lunes, 15 de enero de 2018

Vito Nervio a fuego brecciano


Por Pabla Ochoa

El Viento desata la furia.
Siente los moretones climáticos en su rostro.
Nada detiene su paso.
 Todo le genera malestar.
Transpira.
Piensa.
Reflexiona.
 Gira sobre su metamorfosis como artistas y ser humano.

Es la encrucijada de su vida en tensión.
En sus manos reposan viejas ilustraciones.


Trazos impregnados de tinta y sudor.
Producto de su búsqueda de dignidad.

Se detiene en el viejo limonero familiar, ubicado en el fondo de su casa de Haedo.
 Por un momento se permite pensar la posibilidad de desistir de esa idea sembrada en su corazón.
Sabe que avanzar es seguir las huellas de un destino sin retorno que él mismo desconoce.
Ya no es el mismo. Junta las hojas caídas de los árboles y las amontona en un rincón.
 Forma una montaña con los residuos naturales y se queda quieto.

Mira a la nada.

La lluvia golpea su sien. Enciende un fósforo como queriendo iluminar la noche, pero el único objetivo de esa acción es otra.

 El fuego se expande. Rompe las seiscientas páginas de Vito Nervio y las arroja a la fogata. Todo es verbo que devora al pasado y evoca al futuro, al mañana. Cree que “no existe nada rescatable antes de Mort Cinder” y que esa obra le marca el rumbo a seguir.


Su infierno se pierde entre las sombras del humo.

A partir de ese día, Breccia será el eterno buscador y no retrocederá su andar nunca más.

Fuente: Breccia el viejo, conversaciones con Juan Sasturain (Editorial Colihue/2013)



No hay comentarios: