Compartimos un artículo escrito por Enrique Breccia, publicado en INFOBAE, el 7 de octubre de 2017, sobre la historieta de “La vida del Che”, que realizara junto a su padre, Alberto Breccia y el guionista Héctor Germán Oesterheld.
En 1967, dibujé "a cuchillo" la vida del Che, con guión de Oesterheld
En 1967, poco después de la muerte del Che Guevara en Bolivia, Héctor Oesterheld se juntó con mi viejo, Alberto Breccia, y conmigo para decirnos que el editor Carlos Pérez (que había trabajado para Eudeba como jefe de producción en el Centro Editor de América Latina) y que era a su vez empleado del editor Jorge Álvarez, le había encargado un proyecto que se llamaría "Biografías"; 12 libros en formato historieta de más o menos 70 páginas.
Héctor y Pérez ya tenían una lista de los personajes que
integrarían la colección: Sandino, Fidel Castro, Pancho Villa, Simón Bolívar,
Tupac Amaru y otros, pero estaba decidido que el primer libro sería "La
vida del Che".
Lo querían hacer lo antes posible, porque a Pérez lo
entusiasmaba la idea de que fuera la primera historieta hecha luego de la
muerte del Che.
De común acuerdo, entre los tres decidimos que mi viejo
haría la parte inicial, la más documentada desde el punto de vista histórico, y
que abarcaría desde el nacimiento de Guevara hasta su partida al Congo. Yo me
encargaría de ilustrar "el libro del Che en Bolivia". En la primera
parte, la narración es en tercera persona. En la parte que yo ilustré,
"habla" el Che, ya que está basada en su Diario.
Las páginas que se reproducen en esta nota tienen guión en
italiano porque es la única edición que tengo a mano, vale aclarar.
Como en el relato que imaginó Héctor las partes de cada uno
irían intercaladas, era necesario que el estilo de dibujo fuera absolutamente
diferente para ayudar al lector a distinguir -también desde lo gráfico- las
distintas etapas por las que pasaba el personaje.
En la edición italiana que tengo, la historia está dividida
en partes que se titulan: BOLIVIA – ERNESTITO – EL CHANCHO (que era el
sobrenombre del Che en su juventud)- EL CHE – SIERRA MAESTRA – HIGUERAS. Pero
no recuerdo si en la edición original era así.
El estilo usado por mi viejo fue más tradicional y
descriptivo, mientras el mío era más expresionista, para lo cual aproveché la
xilografía que por esos días hacía en forma autodidacta, que se distingue por
los contrastes violentos hechos en blanco y negro puros, sin la utilización de
grises. Ese "estilo" se prestaba más a la violencia del combate y a
la creciente oscuridad de la historia a medida que ésta se acercaba a la
muerte.
Recuerdo que, luego de muchas discusiones, Héctor aceptó
escribir dos guiones de 35 páginas cada uno por separado, uno para mi padre y
el otro para mí. Eran guiones muy simples donde sólo figuraban los diálogos,
pero sin las habituales "descripciones gráficas" de toda historieta,
para dejarnos entera libertad de creación.
No gané ni un mango por mis 35 páginas, porque para lograr
el efecto de grabado en madera dibujaba sobre una cartulina enyesada de tres
milímetros de espesor. Casi sin usar el lápiz, ponía la tinta china negra con
un pincel grueso y luego raspaba con la punta de un cuchillo. Eran cartulinas
inglesas que costaban mucho y lo que me pagaban por página era menos de la
mitad de lo que me salía cada hoja.
“ La cara de Guevara es muy sencilla de dibujar; el resto era selva, fuego y furia”
La xilografía, con sus contrastes de negro y blanco, casi
sin grises, fue la técnica usada por Enrique Breccia. Aquí, el momento en que
el Che es herido y capturado.
La xilografía, con sus contrastes de negro y blanco, casi
sin grises, fue la técnica usada por Enrique Breccia. Aquí, el momento en que
el Che es herido y capturado.
La única documentación que teníamos era un ejemplar del
diario cubano Gramma. Fue muy útil para mi viejo que debía dibujar lugares y
personajes reales, a mí no me sirvió porque la cara de Guevara es muy sencilla
de dibujar, y todo el resto era selva, fuego y furia.
“ Héctor protestaba porque yo hacía demasiado feos a los
campesinos bolivianos, “embrutecidos”, decía”
Fueron tres meses de trabajo continuo, de pura adrenalina y
discusiones frecuentes. Héctor protestaba porque yo hacía demasiado feos a los
campesinos bolivianos (embrutecidos era la palabra que usaba) y yo le respondía
que no estaba dibujando un western donde todos son lindos. Pero además le dije
que lo hacía deliberadamente después de enterarme que en 10 meses de campaña no
se había sumado ni un solo campesino a su columna. "¡Estás volviéndote
loco! ¿quién te creés que sos, el reclutador de Guevara?", contestaba
enfurecido.
Por supuesto tenía razón. Sin darme cuenta me estaba dejando
"ganar" más y más por el personaje a medida que avanzaba el trabajo.
No sólo porque tenia 21 años y aquellos eran tiempos de mucha ebullición
política, sino porque ideológicamente hablando me definía como peronista, pero
hacía poco que había dejado Tacuara y en el momento de hacer el Che estaba en
la Federación Gráfica Bonaerense, el "luche y vuelve" y todo eso: yo
era un "guiso" político con patas.“ Oesterheld me decía ‘quiero que
haya poesía en los combates’”
Pero cuando Héctor me preguntó porqué razón dibujaba esa
historieta, sin vacilar le contesté "por peronista". Creo que
respecto al Che a Héctor le ocurría algo similar, aunque al menos conmigo nunca
se definió políticamente. Me decía que lo que admiraba en Guevara era su
compromiso y coherencia políticas, y por la pasión que ponía al escribir el
guión eso era evidente. Me decía "quiero que haya poesía en los
combates", y sin duda logró lo que se proponía. Además admiraba al Che
como escritor. Afirmaba convencido que el "diario del Che en Bolivia"
era una obra maestra. “ Las imágenes se hacían más y más extremas en términos
gráficos; no fue casual que usara un cuchillo…”
Ya pasaron 50 años, y sin embargo recuerdo con toda nitidez
cada día de trabajo y cada charla, porque a medida que avanzaba me comprometía
más con el personaje, las imágenes -sin proponérmelo porque el apuro no dejaba
tiempo para reflexiones intelectuales…– se hacían más y más extremas en
términos gráficos, y hoy me parece que no fue casual que usara un cuchillo para
dibujarlo.
Por otro lado, la mayor preocupación de Pérez era que la
diferencia de estilos hiciera incomprensible la historia, pero nosotros tres
terminamos convenciéndolo de lo contrario y luego el éxito de ventas nos dio la
razón.
Álvarez le dijo a Héctor que, dadas las circunstancias
políticas del país, le parecía más prudente para él que su nombre no
apareciera, pero él se negó rotundamente. No recuerdo cual fue la posición de
mi padre, pero a mí me gustó la postura de Héctor y dejándome llevar por la
desmesura -que mi juventud explica pero no disculpa- le pedí a Álvarez firmar
una por una mis 35 páginas porque estaba orgullosísimo de mi laburo, pero él se
negó diciéndome con sensatez que bastaba con nuestros nombres en la tapa. En
realidad lo que pasaba era que yo no lo consideraba un simple
"trabajo", tanto es así que luego de eso ninguna otra historieta
logró que me sintiera tan profunda y totalmente involucrado en todo sentido, y
no hubo otro trabajo que dejara en mí una huella indeleble que no se atenuó ni
un poco en medio siglo.
Apenas la edición apareció en los quioscos, el diario La
Nación publicó un editorial titulado "Confusión", donde advertía
sobre los peligros de la captación ideológica. Es curioso que un diario
conservador viera con claridad lo que los editores de historietas no veían: el
potencial de penetración masiva del género como vehículo de difusión de ideas. “
El ejército allanó la editorial y secuestró todos los originales”
El ejército allanó la editorial, secuestró todos los
originales y nunca supimos qué fue de ellos. Aunque un tiempo después, un alto
directivo de la Editorial Atlántida que era amigo de Guillermo Borda, ministro
del interior de Onganía, me aseguró que ese funcionario tenía enmarcada en su
casa una página mía de dos cuadros, en la que el Che le ordena a su verdugo que
dispare.
Como se dijeron muchas pavadas sobre ésto, es necesario que
aclare que ninguno de los tres fue amenazado, salvo alguna que otra llamada
telefónica que pudo ser obra de cualquier gil.
Mi admiración por el Che siempre estuvo en contradicción con
el hecho de que no fuera más políticamente argentino, que no fuera capaz de
entender al General Perón y que no se uniera estratégicamente a él.
También deseo aclarar que posteriormente el querido Héctor
no fue desaparecido por su labor de guionista de historieta sino por su
militancia en Montoneros. Esto no tiene nada que ver con Vida del Che, pero por
amistad me siento obligado a dejarlo en claro porque existe mucha confusión con
este tema que en mi opinión le quita valor a su sacrificio y al de sus cuatro
hijas.
El libro, además de Argentina -hablo sólo de las ediciones
legales, porque ediciones "piratas" hubo y sigue habiendo en muchos
países-, se publicó en España, Italia, Francia, Alemania, Croacia y Grecia, y
ahora me acaban de avisar que para este aniversario sale una edición en
Portugal. Sin embargo, y vaya uno a saber por qué, el régimen cubano jamás
permitió que se editara en la isla.
Texto de Enrique Breccia, publicado en la edición de Infobae del 7 de octubre de 2017.
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