miércoles, 6 de diciembre de 2017

Tinta en la sangre



Por Pabla Ochoa 


Alberto Breccia nació en Uruguay en 1919, vivió su infancia en Buenos Aires donde murió el 10 de noviembre de 1993, paradójicamente el día del dibujante.

Breccia fue un artista que se atrevió a navegar en el mar profundo de la experimentación. Con vientos fuertes y profundas tormentas, siempre tuvo un horizonte claro y conciso que se convirtió en la brújula que guió su transitar en el trabajo gráfico. Buscador indomable del relato, no se detuvo en una sola fórmula enunciativa que sea políticamente correcta para la industria, sino que descubrió distintas formas retóricas en su obra, desafiando a editores, colegas y a su propio lector.

Siempre se consideró un trabajador y no un artista privilegiado de la aristocracia cultural. Las primeras historietas que ilustró y escribió fueron denominadas por el mismo Breccia como “trabajos para pucherear”.



El cambio en su estilo se efectúa cuando Héctor Germán Oesterheld le ofrece hacer Sherlock Time, ambos generan un lenguaje renovador para la historieta. El artista plástico, Carlos Nine, puntualizó ese cambio gráfico del dibujante; “Yo fui muy impactado por "Sherlock Time. Fue una lectura de la adolescencia y esas experiencias son imborrables. No podía creer que fuera el mismo dibujante que hacía "Vito Nervio" meses atrás, pensé que se había vuelto loco”.


OBRA MAESTRA

En 1962, ambos realizan Mort Cinder y con el tiempo se convierte en una obra importante a nivel mundial. En ese argumento el dibujante experimentó con el martillo al pincel, la gillette a la pluma y con la utilización de recursos técnicos innovadores que le permitieron construir una distancia respecto de la élite artística.

Irma Dariozzi de Breccia, compañera de la vida del dibujante, describió un elemento fundamental entre la relación del lector y esa gráfica precursora para la época: “Mort Cinder no vendía, la gente no comprendía a esa historieta que era distinta a las del estilo clásico de aventuras. Había muchas cosas ahí, motivo que la convertía en una revista que no interesaba, se ondulaban en los kioscos por el viento y el frío quedando bastantes arruinadas porque no las compraban. Tengo dos ejemplares, uno que compré y otro que me lo regalo Alberto, ahora son piezas de colección de alto valor económico, es parte de las rarezas que tiene la vida”.



 El rostro del personaje central es el rostro del ayudante que tenía en esos momentos, Horacio Lalia. El dibujante que reside actualmente en Ramos Mejia, recordó esa situación en particular: "Como estaba permanentemente conmigo, empezó a ver mi cara a la que estaba acostumbrado a dibujarla y la torturó para que sea la de un tipo de 40 años que venía de la muerte. Tenía la mitad de la edad del personaje creado por Oesterheld, por eso nunca imaginé que iba a quedar definitivamente mi rostro. Nunca me comentó o me pidió permiso para usar mis rasgos, simplemente sucedió”.



HISTORIETA Y POLÍTICA

La biografía del revolucionario Ernesto “Che” Guevara que ilustró junto a su hijo Enrique en 1968, recibió como contrapartida de la expresión del sector de la oligarquía, una editorial por parte del diario La Nación que defenestró la obra. Además, el gobierno de facto de Onganía, quemó los originales y secuestró las revistas. Breccia, enterró en el jardín de su casa de Haedo un ejemplar, siendo actualmente el que posibilita su reimpresión en el mundo.


En distintas entrevistas, Enrique Breccia comentó la diferencia ideológica con su padre en relación a la figura del Che: “Mi primer contacto con el mundo del cómic fue una propuesta que nos hizo a mi padre y a mí Héctor Oesterheld sobre la vida del Che Guevara, con guiones por separado, de forma deliberada, porque la visión que teníamos del mismo personaje mi padre y yo era completamente diferente. Mi padre era un admirador ferviente del Che Guevara y yo, por mi militancia política de aquél entonces, tenía una diferente. De todas maneras, me atraía el personaje. Así que cada uno dibujó el cómic en su casa e hicimos un pacto de no vernos durante el mes y medio que duró el proceso creativo”.

En mayo de 1969, la revista GENTE de Editorial Atlántida publicó una nueva versión de El Eternauta que lo tuvo como dibujante de ese argumento de ciencia ficción publicado originalmente en 1957. La experimentación gráfica fue criticada por los lectores y desde una editorial específica GENTE pidió disculpas por ese cómic llena de connotaciones políticas.


 En referencia a la historieta dibujada por él mismo, Francisco Solano López, en una actividad realizada en Moreno a fines del año 2008, pinceló las sensaciones encontradas por la sociedad entre el narrador de aventuras y el artista en contramano de la industria cultural: “Para mí fue muy difícil juzgar esa obra, porque no estaba en el país en ese momento sino en España, por eso entendí que tuvieran la necesidad de reproducir la historia. Lo que no había advertido era el cambio político y la nueva vuelta de tuerca que le estaba dando Oesterheld a la historia. Tanto él como el dibujante habían sufrido una evolución política que si yo hubiera estado cerca, posiblemente hubiéramos intercambiado ideas y a lo mejor salía algo parecido o no a lo publicado, pero la verdad es que fue una historieta hecha en complicidad con Breccia”.

Su hija Patricia Breccia, explicó la postura política por parte de su padre: “Él se consideraba un hombre de izquierda, pero no de las izquierdas conocidas, tenía una manera justa, sabia y sensible de considerar la vida y la vida de los demás. No toleraba los totalitarismos de unos ni de otros. Era un tipo amplio, democrático, siempre de lado del que menos tenía, con una enorme empatía por todos y hacia todos”.

En la misma sintonía de pensamiento, Nine se refirió al respecto: ”Breccia se comprometió ideológicamente, aunque no políticamente. Esta diferencia es sustancial. Creía en determinadas ideas. Por ejemplo considerar a los dibujantes como trabajadores, no como aristócratas. Sentía que los partidos políticos con los que tuvo que convivir en su época no lo representaban. Es lo mismo que siente mucha gente hoy”.


Breccia fue una avalancha de paisajes y zonas desconocidas que demandan aún hoy la atención permanente. La diversidad artística de sus obras debe ser leída como una pieza única y no como piezas sueltas. Su trazo fue un amplio abanico de expresión de sus ideas que permanece vigente en estos tiempos modernos.




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