Por Pavla Ochoa
El pibe Martín, no entiende nada. En medio de las compras en el barrio con su vieja, llega la noticia. Están en la calle con algunos de sus vecinos, Jorge el verdulero, Don Sasa el kioskero, el Tano Fornaro del almacén y la panadera Dora, la emoción los lleva a darse abrazos . Hay algo en el aire, algo que crece a mucha velocidad en el barrio.
A la noche , los vecinos de la cuadra de la casa, se comenzaron a reunir en la casa de los Breccia, para ver el noticiero de ATC. Hasta Pipiolo, se fue del otro lado, cruzando la barrera de la clínica Tachella, para no perderse esa comunión barrial y familiar . En los últimos cuatro días, se repite una y otra vez , ese encuentro.
Martin, percibe que algo está cambiando, cuando empiezan a ser moneda corriente, las peleas con Churrique por qué ya no puede escuchar a Kiss, menos Queen.
Con sus 11 años, siente que la guerra se empieza a sentir en los huesos, cuando se entera del hundimiento del Belgrano.
Sin aviso alguno, cuatro días después de ese 2 de abril, Enrique le avisa a la familia que se enlistó junto a cuatro compañeros ,como voluntario y se fue ahí mismo a la Escuela de Comunicaciones de Campo de Mayo.
Ahora todo es distinto. Ve que su papá pasó de dibujar en el lavadero del fondo a ser un soldado preparado para la guerra en una Unidad de Comando de 60 hombres. De un día para el otro esa felicidad de primavera otoñal del oeste se había esfumado.
La guerra terminó antes y su viejo volvió del Puente del Inca en Mendoza a dibujar a su casa. Lleno de frustración porque su deseo era servir a la patria con las armas en la mano.
Martin, sabe que en esos meses de guerra, algo pasó que hizo que nada vuelva a ser lo que fue .
Fuente; Anécdota familiar narrada por el propio Martín Breccia en su posteo de Facebook del 02 de abril del 2020.
Entrevista a Enrique Breccia;https://noticias.lumpentv.com.ar/nota.php?id=5059
No hay comentarios:
Publicar un comentario