lunes, 2 de enero de 2023

La historieta en el aire

Por Pavla Ochoa- En el año 2009 en una exposición convocada por la revista de historieta "Comic. Ar”, el dibujante e integrante del staff de esa propuesta gráfica, Silvestre Szilágyi, me recomendó leer Amapola Negra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, destacando las batallas áreas de ese bombardeo norteamericano en combate contra los alemanes. Después de cinco años, más precisamente en enero del 2014 esa historieta fue reeditada por la colección “Continuará” de la revista Fierro y recién ahí pude disfrutar de esas viñetas que me habían dado curiosidad de conocer por su esencia natural que fue la de “mostrar la guerra como la aventura que no tiene sentido”.






 LA BESTIA LLAMADA GUERRA

No hay duda que Oesterherld rompió el esquema clásico de hacer historieta en nuestro país. Sus argumentos son complejas maquinarias narrativa donde la célula aventurera se apropia de cada cuadro llevando al lector a integrarse en un proceso de metamorfosis permanente entre el mundo ficcionado y el real. En Amapola Negra, no es la primera vez en que el guionista utilizó a la guerra como personaje central de su enunciación. En 1957 junto a Hugo Pratt había trasladado la realidad al mundo de la historieta con “Ernie Pike”. Ahí se encuentra un elemento básico del universo Oesterheld que es el narrador incluido en los relatos. Fue el escritor y periodista, Juan Sasturain, quien en muchos de sus artículos analizó al guionista en su proceso creativo en historietas bélicas, llegando a una síntesis perfecta: “El protagonista de estas historias de guerra es el narrador, su mirada, es su criterio el que selecciona las historias que contará y suyos el tono y la reflexión que las acompaña (…) Hay héroes y enemigos, pero no “malos” y “buenos”, porque los roles son ocasionales, dependen de la perspectiva; los términos de la oposición son otros. Si el Mal y sus efectos son el motor habitual de la Aventura, el disparador que hace necesario al Héroe que repare el desequilibrio (injusticia, daño, etc) en estas historietas el mal no está en un bando sino en la situación; la guerra es el mal”.

En la histórica entrevista realizada en 1994 por el periodista e investigador de la historieta argentina, César Vidal, el guionista Ricardo Barreiro, remarcó la virtud de Oesterheld a la hora de contar la crueldad humana: “El tono que él le da la historieta de guerra es manifiestamente antibélico. Él me contaba a mí que la editorial Columba le publicaba historietas de esa índole porque pensaban que como había hecho historietas con alemanes buenos, compartía esa ideología. Cosa que Oesterheld rechazaba en absoluto, porque a él solo le interesaba rescatar los seres humanos en el medio del caos que era la guerra. Para un escritor es una gran tentación el asunto de la guerra porque es una situación límite donde de pronto los personajes actúan de una forma mucho menos conservadora de lo que es una realidad”.


El guionista e investigador de historieta argentina, Carlos Trillo, en el documental DNI de Mariano Mucci sobre El Eternauta, describió esa línea argumental en la misma frecuencia de Barreiro, sosteniendo el humanismo como elemento característico de Oesterheld: “En sus historias los buenos no eran tan buenos y los malos no eran absolutamente tan malos, eso lo llevó a que lo acusaran de nazi y de comunista porque de la misma manera en algún momento el enemigo también era una persona. Ideológicamente era un hombre que creía que el ser humano era lo más importante y el enemigo es también un ser humano. No se puso de un solo lado a mirar las cosas”.

 En este campo argumentativo con la historieta “Ernie Pike” y “Amapola Negra”, Oesterheld, abrió nuevos conceptos en el imaginario social de esos jóvenes lectores de sus revistas de Editorial Frontera, donde la aventura ambientada en la Segunda Guerra Mundial llegaba a sus domicilios y les aseguraba desde la narrativa, que la historieta no era cosa de chicos.

 

EL HORROR EN EL CIELO

 

El argumento está focalizado en la tripulación del avión bombardero B17 de la U.S.A.F, más conocido por el nombre de “Black Poppy” (Amapola Negra). Desde el número 15 de Hora Cero del mes de julio de 1958, Oesterheld introduce a la aventura la guerra aérea en cielo europeo. Es en este escenario bélico donde Francisco Solano López, utilizó recursos estilísticos que le dio esencia propia al relato. En una vieja entrevista realizada por Sasturain, el dibujante describió la técnica usada en este trabajo: "Usaba pincel y el dibujo a lápiz era muy elaborado. Con el pincel tenía la flexibilidad de hacer líneas finas para lograr un determinado efecto o textura o una fisonomía en una expresión dramática y hacer los manchones de una explosión cuando un avión está cayendo”.


                                      

 

Al mismo tiempo que se editaba Amapola Negra, otra historieta de los mismos autores tenía la atención del público; El Eternauta. En estas dos instancias creativas, los dibujos de Solano son de carne y huesos. Muestran el fondo del alma, son reales. Pero en Amapola Negra, cada cuadro está a disposición del relato y no en primer plano para mostrar dosis de virtuosismo. El movimiento del trazo lleva al lector a ser el principal espectador de la acción en el aire y la quietud de los rostros, se introduce en el universo de la psicología de los personajes. Movimiento y quietud, dos rasgos del dibujante especialista en generar climas.

 El último cuadro de la primera aventura, un breve texto sirvió de síntesis y de adelanto sobre esta historieta bélica: “Amigo lector: iniciamos hoy la publicación de Amapola Negra. Y le avisamos con tiempo que a lo largo de ella vivirá usted las peripecias de una tripulación de bombardeo durante las 35 misiones que debían cumplir antes de ser licenciadas. Cada episodio será una misión. Colecciónelo y tendrá la epopeya de los bombardeos”.

Así como lo anunció Oesterheld, cada episodio se tituló con el número de cada misión del Amapola Negra. La psicología de los personajes fueron magistralmente trabajada por los autores que muestran las insólitas reacciones humanas ante ese suceso monstruoso e inexplicable desde la razón: la guerra. En el número 29, con la participación especial de Ernie Pike que intenta hacerles una entrevista pero no lo consigue, los integrantes de Amapola Negra llegan a la muerte luego de que el bombardeo norteamericano se estrella contra una montaña.

 

DESPUÉS DEL FINAL

 

En 1977 la revista Skorpio, propiedad de Alfredo Scutti les pidió a Francisco Solano López y al guionista Ricardo Barreiro, que realicen una remake o continuación de la historieta bélica Amapola Negra. Barreiro, recordó porque no prosperó ese proyecto: “Solano por un montón de problemas que tuvo de trabajo, no pudo hacer la historia. Entonces ya no tenía sentido tampoco presentarla como un correlato de Amapola Negra, aparte era bastante difícil hacerlo porque en el último episodio morían todos los tripulantes y se estrellaba el avión. Y es rigurosamente anti histórico decir que un avión sea bautizado después que toda su tripulación se hubiera matado con el mismo nombre que el avión anterior”. De esta posibilidad retrospectiva trunca, nació otra historieta con las mismas características que la creada por Oesterheld; “As De Pique”. En ese argumento, Barreiro hace una estupenda dupla con el dibujante, Juan Giménez, donde ambos recrean el clima psicológico de los tripulantes del “Black Poppy”.

 

Hay en Amapola Negra, una desmesura sufriente de la humanidad que viaja en las sombras de su existencia. Un territorio de irracionalidad que es la guerra. Actos de bien y mal que la corporizan, la vuelven tangible, sin otra salida que la muerte. En las batallas dibujadas por Solano López, hay un aire que asfixia, que ahoga al lector que lo lleva alterar el racionamiento ante ese monstruo grande que devora cualquier rasgo de humanidad. Todo oscurece la luz de la vida, sin que la belleza deje de suspirar entre las nubes de un cielo que brilla lejos de esa tierra donde los tripulantes del bombardeo norteamericano anhelan regresar, pero que deben ganarle al miedo que los paraliza, ese terror a crítico, donde todo se naturaliza y donde se produce a cara de perro el histórico combate entre la vida y la muerte, construcción trágica de la existencia que propuso a partir de los argumentos, Oesterheld.


                                 


 

En las ciento cincuenta y una páginas de esta historieta, hay un cuerpo sujeto a la agonía, un territorio de agonía que es la historia del propio dolor humano, y ese es el mayor logro de Amapola Negra, que quizás no tiene la popularidad masiva del Eternauta o Mort Cinder, iconos del mundo de las viñetas argentinas, pero que invita al viejo y nuevo lector a imaginar por fuera de lo imaginado. Es por eso que se convierte por sí misma en una aventura fuera del tiempo. Una aventura que hace estallar las viñetas a través de un enemigo que es bestial y no detiene su marcha: la guerra y es por eso que es eterna.


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