Por Pavla Ochoa
Podría
decirse que aquella tarde de julio en Haedo, era una tarde más. Pero para Lito
es distinta, está llevando en su Citroën B12, a su maestro, a ese hombre que
quiere como a un padre. El silencio aturde más que el sonido que se desprende
del motor.
Sabe que
esa tarde es distinta, porque Alberto, acaba de ser abuelo por primera vez.
Martín, el hijo de Enrique, nació y se imagina que la familia debe estar muy
emocionada. Busca, intenta encontrar en el rostro de Pipiolo, alguna emoción,
algún sentimiento que le haga conectar con su mirada, así iniciar una conversa.
No sucede. Y el silencio se hace más insoportable.
De la nada,
el joven dibujante, se anima a iniciar el ping pong de palabras:
-Alberto,
debe estar contento que nació su primer nieto…
-Vos te
pensas que yo voy a estar con una pañoleta jugando al ajedrez en una plaza.
Está bien. Nació y nació. Bien hecho…
Lito, lo
miró. Entendió que el viejo, no es de darle mucha solemnidad a esas cosas, sino
vivirlas y punto. No sabía dónde esconderse. Metió el violín en la bolsa, agarró
fuerte el volante y siguió manejando sin decir más nada hasta llegar a destino:
Alberto Vignes 532.
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=g1tO9bMfR_I&t=4127s
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