír de ver a Breccia hacer movimientos al estilo el “Torito de Mataderos”, pero no lo hace. Finalmente, el dibujante da su aporte con algunas lecciones que tienen a Vito Nervio como protagonista.






Nada lo mueve de su idea. No enseña dibujo, sino conceptos para que sus alumnos puedan expresarse. 




 

Entiende que para dibujar hay que forzarse mucho. No hay que bartolear cuando se trabaja, hay que hacerlo con el alma; con “los huevos puestos sobre la mesa. Nunca hay que engañar, hay que romperse el culo porque después está el resultado.

Dibujar es simple y complejo a la vez.
Dibujar es hacerlo con las tripas y el corazón.

Solo un cuadro en blanco

 Por Pavla Ochoa


“Recuerdo una anécdota al respecto: según el guión de Oesterheld había que dibujar la partida de nacimiento del “Che”. Como fue imposible conseguirla, opté por dejar el cuadro en blanco, lo que originó una serie de especulaciones. Se pensó que era algo simbólico, o algo así como un código subversivo secreto. Los militares se inquietaron y terminaron por decomisar todos los ejemplares que quedaban y prohibir su publicación”.


Alberto Breccia

 




 

Trabaja a velocidad extrema.

 Sabe que hay imprecisiones en el argumento, pero avanza sin detenerse.

 Es el segundo intento que hace Héctor el texto, esta vez está contento con el resultado. Intuye que algo más allá del compromiso con Jorge Álvarez y su editorial, lo lleva a escribir sobre el Che. 

Oesterheld como él, es un hombre agobiado de trabajo y de deudas.  

Por elección propia, le toca dibujar la infancia de Ernesto Guevara. A su  hijo Enrique le corresponde la etapa en Bolivia.

Alberto, sabe que su aporte es un paso atrás, porque Oesterheld no ha inventado una idea original, sino que confeccionó un relato “objetivo”. Pero por oficio avanza ese desafio, como si la hoja en blanco fuera las laderas de la Sierra Maestra.

En el primer cuadro toma una decisión de dejarlo en blanco sin terminar. El argumento dice que va la partida de nacimiento del Che. Espera hasta el último día de entrega, como la documentación no llega, sale así.




Ahí comienza una ola de especulaciones:

¿Es algo simbólico?

¿Es un código subversivo secreto?

El diario La Nación escribe una editorial hablando sobre el peligro de tratar sobre un personaje tan revolucionario como el Che. Los militares se inquietan, terminan por decomisar todos los ejemplares que quedaban y prohibir su publicación.

Alberto, será muy claro a la hora de hablar de las personas que piensan y buscan cosas que no existen, que rondan siempre en la pavada ; "¿Quisiera saber que buscan? Por qué dan tanta vuelta en un trabajo que es lo más simple, que no tiene ningún misterio”.


 En definitiva, ese cuadro en blanco en el Che, es solo eso; un cuadro blanco.








La semilla de Frontera

 Por Pavla Ochoa


Sonríe todo el tiempo.

Está rodeado de amigos, de colegas de aventuras.

Ugo toca la guitarra y canta mezclando castellano e italiano, lo acompaña un vaso de vino que no se aleja de su lado. Un tipo divertido que sabe hacer cualquier cosa.

De lejos, escucha sin prestar mucha atención a Héctor que habla fuerte en otra ronda armada improvisadamente en la casa. No lo conoce, pero ve que Narciso Bayon, Enrique Lipszyc, Francisco Solano López. El Negro Pereyra y los muchachos italianos que habían venido a Argentina con el anfitrión de la tertulia, paran la oreja para ver de qué viene la cosa.  




“La historieta es mala cuando se la hace mal. La buena es la que sabe ser a la vez reacia y alegre, violenta y humana. La historieta que agarra con recursos limpios de buena ley, sorprende al lector porque es nueva, porque es original, es moderna”; la palabra de Oesterheld es filosa y desafiante.

