Por PaVla Ochoa
Breccia
traspasó en su carrera un profundo viaje de constante búsqueda, la de su propia
identidad en la historieta, creando inesperados universos. En las múltiples
entrevistas realizadas al maestro, se pueden encontrar definiciones, anécdotas,
y posturas de vida de un hombre que retrato las heridas del ser humano.
EL DICCIONARIO DE ALBERTO
BRECCIA
Adaptación: “Un
día, cuando fui a entregar un trabajo, el gerente ( NdR; Se refiere a la época
en que el dibujante trabajaba para la Editorial Manuel Láinez)
me dijo que fuera hasta una librería de San Telmo y me comprara un libro
“Rocambole”. Quería que lo adaptara. Incluso medio plata, porque el libro valía
40 pesos. Lo compré y empecé a leerlo Pero como la cosa era urgente iba
dibujando a medida que leía y como en un momento había demasiados personajes,
resolví matar algunos. Claro que como eran personajes importantes en los
capítulos siguientes se armo una galleta tal que la gente no entendía nada y
hubo que levantar la serie. Esto salía en Tit-Bits, revista de la que después
me dieron la tapa”.
Buenos Aires: “Mantengo
con ella una relación de amor y odio, como en todas las relaciones dignas de
ese nombre. Es la ciudad donde me eduqué, donde me hice adolescente, luego
hombre. En Buenos Aires conocí a las mujeres que he amado. Toda mi historia
está allí. Y de Buenos Ares amo sobretodo los suburbios, Mataderos, los
barrios”.
Credencial: “¿Cómo
va a tener un tipo un diploma de dibujante? Para ser dibujante hay que saber
dibujar, y para mostrar lo que uno sabe lo mejor es una buena carpeta, y no un
diploma”.
Dios: “Lo
religioso no me toca para nada. Es algo que para mí no existe”.
Estilo: “Durante
años he hecho esfuerzos terribles para formar “mi” estilo y finalmente me di
cuenta que el estilo es simplemente una etiqueta que no sirve para nada. Tener
un estilo “personal”, esa especie de sello de garantía, es simplemente
detenerse en el punto en el que se alcanza el éxito. Luego de la cima está el
descenso; no se puede estar siempre en la cima, porque la vista se debilita, la
fatiga comienza a hacerse sentir, uno se aburre haciendo siempre las mismas
cosas. La mayoría de los dibujantes se detienen en el momento en que han
alcanzado el éxito, se instalan confortablemente y no tienen más deseos de
moverse. Hay que saber arriesgar todos los días su propio éxito”.
Fealdad: “Quizás
fui elegido para dibujar la fealdad, o quizás veo la belleza a través de la
fealdad. Por ejemplo debo hacer grandes esfuerzos para dibujar una mujer linda.
No puedo dibujar mujeres bellas, casi siempre obtengo mujeres feas. Si debo
dibujar gente, inevitablemente los dibujo feos. Paso el tiempo haciendo croquis
en los café, tengo miles. Me siento en un café y comienzo a bosquejar a la
gente que me rodea: le puedo asegurar que los que veo no son bellos. Quizás
tengan toda una cierta belleza interior pero exteriormente... no hay demasiada
gente que sea bella”.
Guionista: “Ese
rol nace exactamente en Patoruzito, con Quinterno. Es el primero en tomar gente
del staff de Patoruzú cuando decide fundar Patoruzito: Issel Ferrazzano,
Mariano de la Torre
, que firmaba Dante de Palo. A ellos les encarga los argumentos y se los da a
los dibujantes, así nació el argumentista profesional (...) Lo que pasa es que
entonces los argumentistas no eran buenos. Porque era gente que estaba
escribiendo humorismo y de pronto el editor los pone a escribir aventuras (...)
Lo hacían nada más que para ganarse la vida. Wadel era el único que creía en lo
que hacía”.
Historieta: “Nunca
me gustó la historieta, no me gusta y no creo que llegue a gustarme algún día.
Me gusta mucho el dibujo: me ayuda a descargarme, sana mis enfermedades.
También me gusta el dibujo aplicado a las historietas pero no me gusta el
género. No las leo jamás, me limito solamente a mirar los dibujos”.
Ideología: “A mí me han ofrecido cualquier cantidad de
dinero por dibujar historietas eróticas y no he aceptado, no porque sea un
puritano, sino porque no me parece bien, no me interesa dibujar solo por
dinero”
Julepe: “El miedo,
el horror, son sentimientos, sensaciones, que nos acompañan toda la vida.
Tenemos miedo de la enfermedad, de la muerte, de un asalto, de un accidente de
tránsito, de un golpe de estado militar... Hablo del contexto en el cual vivo.
Tenemos miedo de la crisis económica, de la guerra: cohabitamos con el miedo.
El miedo está mucho más presente en nosotros mismos que el amor”.
Kamikase: “Cuando
dibujo no me propongo ganar dinero, sino hacer lo que quiero. Si luego me da
dinero o sucede que muchas historias
mías no se publican, es un riesgo que yo corro. Desde que comienzo a trabajar
asumo esa responsabilidad”.
Literatura: “Mi
interés por la literatura data de la infancia. Cuando contaba con siete u ocho
años, leía a Breat, Poe, mezclados con Salgari y Julio Verne: las lecturas clásicas
de los adolescentes. La literatura, los libros, son para mi una verdadera
pasión. Cuando leo un relato o una novela que me llega, que me impresiona, soy
presa de un deseo irresistible de ilustrarlos, de dibujarlos”.
Llamarada: “Yo estaba paseando una noche con
Hugo Pratt por Palermo que me dijo, en un coche; “Vos sos una puta barata, porque estás
haciendo mierda pudiendo hacer algo mejor”. Me dio mucha rabia, pero tenía
razón. Entonces yo estaba edificando mi casa y necesitaba plata, acepté una propuesta
de Oesterheld que me había hecho antes y me dio un personaje, “Sherlock Time”,
que era un detective del tiempo venido del espacio, un personaje muy extraño,
en cuya realización tuve mucho éxito”.
Mass media: “Los
teóricos tienden a complicar la cosa con las historietas. En una punta hay un
señor que trabaja para entretener al público. En la otra, hay un señor que
quiere entretenerse. Lo bueno o lo malo que resulte del producto terminado
depende del talento del que la hizo y también de las condiciones en que
trabaja. Pero el público no es un ente pasivo. El público elige siempre lo que
le gusta y en esa elección está su respuesta y está también su responsabilidad.
Porque lo que elige, de una forma u otra, lo incorpora a la visión que tenga de
la realidad. Sin proponérselo, en forma inconsciente, pero lo digiere según sus
propios valores”.
Negro: “Si ser un
autor “negro” quiere decir contar historias no muy alegres, entonces si lo soy (...)
Creo que- en el fondo- ser un romántico y no un dibujante “negro”. Soy alguien
que muestra las heridas, deseando ardientemente que no existan. Todo esto es
puro romanticismo, ya que esas heridas van a continuar existiendo”.
Ñaupa: “Sucede
que empecé a dibujar un viejo anticuario de muchos siglos (NdR; El compañero de
Mort Cinder, Ezra Wilson) . Y me di cuenta que, sin querer, estaba dibujando mi
propio rostro”.
Oesterheld, Héctor: “Era un hombre dotado de una enorme imaginación y una gran cultura:
era geólogo de formación. Para él, en la vida, las cosas no eran tan simples,
tan claras. No estaba simplemente el bien opuesto al mal; había matices,
grises. Los hombres podían ser al mismo tiempo buenos y malos; hombres de carne
y hueso. Él introdujo esa visión del hombre en las historietas en el momento en
que el héroe estaba fuertemente estereotipado como un héroe positivo, sin
debilidades –ni físicas-, sin defectos: ¡finalmente inhumanos!. Por ejemplo, un
héroe típico podía luchar con diez adversarios... y vencerlos a todos; podía
evitar todas las balas que le dirigían... ¡Podía recibir dos cuchilladas sin
ninguna consecuencia! ¡El héroe clásico era así!
Con Oesterheld el héroe se humaniza: fuerte y
débil, valiente y cobarde, bueno y malo al mismo tiempo”.
Proletario: “El
dibujante se cree un intelectual y no sabe que es un trabajador. Yo admiro
mucho más y respeto mucho más a un plomero que va a casa a cambiarme el grifo y
me dice «mire usted esto vale 5.000 pesos y si no le gusta llame a otro». Y yo
le digo, sí señor, cámbieme el grifo por favor. A un dibujante lo llaman de una
editorial, lo hacen esperar cinco días, le pagan cuando quieren y lo basurean,
y el dibujante se aguanta, porque está en el nivel del intelectual, el hombre
que no discute precios. Pero el dibujante ha de ser un trabajador en el momento
de los precios, después será artista”.
Quienquiera: “El
editor es un señor que edita historietas
como podría fabricar chorizos. Es un señor que quiere ganar dinero.”
Resistencia: “La razón principal que
me llevó a comenzar Perramus fue el deseo de testimoniar todo lo que pasó en
Argentina en la época de la dictadura militar. Es mi deber hacerlo. El dibujo
era y es todavía, mi única arma. Con esta arma, protesto. Perramus fue un grito
de protesta, un grito de rebeldía. Ahora la situación de Argentina ha cambiado:
no totalmente, pero en gran parte ha cambiado. Hoy también hay buenas razonas
para continuar protestando, pero ya no es mi tarea... No habría que dejar de
protestar”.
Socios: “Es como
un matrimonio; tras unos inicios intensos y pasionales, la monotonía toma el
relevo”.
Tango: “Amo la
música, todo tipo de música., pero la única que me conmueve y logra conmoverme
hasta las lágrimas es el tango. No hay otra. El tango tiene 120 años, yo tengo
73, he vivido parte de historias; he vivido directamente una buena parte de las
historias que narra el tango”.
Universo: “No
puedo ignorar el contexto político y social en el cual he vivido. No vivo en
una bola de vidrio. Si, en un hermoso día, decido salir para ir al restaurant,
detengo mi auto en un gran boulevard y dos pequeños de cinco años se me acercan
para pedirme una monedita, no puedo impedir verlos. Todo eso acaba en mis
dibujos: es el contexto en el cual vivo”.
Vanguardia:
“Cuando la revista Karina nos propone Richard Long para su
suplemento, yo hacía cinco años que no dibujaba. Acepté el trabajo por una
cuestión de dinero, pero lo iba postergando porque tenía miedo. Hasta que un
sábado me acorralan: había que entregar la historieta el lunes. Y justo ese
sábado me saco una muela. La extracción es dolorosa, se me hincha la cara y
tengo fiebre. Entonces para ahorrar tiempo recurrí al collage y suprimí veinte
cuadros al guión. Estas decisiones se debían a la necesidad de terminar rápido
y no a una genialidad (...) Ocurre que las cosas se mistifican y después se descubre
que detrás del mito siempre hay una vulgaridad, un tipo en camiseta”.
Wadel, Leonardo: “Oesterhel
siempre fue muy valorado, y los dibujantes lo buscaban. La queja se podría
justificar en Wadel, que está injustamente olvidado y yo diría que fue aquí el
inventor de la profesión de guionista”.
Xerografiar: “Me costó mucho aprender a dibujar,
hasta los 30 años yo era un dibujante que... Yo copiando, intentando,
sufriendo, como hacen todos, siempre cuesta aprender a dibujar; y se trataba de
hacer esto o seguir en un matadero rasqueteando tripas hasta morir, así que me
seguía con ello o copiaba a Hogarth”.
Yantar: “Todos los
días comprábamos con mi mujer un litro de leche y un alfajor, y esa era nuestra
dieta. Medio litro de leche y medio alfajor cada uno (...) aún en la miseria
hay que mantener cierto esplendor”.
Zorro: “Para ver si conseguía interesarlo a Héctor, me
invento toda una mentira de que la King Feataures estaba interesada, porque yo me
comuniqué con la King
Features, realmente. Hablé con el que era el presidente de
los corresponsales extranjeros y él la mandó a los EE.UU. Y entonces con esa
carta le dije a Héctor que podía colocarse en los EE.UU. (era falso, porque no
les había interesado) y que por favor me terminara Las Termópilas. Me la terminó;
si no, hubiese quedado inconclusa”.
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