Por Pavla Ochoa
Jorge Claudio
Morhain, es profesor en la Enseñanza Primaria, Bibliotecario Profesional,
Museólogo, Máster en Cultura Argentina, escritor y guionista profesional de
historieta. Se inició como obrero de la historieta, cuando después de estudiar por
correspondencia en la Escuela Panamericana de Arte, realizará en 1960, argumentos
para las revistas Casco de Acero y Tucson. También, realizó la
adaptación teatral de El Eternauta; “ El Viajero de la Eternidad” y el guión de
“El Eternauta La Resistencia”, adaptación a historieta de El Eternauta
Novelado.
La cita con
este hombre que tiene 25 años de oficio en la historieta, tuvo dos horizontes
claros; “Alberto Breccia y Héctor Germán Oesterheld”. Con mucha disponibilidad,
Morhain, respondió las preguntas enviadas por mail y nos contó sobre la única
vez que charló con Alberto Breccia en la Primera Bienal Internacional y Cuarta
Bienal Argentina de Humor e historieta, que se desarrolló en la ciudad de
Córdoba en 1979. Además, nos habló sobre la influencia de Oesterherld, en su
carrera como guionista de historietas.
¿Cómo fue la experiencia de conocerlo a Breccia
en la Bienal de Córdoba?
Lo conocí en el tren en el que
viajábamos varios a la Bienal. No fue una gran charla. Recuerdo la parte “más
interesante”. Le conté que traducía buena parte (acaso todas) las historieta
importadas que publicaba Columba, y que adaptaba tanto el lenguaje como la
extensión, por ejemplo, para que se acomodasen a los requerimientos de la
Editorial. Todo a pedido de la empresa. De hecho, esa mi habilidad como
adaptador me abrió muchas puertas. Entré a Columba por esa habilidad, que ya
había ejercido en otras empresas. Bueno, Alberto se enojó mucho. Dijo que yo violaba
el derecho de los autores, que tergiversaba sus intenciones, etc. Yo tenía unos
30 años. Y hacía mi trabajo a pedido de mi empleador. Así que esa fue la parte
fundamental de mi charla. Aclaro, en cuanto a las adaptaciones, que muchos
originales no eran obras de arte intocables. En la serie de Johnny Hazard,
tiras diarias, se olvidaron varias veces de algún personaje, se confundieron
las secuencias, quedaron cosas sin resolver… Bueno, ahí entraba yo. Cuando la
Editorial, que ya publicaba Príncipe Valiente, compró un paquete con los
inicios de la serie, me pidieron que los adaptase por episodios introduciendo
alguna escena acomodada a dibujos existentes, para dar la apariencia de
“recuerdos”, y no declarar que eran sucesos “pasados”.

Encuentro
del Humor y la Historieta en Lobos en 1979.
- ¿Usted estudió por correo el Curso de los 12
Famosos Artistas? ¿Cómo fue esa experiencia donde pudo tener de primera mano
las herramientas narrativas para hacer historieta?
Comencé a escribir a los 15 ó 16 años, en Máximo Paz, a 50 Km de Buenos
Aires, entonces pleno campo, sin teléfono ni televisión y radio a baterías.
Quería “escribir como Oesterheld”, pero no había dónde aprender. Mi hermano ya
estudiaba en la Panamericana, y mi viejo me pagó el curso también a mí, y ahí
mi Maestro explicaba la forma de un guion. Apenas la tuve, salí a ofrecer
trabajos, a los 17. A los 18 publiqué mi primera historieta.
-Comenzó a publicar en sus guiones en Cascos de
Acero ¿Cómo eran trabajar en esos años en que publicaba y había infinitas
historietas y obras maestras como ;”Mort Cinder?
Bueno, era una aventura permanente, amistades, charlas, encuentros
presenciales, largas esperas para cobrar un mango, muchas editoriales “de
segunda”. Nuestro objetivo, el de todo el gremio, era entrar en Columba. Entré
a Gente joven con el pibe Andrés Cascioli, el pibe Roberto Giormenti, el pibe
Miguel Luis Matejka, el pibe Oskar Blotta (hijo del autor del Gnomo Pimentón)
Todos pibes.
-Alberto Breccia en el documental Breccia x4,
mencionó sobre Héctor Oesterheld:
“Él rompe con fórmulas muy tradicionales, muy
fáciles, que servían solo para distraer. Héctor incorpora a la historieta, otra
problemática, la humaniza, profundiza en otros terrenos. De alguna manera está
haciendo lo que la novela negra hizo con el género policial. Incursiona en
terrenos que la novela tradicional deductiva no tocaba y se convierte en una
crítica social. Héctor hace lo mismo con la historieta y obliga a un grupo de
dibujantes muy capacitados técnicamente, a seguirlo. Como plantea una
problemática distinta, obliga al dibujante a replantearse todo el tratamiento
gráfico. De esa manera se incorpora a la
historieta, otras herramientas. No las tradicionales; de la pluma y el pincel,
sino que se incorpora la monocopia, los géneros, los trapos, las hojas de
afeitar, es decir se incorpora una serie de herramientas que son utilizadas
para poder ilustrar lo que Héctor propone y de esa manera transmitir con más
fuerza grafica el mensaje”.