Y mirando fijamente a los ojos les dice; “Vamos hacer algo diferente y en cierto momento cuando la editorial tenga ganancias van a tener todos una participación societal y cooperativa en la editorial”.

- ¿Cómo sería eso?; preguntó Solano como tratando de entender de lo que habla el guionista..

-Supongamos que en las editoriales pagan promedio $20 el cuadrito, nosotros vamos a pagar $30, pero no lo tenemos.

Alberto se sorprende que ante tanta honestidad brutal, la mayoría está dispuesta a sumarse a esa odisea que propone el escritor del Sargento Kird.  Está siendo testigo sin saber del nacimiento de “Frontera”.

 



Levanta la mirada y ve que Ugo con sus ojos azules medio verdes, airado y todo el blanco de los ojos lleno de estrías rojas, ahora está cantando un tango inentendible.

Se queda con el escritor que dibuja o el dibujante que escribe. Elige quedarse en la alegría de sus amigos, en sus sueños.

Recién dos años después de esa noche, el Negro Pereyra lo convoca para sumarse a la editorial. Lo anuncian con bombos y platillos en página completa como la joya más preciada para sus lectores; “He aquí las dos últimas grandes adquisiciones que enriquecerán aún más a Hora Cero. El incomparable dibujo de Alberto Breccia, uno de los pocos verdaderos señores de la historieta (creador de Vito Nervio, Pancho Lopez, etc) y Sherlock Time, otro personaje que pleno de vigor y de originalidad se incorpora a nuestro imbatible seleccionado de grandes héroes”.



 Alberto comienza una nueva forma de encarar su trabajo y está vez quien pone la música es Oesterheld y él está dispuesto a bailar sin pisarse los pies.





 

 Foto del brindis de fin de año de la Editorial Frontera, 1959-1960: aparecen Oesterheld, Breccia, Pratt, Solano López y Pereyra, entre otros. Imagen: Archivo Zárate; https://www.pagina12.com.ar/792530-ano-nuevo-hora-cero

 


lunes, 6 de enero de 2025

El viaje de Pino

 Por Pavla Ochoa


  

Tiene claro las coordenadas de su viaje.

Observa, respira cada escena. Se ríe al ver volar a San Martín en su caballo por el aire cordillerano.

Disfruta de ver al piano a Fito Páez, interpretar de su propia autoría, de su puño escrito ; “Ushuaia”.


Tensiona entre lo épico y lo grotesco. El amor que tiene por la historieta, hace que sea el motor creativo para contar esta historia de personajes que se confunden con las páginas de aquellas aventuras. Lo real y lo dibujado, dialogan entre sí. Tiene claro que esta película va a estar dedicada a  Héctor Germán Oesterheld, junto a Chiquinho Brandao y Astor Piazzolla. Y ese fue el motivo por el que convocó a Alberto Breccia.

Le comenta a su equipo que lo sigue en su búsqueda de captar la humanidad y sacarla de esa capsula de la mirada del dominador, quién es ese dibujante que va a estar cargo de las ilustraciones; “es el Picasso de la historieta”.

Alguien se anima a interrumpirlo;

- ¿Es tan importante este Breccia?

- Él logra, una manera muy particular de hacer historietas, y lo importante es que nunca se ha estancado.




No oculta su envidia sobre los obreros de las historias a cuadros; “Ellos pueden hacer todo lo que quieran, cualquier fantasía, en el cine existen límites”.

Es ahí, cuando todo es claro para quienes están trabajando en hacer ese viaje. 






Breccia hace historieta de riesgo y él hace cine de riesgo.

Ahora comprenden porque pone a Menem y a Bush jugando al tenis de rodillas y determina a  la Argentina como líder de la OPA (la Organización de Países Arrodillados).

O porque les hace bajar a Gardel de un auto en París y cantar “Anclao en París” y entra San Martín y se arma una mateada.

