lunes, 9 de abril de 2018

Columba y Breccia


Por PaVla Ochoa

Fuera de lo previsto, los caminos de Alberto Breccia y Editorial Columba se cruzaron y tejieron un instante en la historia de la historieta argentina.

Se hace difícil en estos días de 2018, imaginar una historia que una a Breccia y Columba. Pero  hay huellas que nos ayudan a entender cómo fueron transitando en el mundo de las viñetas y se encontraron en distintos puntos de sus historias, como lector, como dibujante que se construía a partir del esfuerzo y la constancia y desde dos estilos incompatibles, como el agua y el aceite.
Alberto Breccia, en su niñez había sido lector de las revistas de Columba; “Cuando salió El Tony, yo estaba enfermo y mi padre me trajo el primer ejemplar. Las historietas de El Tony al principio eran historietas inglesas, El Gordo y el flaco, Chaplín eran dibujadas por un inglés muy bueno”.


Don Urbano, es uno de los primeros  personajes  cómicos de Breccia publicado en Columba. A fines de los años 30, Ramón Columba, aceptó a ese dibujante que no paraba de presentar en editoriales de diarios y revistas sus trabajos, que casi siempre eran rechazados. Columba lo aprobó y fue prácticamente su debut con un personaje propio.
En la histórica y monumental entrevista que le realizaran Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno, Breccia, recordaba y daba un horizonte certero de su transitar por esa editorial; “Trabaje para Columba, en la revista “Paginas de Columba”, que dirigía Don Ramón. Allí hice un personaje que se llamaba Don Urbano. Se me había ocurrido hacer un tipo parecido a un político de acá, el doctor Gallo, que era un senador que integró la fórmula presidencial del conservadurismo. Era bajito con anteojos, petisito y gordo. En las páginas de Columba se publicaban bastantes caricaturas políticas, y es seguro que por eso me lo aceptaron. Cada episodio se desarrollaba en una página y tenía un remate humorístico. Don Urbano era un tipo de Buenos Aires, un observador y la cosa apuntaba al costumbrismo, a la reflexión sobre lo cotidiano. Y no tenía ninguna relación con la política, excepto el parecido físico con el político que me presto sus rasgos (…) Siempre tuve una buena relación con Don Ramón Columba. Era un gran tipo. Lo que pasaba era que yo andaba de aquí para allá tratando de vivir de este oficio”.



Luego de ese momento, los caminos de Breccia y Columba no se cruzaron más, por lo menos directamente. El estilo del dibujante y las características graficas de las producciones de la editorial eran incompatibles.
El dibujante José Massaroli, explicó los límites que marcaba la empresa de la palomita a los dibujantes que querían ingresar a su staff: “Cuando fui a buscar trabajo a Columba, lo que me dijeron era que me olvidara de dibujantes como Breccia. Señalando que si quería estar en la empresa, las caras tenían que ser nítidas y lindas. Evidentemente, era una fórmula que para ellos funcionaba. Columba fomentaba esa estética que mencione para que la respeten los dibujantes y les imponía un concepto de aventura con fórmulas retrógradas, obligando a copiar a los autores más exitosos del momento En simples palabras apuntaba a la cantidad de material y no a la calidad. En la época que Columba se hace un medio de comunicación masivo, Alberto estaba en su mejor etapa de experimentación y eso no estaba en los parámetros de esa editorial que buscaba un dibujo más simple”.
En Nippur de Lagash, en el capítulo “La columna de los buitres”,que desde el humor  Robin Wood, quien había estudiado  dibujo con Breccia en la Escuela Panemericana de Arte, dando se cuenta él mismo que su lugar en la historieta era como guionista, escribiò esa historia.En la misma se ven personajes con caras del staff de Columba y caras del mundo de la historieta, entre ellos Alberto Breccia.
 
Massarolli, le diò otro sentido a la historieta ; “En una historieta de Nippur de Lagash; donde aparece el dibujante de Mort Cinder como un personaje, lo matan, siendo un claro símbolo de que la empresa no comulgaba con ese estilo de hacer historieta. Pero también el mismo Breccia no coincidía con esa forma de producir. Muchas veces, Alberto, me dijo hablando de un dibujante de esa editorial; “no se puede hacer mierda por 20 años impunemente”.
El paso del tiempo no puede ocultar, que Columba, la “gran” editorial de historietas de nuestro país y Alberto Breccia, el “gran” proletario del lápiz, siguen escribiendo la historia de las viñetas en nuestros pagos.



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