-Entendiendo esto que
menciona Breccia y que usted es guionista ¿Qué aporte crees que brindó Oesterheld
a la historieta con sus argumentos?
Bueno, a los 11 años leí la revista Más Allá, que apareció en 1953, y me
“voló la cabeza” (me cito a mí mismo) Eso me abrió la puerta a 1) la ciencia;
2) las utopías, mitos y fantasías; 3) a la literatura. Muchos años después, en
la Feria del Libro de Buenos Aires, escuché por casualidad la última charla de
Boris Spivacow, creador de EUDEBA, y ex director de Editorial Abril en la época
de Más Allá. AL terminar casi, pedí la palabra y le pregunté “si había conocido
a Héctor Oesterheld”. Dijo don Boris: ¡Ósterel! ¡Ese muchacho! ¡Hacía
prácticamente solo Más Allá…!” De modo que HGO estuvo en mis lecturas de Más
Allá, y en mis lecturas de Gatito y en mis lecturas de Bolsillitos. Aquí, en
Máximo Paz, la única forma de conseguir un libro o algo parecido (Rastros,
MrReeder, Leoplán) era el kiosco de revistas. Leía mucho librito de cowboys,
Zane Grey y muchos otros, inclusos futuros colegas que usaban seudónimos (como
Zappietro). Cuando aparecieron los libros de Sargento Kirk y Bull Rockett leí
literatura popular DISTINTA. Yo venía de fábrica con habilidades literarias, y
me propuse entonces “voy a escribir como este hombre…” Un día, Héctor me llamó
“colega”.

-En base a lo que
venimos hablando ¿Crees que la dupla Oesterheld-Breccia, fue una
retroalimentación que hizo que sacaran en los trabajos en conjunto, lo mejor de
ellos?
No sólo Breccia, TODOS se retroalimentaron. Para todos los dibujantes era
UN PLACER contar esas historias. Y, claro, la influencia y el deseo de mantener
ese feeling se trasladó a las otras editoriales.
-En una vieja
entrevista, usted menciona que El Eternauta de GENTE tiene el problema de que se hizo
sobre algo ya hecho como es la versión original que dibujó Solano. Destacando que Oesterheld la hizo mucho más
política y que en esa historieta, había demasiadas cosas que no se decían
porque se referían a la otra versión, y demasiadas cosas que no se dibujaban
porque -concientemente o no- el dibujante suponía que el lector las conocía.
¿Cuándo la vuelve a
leer sigue pensando lo mismo que en aquella ocasión?
Sí, sin ninguna duda. Tampoco ayudaba el cambio de un estilo “llano” (a
nivel del suelo, me cito) y el innovador y artístico de Alberto. Bueno, y la
editorial, claro. Yo trabajé allí, al mismo tiempo que HGO, y conozco el paño.
-¿Nunca se dio la
posibilidad de escribir un argumento y que lo dibuje Alberto Breccia? Si se
daba la oportunidad ¿Qué piensa que hubiera surgido de su narrativa?
No, yo no era un “guionista estrella” al que le adjudicaran los mejores
dibujantes. De casualidad, me tocó uno de los primeros trabajos de Horacio
Altuna (y luego nuestro personaje Kabul), el primer trabajo de Sergio Ibáñez
(rápidamente apartado con rumbo a la “estrella” Robin Wood, los primeros
trabajos de Mandrafina (en otra editorial). Tampoco contribuían mis
“especializaciones”: gauchesca, adaptaciones.
-Venimos hablando de
Breccia y Oesterheld y de algún modo hablamos de una parte de la historieta
argentina .Usted que desde la década del 60 es parte de la misma ¿Cómo está la
historieta actual?
La historieta actual es OTRA. Hace poco, en la Biblioteca Ansible, hicieron
un homenaje a los que llamé “artistas del siglo XX”. El golpe de finde siglo
acabó de un tajo (motosierra Avant-garde) con la Historieta Nacional, en la que
éramos HITO en el planeta. Por diez años no se habló del tema. Diez años que
introdujeron nuevos métodos de lectura, de información, de propagación, de
políticas variadas, con más tiempos malos que buenos. Antonio Presa (jefe de
arte de Columba) decía -en el siglo pasado- que en cada pueblo de la Argentina
había una banda de rock y un historietista. En consecuencia: ahora hay MUCHOS
MÁS historietistas que en el siglo XX. Que hacen lo que pueden. Publican en la
mil variadas formas que existen, o no publican. Los Maestros y los emergentes
de esos nuevos trabajan para Europa, donde el estilo argentino sigue
existiendo, o hacen cosas marginales para libros. La historieta popular, de la
calle, se acabó. Ojo, no quiere decir que está muerta. Tal vez andaba de
parranda…