Ahí hay riesgo. El mismo riesgo que asumió Oesterheld a contar sus historias. El mismo riesgo que tuvo Breccia al dibujar la vida del Che en tiempos de dictadura de Ongania y él en filmar ;"La Hora de Los Hornos".




Ese riesgo que se ve en cada escena. Ahí todos entienden porque Pino llamó a un viejo amigo de su infancia y adolescencia, aunque solo conocía sus dibujos de Mort Cinder, El Che y El Eternauta.

Es un viaje del riesgo y  él esta dispuesto a realizarlo.

 

 

Fuente:

 

http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/11/07/con-pino-solanas-se-va-un-gran-hombre/

https://www.youtube.com/watch?v=-9W53zXWhtI

 

https://www.youtube.com/watch?v=c_XAN_OufcQ&t=836s

 

 

 

 



domingo, 5 de enero de 2025

La vida en cuadritos

 

Por Pavla Ochoa

La isla se viste de cuadritos.  Con mucho esfuerzo se fue craneando el Primer Encuentro Iberoamericano de Historietas en Cuba. Todos los que aman ese mundo de viñetas, está presente en esta calurosa mañana de enero .

Hay mucha alegría. Pipiolo, es testigo de esa felicidad. 


Con grabador en mano, Paquita Armas Fonseca, se acerca y sin rodeos, le pregunta; 

- ¿Qué opinión tiene de la historieta cubana?

- Tiene atraso por falta de información; no creo que por falta de calidad… Con proyectos como éste del Primer Encuentro Iberoamericano de Historietas pienso que estarán en contacto con lo que se está haciendo en el mundo.

- Sin compromiso. ¿Puede señalar algún autor?

- A vuelo de pájaro, no con un estudio profundo, pienso que la historieta de Francisco Blanco sobre un poema, marca un hito. Es una puerta que se abrió.

La periodista, amante de la historieta esta impresionada de la sencillez y hasta timidez de ese hombre que tiene enfrente. Le asombra que sepa de las obras que se hacen en La Habana.  Al hablarle de cierta influencia expresionista en su obra, Breccia le responde honestamente: “Aunque vos no lo crea, yo soy un hombre violento y mis dibujos son fruto de esa violencia interior, no porque me haya propuesto seguir una corriente determinada. Es para no descargar en la gente y comportarme civilizadamente. Acudo a menudo a la jardinería, levanto pesas una y otra vez, así los demás no saben cuándo estoy a punto de estallar.”

Y en ese instante, la entrevista deja de ser sobre el oficio de contar en cuadritos, la simpleza, el tipo que vive en Haedo, comienza hablar; “También tengo siete gatos y una vez llegué a diecinueve. Como me gustan los animales, una pequeña tortuga también se paseó por mi casa".

-Igualmente yo tengo una jicotea que le regalaron a mi hija Elsie cuando nació, su nombre Elpidia. En julio pasado ambas cumplieron años. Tener una tortuga en casa es símbolo de prosperidad y abundancia y según el feng Shui, representa cualidades positivas y energías protectoras.

-Nunca pensé que pudiera limpiar de males mi hogar.

Sigue la charla, más allá de la grabación.  El cine, la literatura, La pasión por un mundo mejor son el coctel que hace que se les sume;  Manolo Pérez Alfaro, Francisco Blanco, Waldimiro de Castro Santos, Mario Lucioni y Ricardo Peláez a la conversa informal. con mucha euforia, comienzan a darle forma a algo que se va a discutir al día siguiente en el encuentro, que es poder crear la Asociación Latinoamericana de Historietistas con sede en Cuba.

Hay emoción en el lugar. Una semilla de futuro se esta sembrando en Cuba.



Paquita, no para de mirar a ese hombre que se hizo dibujante a partir de la dificultad. Qué dibujó la vida del Che apenas sucedió su fusilamiento y que está en Cuba con su editor Español, para darle permiso a Pablo de la Torriente para que la edite al pueblo cubano, renunciando a los derechos de autor.

 Sabe que este encuentro con Breccia lo va a guardar en su corazón.

 Se atreve a decirle a un amigo  que está a su lado ; “Un viejo periodista me hizo una advertencia: "Piénsalo bien antes de entrar a este mundo, el periodismo es como la marihuana, después que se prueba no se puede dejar". Creo que hoy estoy sintiendo lo mismo con la historieta”.

Paquita, comienza a pensar en hacer un programa de radio sobre la narrativa en viñetas y en todo lo que pueda hacerla crecer en la isla.

Su corazón no para de latir, obviamente no sabe que atrás de la esquina está en acecho un acontecimiento histórico que meterá de rodillas la economía cubana, y con ella la exaltadora experiencia de historieta cubana: el derrumbe de los países socialistas del este europeo.

Pero Paquita no lo sabe. Se queda mirando al dibujante desde lejos. Y para ella misma se dice; “Breccia es el Picasso de la historieta”.




Ya no hay regreso.

Sabe que esta noche, como todas las que vengan, la narración en dibujos vendrá a buscarla para sacarla a pasear por las calles de la Habana. Será una vida en cuadritos.

Ya no hay regreso.

 



 


Fuente: https://ay-vecino.blogspot.com/search?q=breccia

http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/11/07/con-pino-solanas-se-va-un-gran-hombre/

https://lavidaenpeso.blogspot.com/2010/04/entrevista-paquita-armas.html

https://www.tebeosfera.com/documentos/la_historieta_en_cuba_desde_la_critica_destructiva_a_la_defensa_a_ultranza.html

 

 

 

 


Hasta estallar

 Por Pavla Ochoa


Está de mal humor. Es la enésima vez que le rechazan editar en Francia; Informe sobre ciegos.  No puede entenderlo.

-Es quizás lo mejor que he hecho – le dijo a Latino Imparato, su representante en Europa.

- Sabe que usted acá es considerado un autor “difícil”.

-Se ha dicho todo sobre mí, salvo que soy lindo. Me han colocado un montón de etiquetas; “negro”, “difícil”, “autor que no vende”; quizás haya un fondo de verdad en eso.

-¿Nunca pensó en hacer algo un poco más para los gustos del público?

-No, no sería honesto. Si cambiara mi manera de dibujar para acercarme más a la moda y gustos del momento, eso querría decir que solo pienso en ganar dinero. Pero sé que este trabajo es bueno. No podré ir más lejos.

- Lo sé, pero quizás debemos seguir insistiendo

-No puedo entender que alguien diga que no hay audiencia para esto. Mientras sigamos ofreciéndoles basura, el público no evolucionará, afinará sus gustos. No entiendo cómo podemos vender decenas de miles de copias de cómics tan malos.

 Y con un movimiento veloz, agarra un libro de un exitoso autor francés que estaba sobre la mesa. Y comienza a señalar errores bastantes graves en el dibujo, algunas torpezas en el corte. Con un bolígrafo en mano, empieza a corregir las casillas: anatomía, perspectiva.

Está furioso. Latino sabe que las puertas cerradas de los editores es algo estúpido e injusto. Entonces le dice algo que venía pensando; “Lo voy a publicar. Sera con recursos de la pequeña editorial Vertige Graphic. No es lo que esperaba, pero es un inicio”.

Alberto, sonríe, en esa sonrisa se deja ver, el final de un largo camino. Había llevado años convencer a Sábato para que le dejara adaptar en historieta ese texto. Y ahora sentía que ese largo caminar lo llevaba a destino;” El dibujo es honesto.  Si vende, mejor, si no se vende, asumo las consecuencias”.




El aire se siente a gusto. De tinta y sangre. Ha dejado de llorar por dentro y ya no duele. Es la última oportunidad. El aire es de lluvia en Francia y él está dispuesto a mojarse.

 



 

Fuente: http://www.alberto-breccia.net/breccia-20-ans-apres-entretien-latino-imparato/

 

-Ombres et Lumières”, Vertige Graphic, 1992.

 

 

 

 

 


sábado, 4 de enero de 2025

Juntada de historieta en Río de Janeiro

 Por Pavla Ochoa



El calor se siente en la noche de Río de Janeiro.

También el calor de amigos y colegas.

Alberto, escucha atentamente a José, uno de sus viejos alumnos con quien mantiene una amistad muy cercana, que interactúa con quién es su socio de aventuras, Carlos, el encargado de escribir los argumentos de Alack Sinner. En la misma mesa del restaurante, con tonada cubana, murmuran Orestes L Suarez Lemus y Blanquito y el joven costarricense, Oscar Sierra Quintero, no puede creer la cena compartida que están viviendo. En el aire respira tinta china.

Un niño que se gana la moneda vendiendo flores se acerca a los historietistas, que agradecen la oferta comercial , pero no le compran. Cuando el gurí se está yendo de “El Puercón”, es Pipiolo quién lo llama. Y sin chistar le compra un ramo de rosas. Con mirada cómplice le dice en portugués; “Vá e leve para aquela garota”.

El pequeño se acercó a la mesa donde estaba la guía que tenían designada para que los acompañara en la “Primera Bienal de Historia em Quadrinhos” en Brasil.




Nadie dice nada, solo se miran y ven la nobleza de don Alberto, que tuvo en cuenta un detalle de gratitud para la joven, que nadie más de la mesa atino, por el simple hecho de que ni lo pensaron.

Sencillez y humildad de un grande, pensó para sí mismo Oscar. Orestes, rompe el silencio, pidiéndole a Breccia una caricatura. Quién con trazos claros y precisos, convirtió una broma en una joya artística para el obrero del lápiz cubano.




Es Sampayo y Muñoz que casi en simultaneo propusieron;” ¿Por qué no nos vamos a una escuela de samba?”.

Todos comenzaron a levantarse, menos el viejo que se sonrió de sus jóvenes colegas.

- ¿Viene con nosotros Don Alberto?

-No, me voy a dormir al hotel, mañana viajo temprano para Argentina.

Esa luna de noviembre de 1991, era testigo del primer encuentro de personas que compartían la misma pasión y amor a la historieta. Quizás por eso el viejo, sonreía de ver que el mundo a cuadritos tenía jóvenes que apostaban a seguir dando vitalidad al género.

Se despidió y mientras salía a las calles de Río de Janeiro, se reía a carcajada limpia de imaginarlos bailando al ritmo de samba.

Todo lo que sirva para dibujar

 Por Pavla Ochoa


 

La vida le pesa en el cuerpo. No puede dormir por pensar como dar pelea a la pobreza.

Está frente al espejo del baño que refleja su barba desprolija.

Todos los días son iguales, hospitales, médicos, diálisis, dolor.

Piensa en Neli, en sus hijos y en cómo va hacer para pagar la deuda que crece todos los días. Deuda destinada a pagar ese riñón artificial' que lava la sangre contaminada y se parece a una lavadora primitiva, la fabricación del líquido intercambiador es manual, hay riesgo de infecciones, alergias, intolerancias y la hipertensión arterial no tiene aún un buen control.

 Le duele el mundo. Se enchastra la cara con jabón y agarra la hoja de la Gillette y la comienza a usar de espátula. Y ahí, en ese instante, siente que tiene la respuesta para resolver algo de su dibujo. No se siente un descubridor, ni nada por el estilo, pero sí que tiene en sus manos algo para explorar.



