lunes, 11 de diciembre de 2017

¿Está el pasado tan muerto como creemos? (Primera parte)


Por Pabla Ochoa

La aparición de “Mort Cinder” de Alberto Breccia y Héctor Germán Oesterheld, representó algo más que una bocanada de aire fresco. Fue la definitiva imposición de un estilo inédito en el género de historieta. Esa nueva mirada en el hacer, se basó principalmente en la búsqueda de recursos técnicos y herramientas de trabajo, inusuales en el oficio de dibujante. El trazo experimental de Breccia se encargó de generar nuevos paradigmas artísticos que en la actualidad no han sido superados, más allá de los avances tecnológicos.

Una verdad poética recorrió desde el primer cuadro de esta historieta publicada originalmente en agosto de 1962 para la revista “Súper Misterix” y apuntaló su carrera en la idea de no copiarse a sí mismo, sino que se regía por un lema implícito: “Voy hacia lo que no empezó”. El buscador de nuevas formas de decir sus propias ideas visiones del mundo real, transformó su vida con su única arma, el dibujo. La idea principal de Oesterheld, fue volver a recuperar la idea del náufrago del tiempo que había experimentado junto al dibujante Francisco Solano López con “El Eternauta”. El guionista le propuso la labor en conjunto a Breccia, con quien había trabajado en “Scherlock Time”.




POBREZA EXTREMA

Eran tiempos duros para ambos, Oesterheld venia de cerrar su editorial “Frontera” por problemas económicos y afrontaba muchas deudas, por eso no dudo en volver a trabajar bajo dependencia para la segunda etapa de la mística revista Misterix, de la Editorial Yago, mientras Breccia, afrontaba la enfermedad terminal de su esposa, una afección renal, teniendo que firmar un certificado de pobreza para poder afrontar el momento de mishiadura que estaba afrontando junto a su familia.


Las deudas era moneda frecuente en la vida del guionista y dibujante. El mismo Oesterheld, comentó sobre la coyuntura estructural que rodeó la producción de esa historieta: “Fue hecho en una época mía muy jodida, habían sonado las revistas. Frontera había reventado y yo trabajaba para la empresa que hacía VEA Y LEA que hasta entonces había continuado sacando por un tiempo HORA CERO y FRONTERA. El trabajo de Mort Cinder lo tomé por unos mangos que me dieron, me daban muy poco. Aunque me hubieran dado la mitad agarraba igual”.

 Por el lado del dibujante las cosas no eran muy distintas. En la entrevista realizada en 1973 para la revista española Bang!, Breccia, señaló: “En ese periodo mi esposa enfermó muy grave, se le hizo un trasplante de riñón y al final murió. Esto me hundió en todos los sentidos, moral y económicamente. Entonces dejé la historieta, cuando ya había dibujado 206 páginas de “Mort Cinder”, porque mientras lo estaba haciendo yo tenía que ir a los institutos de fabricantes de remedios y pedir medicamentos con certificado de indigencia, porque yo ganaba entonces 4.500 pesos a la semana y mi mujer necesitaba 5.000 pesos diarios de remedios”.

Las deudas los seguían todo el tiempo, y las panzas hambrientas de sus hijos, fueron el motor de esa obra maestra a nivel mundial que fue Mort Cinder.

El hambre era la escena principal en la vida de la familia del dibujante. Su hija, Cristina Breccia, recordó a  esos años de acreedores que lo instigaban a pagar deudas: “El acreedor que hipotecó tres veces nuestra casa se llamaba Bastaroli y debo rescatar que no la remató porque tenía buenas intenciones con mi viejo. Muchas veces yo misma tenía que decirle que no teníamos plata, era una situación horrible. Pasábamos muchos días sin comer y el dolor era como un calambre que te tuerce en dos, eso es el hambre. A dos meses de la muerte de mi mamá, bajé diez kilos y él tenía una angustia infernal, por suerte nos ayudaron los vecinos que cuando se dieron cuenta nos daban de comer. Mi viejo se forzó para salir de ese pozo anímico y económico, por nosotros, su familia. Por eso mi padre fue el mejor de los padres”.





 DESDE LAS ENTRAÑAS

Las aventuras del inmortal testigo de los tiempos, un personaje que muere una y otra vez y naufraga por la historia universal, le gustó de entrada a Breccia que venía haciendo changas, laburos minúsculos. Luego de una reunión con el guionista, el dibujante se enfrentó al primer obstáculo.

 En la entrevista realizada para la revista HGO en 1987, Breccia puntualizó en el pedido especial que le hizo al guionista: “Cuando Héctor me dio el argumento empecé a buscarle el punto justo, que a los dos nos conformara. Por lo que hubo varias idas y vueltas con el asunto del guión. Luego empecé a buscar la cara del protagonista. Practicaba rostros pero ninguno me convencía. Le pido por lo tanto a Héctor que retrase la aparición de Mort Cinder. Mientras tanto, dibujo su propio rostro, a los que les sumo varios años de más, para que sea la cara visible del anticuario Ezra Winston, que fue protagonista de la primera aventura y luego la pareja perfecta para el inmortal: "Quería entrar en escena con el papel de Ezra Winston, el “narrador”. Me miré en un espejo y traté de imaginar el rostro que podría tener cuando fuera viejo. Imagínese que me divertía en imaginar a mis hijas pequeñitas cuando fueron señoritas y fueron exactamente como las imaginé”.

Luego de 28 páginas, apareció desde una lápida en el cementerio, una sombra de un rostro que dijo; ¡Soy Mort Cinder!


Es evidente al leer esta historieta, que se hizo paso a paso, con sudor y sangre y con la necesidad urgente de salir de la pobreza extrema a la que sus creadores estaban sometidos.

 No hace falta tener herramientas teóricas o semióticas para llegar a esa conclusión. Oesterheld, fue preciso al remarcar que en este argumento puso la experiencia adquirida en esos tiempos donde en su editorial, escribía todos los guiones de los personajes: “Empecé la tira a fuerza de oficio, acumulando golpes de efecto y tratando de hilvanar una historia que fue creciendo un poco al hacerla. Yo no tenía tiempo- por todas las cosas que hacia- a detenerme una tarde a pensarla un poco (…) Las deficiencias, las indefiniciones de Mort Cinder salen de ahí. La indefinición que tiene la pintan como un acierto. Sería mentir si yo dijera que es un acierto. En realidad es una hija de las circunstancias”. El guionista también mencionó que la obra que tiene como eje a la muerte y los viajes por el tiempo tiene como componentes muchas de las cosas que le pasaban a él y al dibujante: “Mort Cinder es la muerte que no termina de serlo. Un héroe que muere y resucita. En Mort Cinder hay angustia, hay tortura. Respondía quizás a un particular momento mío, pero mucho de ese clima lo determinó Breccia, mucho más torturado que yo. El dibujo de Breccia tiene una cuarta dimensión de sugestión que lo aparta de los demás dibujos que conozco, esa sugestión inacabable lo valoriza y suscita ideas en el guionista”.

En ese argumento el dibujante experimentó con el martillo al pincel, la gillete a la pluma y utilizó recursos técnicos innovadores que le permitieron construir una distancia respecto de la elite artística. Todo servía para comunicar y Breccia usó todo a su alcance para cumplir esa misión de transmitir la idea inicial de Oesterheld, así lo explicó en el documental Maestros del Cómic: “Es muy frecuente caer en la trampa de no considerar al blanco como color porque el papel es blanco, entonces generalmente se utiliza el negro, es decir, se dibuja con negro y al blanco no se lo tiene en cuenta porque es papel, pero si yo hago mi historieta en blanco y negro sobre papel verde, estoy obligado a usar al blanco como color, con los mismos valores con los que utilizo al negro. Es una cosa muy tonta, pero tiene una enorme importancia. Y en Mort Cinder había estudios muy profundos de iluminación, con lámparas, con velas, yo estudiaba con mucho cuidado la iluminación, buscando efectos que me importaban y utilizando en aquel entonces, las hojas de afeitar parar trabajar en lugar de la pluma o del pincel, por eso casi todas las líneas de esa obra están hechas con ese elemento con los que se logra efectos muy lindos, porque también puede ser usada como espátula, le da mucha frescura al trabajo, mucha soltura y rigor. He usado hasta manubrios de bicicleta para dibujar, lo cual puede parecer exótico pero lo hice. Todo es utilizable, porque si yo necesito hacer una historieta donde tengo que lograr un efecto especial y para eso necesito dibujar con un martillo, lo voy a hacer, no tengo porque dibujar con la pluma que establece la biblia del dibujo .Yo voy a buscar la herramienta que me haga falta y todo es posible hacer y todo es válido”.

Según el escritor e historiador de la historieta de las viñetas nacionales, Guillermo Saccomanno en el prólogo de esta obra publicada en la colección Biblioteca Clarín de la historieta, el rasgo principal de esta obra es estar adelantada a sus tiempos: “Así como a Oesterheld le entusiasmaba la literatura y a Breccia la experimentación plástica, a sus colegas les interesaba seguir los standards. Oesterheld y Breccia tenían conciencia de su trabajo y eran una élite. Digámoslo, una vanguardia. Esta situación, creo, explica mejor por qué hoy siguen vigentes mientras que a sus contemporáneos le tocó la suerte de la añoranza naive”. Además, Saccomanno profundizó sobre el contexto histórico donde fue desarrollada esta historieta: “Si se contextualiza la obra se notará que el suyo es un tiempo de presagios sociales dramáticos. La inestabilidad democrática, el peronismo proscripto, los sucesivos cuartelazos, el retroceso de las conquistas gremiales y los planes de lucha obrera son datos que hay que tener en cuenta”.


Evidentemente, el entorno social y político del país y las precarias condiciones económicas de los autores, son elementos a tener en cuenta a la hora de leer esta obra de vanguardia, insuperable pese al paso de los años.


Publicado originalmente en Desalambrar 10/10/2014

No hay comentarios: