Por Pavla Ochoa-
Ingresó a
la Escuela de Bellas Artes de Río Gallegos, acompañado de su amigo, colega y
vecino del viejo oeste, Carlos Nine. Caminó por el edificio sin buscar el
aplauso y se detuvo a mirar las obras
que colgaban de las paredes. Su acompañante lo observó detenidamente cuando se
acercó a las pinturas, se puso las gafas
y se alejó para contemplar el arte. Era un placer esa escena y por eso aprovechó y le tomó una fotografías, porque
sabía que al viejo le gusta el registro visual. Y es ahí que lo vió. Había algo
familiar en él. Y sin dudar, se lo dijo:
-Alberto,
no me lo va a creer, pero tiene un parecido extraordinario con mí tío Mario.
-Entonces...este
Mario debe ser una buena persona.
Se quedaron
mirando mutuamente, con ese amor de un hijo a un padre por parte del joven dibujante.
Entonces, Carlos, lo recordó joven. Es especial,lo recordó en Córdoba. Recordó
ese encuentro entre Breccia y Antonio Berni. Recordó al público arrojarse al
pintor para pedirle un dibujo. Recordó que mientras tanto Alberto hizo bocetos
de sus personajes, Vito Nervio, Scherlock Time, Mort Cinder. Recordó la sangre,
el fuego que se desprendió de esa mano proletaria. Recordó especialmente, el
crujir del público que se olvidó de Berni y que lo ponía a él en el centro de
la escena. Recordó el porque lo admiraba tanto.
Al volver
en si, se encontró con Pipiolo, que lo estaba mirando atentamente. Le sonrió
sin decir nada. Esa era la señal para ingresar al lugar donde iban a realizar
la charla. Apenas cruzaron la puerta, se sorprendieron de encontrar la sala llena
de jóvenes.
Lo primero
que contó Alberto al auditorio, fue que de pibe quería estudiar Bellas Artes,
pero que su padre se opuso: "Era una cosa lejana, sostificada,
incomprensible. Y mí viejo era un hombre humilde, un laburante".
Carlos,
quedó hipnotizado al escuchar a ese hombre que podía hablar de novela, de
poesía, de teatro, de cine, de historia, de pájaros y hasta de flores. Era
bueno escucharlo con su voz densa y grave, hablar desde la experiencia,
proponiendo su idea sobre el arte:"artista es aquel que transforma las
limitaciones en posibilidades".
Inesperadamente,
una joven, se levantó de su silla, se paró con firmeza y le dice directamente a
Breccia:
-Yo creo
advertir en su trabajo muchos elementos de la plástica.
-No, para
nada. A mí me interesa un pito la plástica- replicó Alberto, como un rayo en la
oscuridad .
-Sí, yo
siempre discuto con ella . Yo creo que usted es un verdadero historietista-
comenta un joven, como esperando un guiño del dibujante.
-Pero,¡ni
loco! Yo lo que quiero realmente es
pintar...
El aula
quedó en silencio. Ese silencio que aturde e incomoda. Su acompañante, miró
para otro lado, intentando ocultar su sonrisa por las respuestas de Alberto.
"Hemos
ido juntos a varios lugares y siempre armaba quilombo. Volvía loco a todo el
mundo, tiraba datos falsos. Yo creo que él no quería que lo clasificaran. Y un
tipo que no quiere que lo clasifiquen es porque tiene un compromiso previo con
él"; recordó, Carlos Nine, sobre esos momentos en que al viejo Breccia se
burlaba de esa definición de "dibujante de caballete". Siempre tuvo claro que era "un
trabajador" y no entraba en esas falsas definiciones sobre él mismo.
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