Sube a su estudio en la planta alta de la casa, rodeado de ventanales que dan al jardín trasero donde, en verano, sube el olor de los jazmines, los limoneros y las enredaderas mezclado con el perfume de las rosas que cuida Neli. Y comienza a usar la hoja de Gillette para hacer unas montañas de paisaje en una página de Mort Cinder. Algo sucede, siente las pulsaciones del paisaje, se deja llevar en el viaje, cualquier cosa es buena para dibujar. La tinta china, el café, la ceniza con agua, los pinceles y ahora las hojitas de afeitar.

Aprende a valorar la felicidad. Siente que el mundo duele, pero se deja a esos paisajes que le propone Héctor en los argumentos del personaje que vuelve de la muerte. Es como estar frente a frente con lo que lo tortura, sus propios demonios. Nada importa, ahí está, con el infinito, una frontera común, hecha de oscuridad y silencio.

 

Foto:  Tinta Roja - documental de Carlos Ernesto Mamud.


 

 

 

 

 


viernes, 3 de enero de 2025

José y Pipiolo

 

 Por Pavla Ochoa


Ésta en la puerta de la casa de su viejo maestro de la Panamericana.  No tiene la certeza, pero cree en lo más profundo de su corazón que él lo va a entender. Son momentos muy difíciles para su familia. Sus padres acompañaron ese amor al dibujo que puso de manifiesto a sus jóvenes 12 años. Su padre financió el costoso curso, pero los bolsillos comenzaron a vaciarse y fue insostenible de pagarlo. Desde ese día, Pipiolo, lo recibe en su casa, para que le muestre sus dibujos y pueda seguir creciendo en el oficio.




Pero hoy es diferente a los anteriores encuentros. No tuvo tiempo de sacarse la ropa de laburo, está lleno de grasa y aceite. Al abrir la puerta, no duda y dice sin rodeo: "Don Alberto, estoy yendo a trabajar y mire como tengo las manos, en una fábrica de mierda, me corroe la piel, tengo que estar limpiando rejillas y canillas que llegan todas en metal basto y tengo que trabajarlas con líquidos”.

El viejo, lo mira como escuchándose a él mismo a los 20 años cuando decidió no trabajar más en un frigorífico y apostar al dibujo. De algún modo sabe lo que le va a decir, José;

 “Don Alberto ¿sería posible conseguir algún lugar donde yo puede ganarme la vida y llevar un plato de comida y un poco de dinero a casa a través del dibujo?

-Mirá, justamente Pereyra, el otro día me dijo que Solano López está buscando un ayudante.

Siente que son cómplices, que pertenecen a lugares similares, a la pobreza.

Pero, tiene nervios. No se siente preparado para ser el ayudante del dibujante de El Eternauta.

 Es ahí que Breccia le vuelve a repetir lo que años atrás le dijo: “Oye Muñoz, los cómics son como un tablero de ajedrez. Un cuadrado negro, un cuadrado blanco, un cuadrado negro, un cuadrado blanco “.

Encuentra en esa simplificación del oficio, la fuerza necesaria para animarse a ir a ver a Solano. Los nervios, no le impiden ver que la seriedad de Don Alberto ese prototipo del tanguero: bien peinadito, todo trajeado, bigote fino, casi un dibujo de Divito, le estaba sonriendo con orgullo. Ese viejo le había enseñado respetar el tiempo y el dinero que sus viejos gastaron mandándolo a aprender a dibujar. El joven tiene ganas de abrazar a su maestro, siente que va a poder abandonar los ácidos que le carcomen las manos. Pero no estira sus brazos, solo lo mira con alegría. Es ahí que Breccia entre risas, le dice; “Pensar que solo querías aprender historieta con Hugo y te caí yo, como vos decís; la suerte de la desgracia”.




El pibe se pone colorado, no sabe dónde esconderse y su maestro lo invita a tomar unos mates en el taller.

 

Al día siguiente arranca haciendo los decorados de las páginas de El Eternauta.

