Por Pavla Ochoa
Comparto entrevista que le realizamos a Irma Dariozzi de Breccia el jueves 12 de noviembre de 2009 para el programa de radio "Nunca Es Tarde" de FM Moreno 90.1, junto a su hija Sonia Olmo y Sebastian Rodriguez.
Un trazo eterno
Artista plástica, Irma Dariozzi es la principal narradora de una historia para contar. Viuda del dibujante, Alberto Breccia, invita en su relato a reconstruir la lucha de un creador que lucho contra la ignorancia de su tiempo y de una pasión revelada que abraza a las nuevas generaciones.
La voz pausada de Irma Dariozzi, del otro lado del teléfono desde su casa en La Reja, transmite tranquilidad y
armonía en el devenir de una tarde calurosa de septiembre. Estamos en frente de
una mujer que acompaño a Alberto Breccia, una persona que con sus dibujos es
reconocido como uno de los grandes maestros del cómic mundial.
Foto: Irma Dariozzi y Solano Lopez en Moreno 2009
Irma Dariozzi responde
preguntas en clave de relato; una historia entrecruzada por lápices y tintas y
la lucha en épocas de dictadura y el fuerte acompañamiento a un maestro gigante
hasta el último día de su vida, el 10 de noviembre de 1993. Sin titubear,
inició la charla señalando que ese hombre fue lo mejor que le pasó en la vida,
luego se detuvo a relatar el origen del encuentro con Alberto Breccia: “Cuando
comencé a estudiar arranque en MEBA, después de todo un año como no arrancaban en
la fecha que dijeron me fui a estudiar a la Escuela Panamericana de Arte. Empecé
en la calle San José donde estaba Carlos Garaycochea y otros dibujantes. Ahí hice
un año y después al año siguiente fui a la de la calle Venezuela, ahí conocí a Alberto que estaba dando ilustración e historieta. Bueno, así empezó
la historia.
-¿Cómo fue la transformación de ese miedo a enamorarse?
-En 1969, a pocos meses de la caída en combate de Ernesto “Che” Guevara,
el escritor Héctor Oesterheld le paso al dibujante una biografía del
revolucionario latinoamericano, obra en la que usted tuvo una participación muy
especial para que ahora sea publicada en todo el mundo.
-Es verdad, la obra fue destruida por la dictadura de Ongania, que mandó a quemar los originales, a partir de ahí siempre estuvimos como se dice con el ojo puesto encima por parte de los gobiernos militares, por eso decidí en ese momento en que Alberto comenzó a quemar libros y revistas y fue ahí que me opuse a hacer lo mismo con mis dos ejemplares del Che y el libro de Eduardo Galeano “ Las venas abiertas de América Latina”, por eso a las revistas las envolví con papel metal arrollado y lo metí en un tubo de plástico de esos donde se guardan las hojas de dibujo y los enterré en el jardín de nuestra casa y estuvieron años ahí, hasta que todo se tranquilizo socialmente hablando, gracias a eso en España la editaron y ahí nació nuevamente el Che en historieta.
-Con todo lo que describe ¿Cree que logro transformar a la historieta en
un arte reconocido por todo el mundo?
-Ahora se lo está reconociendo, lo que demuestra la perseverancia y la convicción de ser lo que el sentía, ahora se lo estudia en los ámbitos académicos, lamentablemente no está Alberto, para ver lo que está pasando actualmente. Cuando en los años 70 él se fue de IDA, se quedó sin trabajo, era problematico. Hasta que vino Coletta Ravoni, lo llamó, le dijo que venía de Italia y que quería representarlo para relanzar todo su material, casi se muere de la emoción. A partir de ahí, cambió todo, se pinto la casa de Haedo, se arreglo, nos casamos en 1977 y tuvimos un cambio muy grande en nuestra vida. No ganaba mucho dinero como por ejemplo Hugo Pratt, porque era muy difícil ubicar el material que producía, porque ha estado mucho tiempo durmiendo en los cajones, la gente no lo entendía y entonces todo costaba más , pero publicó varios libros.
Alberto, no era un tipo muy fácil de tratar ¿no?
La verdad que me impresionó la forma de ser de él, con tanta seguridad, con tanta hombría de bien. Todo el respeto que imponía. Porque si nos retaba por algo quedábamos todos chiquitos que no nos podíamos mover.
-Porque me di
cuenta después que no era peligroso, pero era muy severo al educar, el que no
cumplía con lo que requería lo echaba de la escuela.
-Usted se casó
con Alberto Breccia, en el momento en que edito en Europa a Mort Cinder ¿Fueron difíciles
esos momentos?
-Sí, porque esa
obra no tenía la repercusión de la actualidad, para que se entienda en un
ejemplo sencillo, tengo varios ejemplares originales que están amarillos del
sol que les pegaba en los kioscos de diarios. Él no hablaba mucho de eso, pero
se angustiaba mucho, porque sentía que no comprendían su forma de hacer
historieta y no se vendían, no interesaba ese tipo de publicaciones y El
Eternauta fue la gota que derramo el vaso de la indiferencia.
-Teniendo en
cuenta lo que señala ¿Por qué esa obra derramo ese vaso?
Fue el momento en
que más experimento artísticamente en la revista Gente, que luego se disculpo
de haber publicado esa versión, esas situaciones lo angustiaron mucho pero el
seguía buscando su arte, más allá de estos tropezones, investigaba en cada página
que dibujaba y ese fue un problema, porque no se atrevían las editoriales a
publicarlo, porque no era el típico dibujante que pasaban los años y no
cambiaba su estilo, lo que lo llevo a un momento crítico económicamente y eso
hizo que fueran años muy difíciles para nosotros.
-Es verdad, la obra fue destruida por la dictadura de Ongania, que mandó a quemar los originales, a partir de ahí siempre estuvimos como se dice con el ojo puesto encima por parte de los gobiernos militares, por eso decidí en ese momento en que Alberto comenzó a quemar libros y revistas y fue ahí que me opuse a hacer lo mismo con mis dos ejemplares del Che y el libro de Eduardo Galeano “ Las venas abiertas de América Latina”, por eso a las revistas las envolví con papel metal arrollado y lo metí en un tubo de plástico de esos donde se guardan las hojas de dibujo y los enterré en el jardín de nuestra casa y estuvieron años ahí, hasta que todo se tranquilizo socialmente hablando, gracias a eso en España la editaron y ahí nació nuevamente el Che en historieta.
-Ahora se lo está reconociendo, lo que demuestra la perseverancia y la convicción de ser lo que el sentía, ahora se lo estudia en los ámbitos académicos, lamentablemente no está Alberto, para ver lo que está pasando actualmente. Cuando en los años 70 él se fue de IDA, se quedó sin trabajo, era problematico. Hasta que vino Coletta Ravoni, lo llamó, le dijo que venía de Italia y que quería representarlo para relanzar todo su material, casi se muere de la emoción. A partir de ahí, cambió todo, se pinto la casa de Haedo, se arreglo, nos casamos en 1977 y tuvimos un cambio muy grande en nuestra vida. No ganaba mucho dinero como por ejemplo Hugo Pratt, porque era muy difícil ubicar el material que producía, porque ha estado mucho tiempo durmiendo en los cajones, la gente no lo entendía y entonces todo costaba más , pero publicó varios libros.
-Lo importante es que nunca bajo los brazos
Jamás, trabajo siempre. A la mañana se levantaba, tomábamos unos mates, hasta el mediodía que comíamos algo liviano y después hasta las ocho de la noche no se levantaba de su tablero. Trabajaba con un entusiasmo, dibujó y pintó hasta tres días antes de morir, es decir previo a la internación. Hasta me hizo una caricatura, cuando me quedaba con el, media dormida. Ha sido el mejor dibujante de nuestro país, no solo porque fue mi esposo sino porque sobre todas las cosas por lo que demostró en sus obras. Fue mi maestro
Fuente; Programa Nunca Es Tarde del Jueves 12 de noviembre de 2009:
https://archive.org/details/NuncaEsTardelunesAViernesDe15A16_894
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