Su viejo maestro, ve en su intimidad de Haedo, ese trabajo y siente que vale la pena haber enseñado el oficio a otros jóvenes.

Ese día, su alumno, dejaba de serlo y se convertía en colega y amigo.




 

 

FUENTE:

 

https://www.youtube.com/watch?v=R6XQopNhonU

http://www.alberto-breccia.net/breccia-20-ans-apres-entretien-jose-munoz/

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-3087-2006-06-25.html

 

Un tal Pipiolo en París

      

           Por Pavla Ochoa 


     -Invítame una cerveza, dale.

-Sí, ¿ya comió? - preguntó Eduardo Oreisten, mirando a los ojos al viejo en una calle cualquiera de París.

-Yo no como- respondió velozmente con aire provocador.

- ¿No come al mediodía?

-Trato de comer lo menos posible.

¿Qué está haciendo acá? Por ejemplo ¿por la noche, sale a pasear y esas cosas?

A veces sí. Hoy tengo una fiesta. En general sí, pero llevo mucho tiempo de viaje. Estoy cansando, ya estuve aquí, me recorrí cinco o seis países y volví en enero y a los pocos días vuelvo a salir. Volví acá. Ahora tengo que irme por pocos días y volver otra vez en octubre. Se hace pesado.

Se queda tres segundos en silencio y no duda en preguntarle ;  ” Pero, ¿me vas a invitar una cerveza?



Eduardo, se sienta en la mesa del bar y obedece sin chistar a Pipiolo. Disfruta de su compañía. Hablan de historieta, de bares, de la vida. El viejo no puede ocultar su alegría, su orgullo. Y hace sin preámbulos un elogio en mayúsculas; “La historieta actual está en decadencia. Ahora va a haber una exposición de mis alumnos en el Centro Recoleta. ¿Sabías eso? Ahí vas a ver a tipos bueno”.

¿Por qué? ¿Por qué son de su escuela? - desafió Eduardo que tenía colgado en su cuello, los auriculares de su walkman marca Sony.

-No, son libres. No son mi escuela.

- ¿Pero, no salen con escuela Breccia?

-No, no salieron mis hijos con la escuela de Breccia. Yo soy un tipo que respeta absolutamente la libertad. Lo qué más respeto. Por eso son buenos los pibes, porque yo los respeto, no los condiciono.

Se queda sonriendo en la nada. Un aleteo infinito de pájaros fugaces sube hasta el sol parisino. La brisa trae un perfume sutil, el de la tinta en la hoja, el de mates y facturas compartida con esos jóvenes que comparte las tardes de sábado en su casa de Haedo. No enseña dibujo, sino técnicas que ayuden a poder expresar lo que sus pibes quieran decir. Por eso está orgulloso de que sus esfuerzos puedan verse en la exposición que obviamente va a asistir.




  Antes de hundirse en el silencio, le dice con los dientes apretados y filosos ; “ Me gusta tratar con jóvenes mucho más que con viejos. No todos, pero los viejos son una manga de reventados”.

Y sin piedad le escupe en la cara; “¿no serás un viejo vos?”. Al ver la cara de espanto de Eduardo, le larga entre risas; “Es una broma hombre. Pedí otra cerveza y sigamos en lo que estábamos”.

 

El dibujante, devoró de curiosidad al joven periodista y cineasta, que anotó la fecha de inicio de esa exposición que tanto elogió el dibujante. Había una cita nuevamente con Breccia y era el 5 de agosto en Recoleta. Su mente ya estaba volando en los recuerdos por venir. Cuando se dio cuenta que el mozo, estaba esperando su propina. Y las carcajadas de Pipiolo se escucharon en esa ciudad de cuento de hadas, con su torre Eiffel, sus cafecitos y esos puentes que cuentan historias. Mientras destapaban esa birra francesa  para seguir esa charla infinita llena de continuará... 



Fuente: Revista Fierro, número 97- septiembre de 1992-